La barca

Cuando venga la barca, 
he de dejarlo todo... 
Mis pájaros, mis flores, 
no subirán a bordo... 
Estrictez de la regla: 
se viaja solo... 
Y la carne y la sangre 
también acatan el expolio. 
Quedarán en la tierra... 
Mas nada puede despojar al alma 
de sus tesoros. 
Porque son ella misma 
sus pulsos recónditos. 
Su propia esencia. 
Su perfil propio. 
(¿Desnuda de equipaje?... 
No, Antonio...) 
Porque vendrán conmigo 
mis lágrimas, mis gozos. 
Mi amor, en fin, una palabra 
para decirlo todo... 
Yo no soy mi estatura 
ni mi rostro. 
No soy esta nevada de otoño. 
Ni estos labios sin rosas 
ni estos ojos rotos. 
Ni estas manos, moteadas 
como hojas secas, de oro. 
Ni estos pies, extenuados 
entre sismos y escollos. 
Yo no soy, yo no soy 
esta carga de agobios. 
No me limita el tiempo. 
No me fija contornos. 
Soy mi espíritu, libre 
de circuitos mortuorios. 
Y es lo mío, en mi espíritu, 
inaccesible a robos. 
Soy mi espíritu, exento 
de asfixias y de escombros. 
Mi amor irá conmigo. 
Y eso no es estar solo. 
Y aun comanda la nave 
Capitán que conozco. 
Capitán de mi vida, 
mi dulzura, mi apoyo. 
¿Ir, con miedo, a sus brazos? 
¿Serle niño medroso?... 
En amor, ¿desconfianzas 
y recelos y azoros?... 
¡Si Él no anuncia el ocaso, 
sino el orto! 
No el fin, sino el Principio. 
Yendo al beso, ¿el sollozo? 
Y en la barca los dos. 
Ni sola yo, ni Él solo. 

Esther Margarita Allison Bermúdez


Tan amado el amor

Tan amado el Amor y tan amante
sin noción de reloj o calendario,
se vuelve más que el aire necesario
y en mi cielo es el único levante.

No el agua la llaméis vivificante
y no el sol me señale itinerario.
Porque sólo el Amor fija mi horario,
Volvéndose en mis venas tripulante.

Que no me hablen de cosas que no entiendo.
Que todo lo demás me deja inerte
y apenas lo aprendí lo desaprendo.

Ya no se qué es la vida o qué es la muerte.
Sólo soy tu amor, y, en tu amor siendo,
no quiero ser yo la misma, sino serte.

Esther Allison


Tea

No Te acerques a mí, porque Te quemo.
Soy flor de hoguera transformada en vida,
y si me tocas sentirás mi herida,
este amor vivo de abrasar supremo.

Abrir llaga en Tu mano es lo que temo,
que estoy en el amor enardecida,
y en dulce y lento arder se va mi vida,
con la esperanza de Tu incendio extremo.

Dulce y lento morir en cada instante
en pequeña centella fulgurante,
pequeña flor perfecta y encendida…

Prende en Tu amor mi puro amor de hoguera,
y si en Tu beso me consumo entera,
¡muera en Tu fuego el fuego de mi vida!

Esther Allison












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