Haciendo la calle

Estaba mendigando en un portal
los besos que chocaban en mi oído,
tenía el corazón enardecido
y trepé de su mano hacia un hostal.

Los peces de su pecho en mi interior
gozaron de un rijoso y tierno rito
de juntar nuestras sombras en un grito
encharcado de sexo y de sudor.

Al final me besó, la besé y luego,
mientras moría el humo del canuto,
me musitó con aire de canción:

"Corazón, para mí esto es sólo un juego,
a golpe de talón yo no disfruto
pero esta vez tú has sido una excepción".

David López


La última sombra

Ya apareció el feroz escalofrío
que me exige llevar por equipaje
un óbolo, y un brete para el viaje
postrero con Caronte por su río.

Intento quebrantar el desafío
con una juventud de camuflaje,
pero ella no tolera tal ultraje
y me anega en un mar de desvarío.

Ayer se fue, mañana es una flor
con la corola frágil, seca y mustia
y el presente es un nido de pavor.

La vida y la salud andan sin suerte,
y cuando me cercioro de la angustia
he pagado el billete hacia la muerte.

David López






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