La golondrina

Observo tanto el vuelo raso y lento
y el fugaz picoteo en aguas calmas
que desdibuja, en leves turbulencias
acompasadas, el reflejo incierto
de una realidad inexistente,
que triste me pregunto si estaré
haciendo yo lo mismo en poesía
para calmar la sed que sufro y soy
o lo que hago no es más que oscurecer
con palabras la imagen alagada
de lo que yo consisto. No lo sé.

Carlos de Tejada


Tendí los versos

Tendí los versos al sol
y se secaron sus aguas;
el viento se las llevó;
el viento que da en mi cara;

aquel que mueve mis velas
una vez soltadas amarras.
Con hilos de seda cuelgan
de aquel, las aves aladas.

Tendí los versos. Los tienes
en los alambres de plata.
Petunias por alfileres
besan las secas palabras.

Y es el viento el que las mece
como a las olas del agua.
Negras pestañas parecen;
letras que no dicen nada.

Carlos de Tejada


Un folio

Yo, este patio, lo siento.
Me sumo en ese aroma
de hojas secas mojadas.
De la fuente del sueño
encharcado de otoños
de donde el tiempo brota,
tornándose en sonidos
que guardo entre silencios,
saciar mi sed pretendo.

Esto tiene este patio
y pocas cosas más:
pasiones en macetas
con flores de tristeza,
una mesa de mar,
el lápiz de mi huida
y una silla de enea
desde donde navego.
¿Qué escribo? ¿Dí qué escribo?

Si un folio es la cancela
del patio que frecuento
y al que, entre estos barrotes,
azulmente me asomo,
¿qué escribo?, ¿dí qué escribo
si entre herrajes lo siento?

Carlos de Tejada









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