A cada cual su tiempo:
a la abeja,
el tiempo de las flores;
a la luna,
el tiempo de las algas;
al fusil,
el tiempo de los pueblos.

Alfonso Murriagui


Como hoy me encuentro
quisiera vivir siempre
bueno como la luz del día
como el sol
con la sonrisa abierta
como un río
con el alma tranquila
y el corazón en flor.

Alfonso Murriagui


Desde el ojo del árbol

Agazapado, tenso,
con el huracán en el ojo,
camino sobre el mundo
con la esperanza
de que un hombre nuevo
se levante.

Sabemos que la quietud
no sirve
para sacar las espinas
que mantienen despierto
al intestino,
ni que los dos maderos
que clavan mi otro yo
pueden oscurecer el rayo cenital
que habita en los caminos.

Si estuviera inmaduro,
buscaría un pretexto
para decapitar al pez
que viaja rectilíneo,
o dejaría que se mantenga
quieto el rascacielos
que juega en la sombra
del agua.

Pero sabemos
que vienen otros tiempos,
que la memoria
ya no está deslumbrada
y que los dientes
son piedras preparadas
para romper
el miedo que nos ata.

Por eso poco importan
los minutos de espera,
si sabemos que viene
la innovación secreta,
en el ojo del árbol
o en la raíz del agua

Alfonso Murriagui


Dos veces vida

Vuelve dos veces
al sitio de tus párpados,
retoma tu intestino
y aléjate del fondo
de tu lagaña ausente
para desconocer lo conocido.
Deja de estar sujeto
al paso absorto
en la mitad del hilo;
escapa de la urgencia
que se pudre
en las puntadas viejas
del mismo amanecer
embrutecido.

Ponte tus dos mitades,
saca tus nuevos dedos
y camina seguro
por las frescas raíces

¿Crees que te darán
los surcos por tus manos?
¿Te comprarán los ojos
por un juego completo
de pan nuevo?
¿Te ofrecerán camisas
transparentes
para cubrir tus siglos?

¡No!
Todo te negarán,
te llamarán perverso
cuando quieran hundirte
y te dirán hermano
cuando quieran pisar,
sin que protestes,
tus mil huesos ausentes.

Tienes que desconfiar,
dejar de lamentarte
por el agua que pasa;
tienes que ir, resuelto,
a rescatar el polvo
que deja tu mejilla.

No tengas miedo al grito
ni al caballo que salta.
Tú puedes, alza el NO
y no te quedes sumiso
sin la vida.
Ha llegado la hora
de dar la media vuelta,
de saltar contra el muro
y arrojar, con tus manos,
el dolor y la afrenta.

Alfonso Murriagui


En busca de respuesta

Busca la luz que te hace falta,
descubre la música
que tienes en tu barro
y tu mañana.

Todo lo que reclamas
está en tu propia sangre,
en la nube espectral
que dejó tu presencia
en la piedra ignorada. 

¿Por qué tus ojos limpios
buscan la luz
en playas ignoradas,
si tienes en tus manos
el color de tu misma
indumentaria? 

¿Para qué esas preguntas
al forastero
que perdió su carpa,
si no te va dejando
media hora de esperanza?

Sabes cuánto te beneficia
la alborada
y jamás te detienes
a refrescar tus pasos
en la escarcha.

Vas sin buscar respuestas,
sin preparar tus dientes,
ni dar las dos puntadas
que faltan al paladar del agua. 

¡Deja de reclamar
el sol,
toma tu voz y canta!

Alfonso Murriagui


¡Hola!

¡Hola! río viajero,
pájaro que rompes
la soledad
con tu guitarra.

¡Hola! carrizo firme,
voces de rondador
en tu garganta.


¡Hola! manos y dientes
progresivos,
que muerden el futuro
y amasan la canción
de los caminos.

Este ¡Hola! general,
es para la firmeza
de la gente
y para el duende eterno
que me habita;
para los camaradas
que se fueron
y para los que beben
la luz
en los nuevos senderos.

Alfonso Murriagui



La hora de los conejos

En la noche,
cuando tienes sumergida
la caricia
en un nudo de arena,
cuando de tu presencia
solo habla
la huella de la luciérnaga,
buscas la voz del fuego
para alumbrar tu rostro.

En la noche,
cuando desfilas por la hierba
en busca de tu hermano
y bañas tus recuerdos
en las alas viajeras
de tu ancestro,
desconoces el nombre
que te pusieron
dos veces al revés
para ocultar tu nombre
.
Cuidas tu noche
porque sabes que servirá
para escapar del látigo,
para contar los capulíes
y dar vuelta al mensaje
que danza en la fogata.

Tu vienes por la noche
y tus manos
se van por las veredas
buscando las huellas
de los conejos
o la cascada gris
de la neblina.

Por eso tienes
las rodillas en punta,
la lengua afilada
para beber las sombras
y los brazos atentos
para decapitar los grillos
que te espantan.

Alfonso Murriagui


La sangre y su recuerdo

Cae la pestaña y se va,
con un pedazo de ojo,
a descansar
al fondo de la lluvia.

Cae la palabra
y se lleva
la soledad del viento
a navegar de contrabando
al río.

Cae la sangre
y sigue circulando
en la moneda abierta
del recuerdo.

Así,
mientras la lluvia se evapora
y el viento se adormece,
los glóbulos
sedientos de futuro
van llenando los sueños
con su savia.

Alfonso Murriagui



”Los “intelectuales”, creen que la gente pobre, sencilla, no tienen sentimiento artístico, que no comprenden el arte; pero están equivocados: todo lo que uno aprende del arte, lo aprende precisamente de ellos, el arte más puro, libre y expresivo está en su esencia, en sus vidas.”

Alfonso Murriagui


“Nacimos cuando el mundo todavía era bueno, sin hornos crematorios, ni átomos infernales. Deambulamos junto a un río que aún no había sido encadenado; los sueños vivían en nuestros ojos y era fácil pescar las ilusiones debajo de cualquier eucalipto rumoroso…”

Alfonso Murriagui


Nadie podrá quitarme
la voz ni la palabra,
ni conducir mis pasos
hacia senderos muertos.

Alfonso Murriagui



Para que la derrota
no nos empuje
al lado negro,
debemos darnos cuenta
de que emergemos
desde el suelo,
que las cosas nos marcan
en el ojo
y que la gente
confía en nuestra fuerza
para tomar la luz
y conducir el fuego.

Alfonso Murriagui


Si buscamos
algo que se iguale
al amor,
encontraremos
que no hay un beso
tan envolvente y tierno
como el beso
del agua

Alfonso Murriagui



“Toda la vida he trabajado, para vivir, nunca me han sobrado las cosas…Sin embargo, la literatura me ha dado momentos muy gratos. Con el arte viajé por toda América, nutriéndome de historias hermosas y del cariño de la gente… El placer de estar siempre al lado de personas humildes, de los indígenas, de los obreros, campesinos, quienes han escuchado mis recitales, es una experiencia única e inolvidable.”

Alfonso Murriagui


Viajando en la palabra

Somos desde hace tiempo,
venimos del mismo continente
en donde, poco a poco
quieren sacrificar
a las luciérnagas.

No nos han dicho nada,
pero todos los días
la piel se va estirando
para abrazar al río y
besar la montaña.
Ya pasaron los tiempos
de naufragar en sueños;
hoy queremos viajar
al fin de la palabra,
para darle la forma exacta
a la esperanza.

Alfonso Murriagui


Yo el deshabitado

Yo el deshabitado,
muro de cal sin tiempo
y piel entumecida;
yo el de abajo,
con humo en las costillas
y el silencio en los ojos
desafiando.

Yo, el asombrado,
estoy atando al hambre
con un cordón muy fino
y temo que se suelte
y se desborde;
suelta no podrán sujetarla,
desbordada
no podrán detenerla
ni con espuma,
ni con golpes
de arena enmudecida.

Yo el que camina abajo,
con pies ausentes
en su propia tierra;
yo el sin calcio,
el desterrado en sombra,
el “no moleste”;
yo el que corte mi sangre
y me ampute los dedos
uno a uno.

Yo el de abajo;
sexo, nariz y pelo;
yo el que viene,
sin domingo de ramos
y sin viernes.

Alfonso Murriagui


Yo no nací
para quedarme quieto,
clavado como señal
de kilometraje
en el camino.

Necesito viajar
en las manos del aire,
irme por las raíces
hasta encontrar
al hombre nuevo
en la canción del agua.

Alfonso Murriagui








No hay comentarios: