La vieja de los gatos

Se la llevaron ayer
sin coronas ni cortejos,
la lloró su perro viejo
y tiesos en la pared
la velaron sus retratos
mientras docenas de gatos
no encontraban que comer.
Subidos a los armarios,
sentados en cada silla
ostentaban sus costillas
mientras crías por doquier,
huían de algún extraño
y se asomaban después.
Se la llevaron ayer
y el perro la está buscando
olfateando sus zapatos
queriendo encontrar sus pies,
mientras hambrientos los gatos
husmeando en cada plato
maúllan una y otra vez.
Se la llevaron, y apenas
hubiéronse persignado
hicieron con desenfado
desinfección sin cuartel.
¡Fuera gatos! ¡Fuera perros!
que en las exequias del Rey,
los dueños son los de afuera
¡siempre dentro de la ley!
La casa quedó vacía
y no habiendo una alcancía
que repartir, desde ayer
sólo llora el perro flaco
que en la muerte con su olfato
parece decir, ¡amén!

Elvira Sevillano Marco


Los retratos

Desde un ángulo umbrío pero nunca olvidado,
la pared hogareña rinde culto al retrato
y en las quietas siluetas de los seres amados
se animan los recuerdos y se aviva el pasado.
Los vemos tan distantes y tan cerca que al cabo,
nos rozan con su historia en un cerrar de párpados.
Entre nosotros y ellos hay apenas un lapso
en el que vamos yéndonos, siguiéndoles los pasos,
hasta que un día cualquiera nuestra foto sea el tránsito
a la perpetuidad del rincón heredado.
Que sin tenerla en cuenta, junto a los que añoramos,
la pared hogareña  ya nos está esperando.

Elvira Sevillano Marco


Porque de ellos será

A este niño Humahuaqueño Yo le doy de lo que tengo.
Le regalo mi sonrisa como turista viajero,
le acaricio la carita, lo lleno de caramelos,
y mi niño Humahuaqueño, triste, impávido, sereno,
recibe si quiero darle y sólo pide el pan nuestro.
Por eso de ellos será todo el Reino de los cielos.

Aparecen despacito como parte de los cerros,
con todo el frío de afuera y todo el frío de adentro,
con el calor que nos sobra para prenderlo en su tiempo
y la carencia del verbo para decirnos, “no tengo”.
Por eso de ellos será todo el Reino de los cielos.

Y hoy al niño Humahuaqueño, desde una foto recuerdo
e inmortalizo sus penas, tal como otros, en versos.
Pero lo que ha recibido de mis manos no es eterno:
zapatos que estarán rotos, pantalones más que viejos,
y aquella camisa grande, calcetines y el pañuelo….
y el adiós, y la distancia que pone al dolor tan lejos…

El no ha tenido mi casa, mi sillón ni mi dinero,
ni todas las tentaciones que se hacen carne en mis sueños
y van dejando olvidado al Coyita Humahuaqueño.
Por eso de ellos será, ¡todo el Reino de los cielos!

Niños hijos de la tierra, inocentes, mansos, buenos,
sin títulos ni medallas, ni boato ni abolengo
que les permitan gozar de lo que son sus derechos
cara a la posteridad que tiene ya nombre y dueños.
Por eso y por mucho más, con o sin Dios de por medio
hay que sangrar por la herida del pobre y hallar remedio,
para que un niño sea un niño, ¡en la tierra y en el cielo!

Elvira Sevillano Marco


Temperamentales

A la misma hora y en alguna parte,
mientras canta un pájaro, otro pierde el trino.
A la misma hora que la mariposa
cae en la telaraña tras un desatino.

A la misma hora de la cacería
unos se resignan y otros la provocan.
A la misma hora que la valentía
salva alguna vida y pierde la propia.

A la misma hora que ante los espejos
se muestra la gala, se exhibe la pompa,
una madre abriga en su piel desnuda
la carne de un niño sin casa ni ropa.

A la misma hora, no es la misma hora
en el mundo entero. Hay luces y sombras,
las que nos dominan, las que nos persiguen,
por las que se paga, por las que se cobra.

¡A la misma hora!... ¡A la misma hora!

Elvira Sevillano Marco




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