Invocación Lunar

Es una gran hilandera la luna;
teje sueños de quimera,
de amores y de fortuna
para la tierra cansina,
y en las noches silenciosas
pone una gaza azulina
sobre el sueño de las cosas.

De día viste la tierra
una túnica de oro
esmaltada de arrebol,
regalo del padre sol;
mas consigo siempre en guerra,
malbarata su tesoro
a mordiscos y zarpazos,
y en la gran hora divina
de la magia vespertina
lo da al sol hecho pedazos.

A los brocados solares
siguen los velos lunares,
tan dulces, tan familiares,
y nadie rompe esos velos
porque la tierra está inerme:
bajo el palio de los cielos
duerme, duerme….

Dormidos el bien y el mal
han parado su carrera
sumidos en hondo sueño,
y así puede la hilandera inmortal,
tejer con hilos de ensueño su cendal.

Y si en la noche callada
se diluye una armonía,
la luna pone en la hilada
un aroma de poesía,

En oculto camarín
rien las notas de un piano;
se oye el sollozo lejano de un violín;
más lejos el silvo aldeano de un flautín.
Son tres perlas de un collar
que en arpegios se desata
y se engarzan en la plata
del crepúsculo lunar.

Luna amiga ,cara luna, oye una
oración que yo te canto,
bajo el brillo de tu manto,
bajo el filtro de tu encanto;
cuando muera,
hila mi alma, hilandera,
y hazme bajar de tu cumbre
en las noches de tu ensueño,
hacia el mundo que he dejado,
como un místico beleño
infundido por tu lumbre
¡sobre todo lo que he amado!

Eugenio Astol Busatti


¡Sed tengo!

–¡Sed tengo!– clamó el justo, sobre la cruz clavado
sintiendo nuevas ansias en su tormento cruel.
Y un centurión acerca a su boca gimiente
¡una grosera esponja empapada de hiel!

Una veta de agua junto al monte corría,
y al percibir el eco del triste grito aquel,
de súbito extinguióse, herida en su frescura,
¡por no poder verterse sobre los labios de El!

Eugenio Astol Busatti

















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