A una rosa

Hoy, nunca como hoy
te vi tan preciosa,
ventana abierta
de mi corazón cerrado.
Quizá por yo estar triste
te he visto más hermosa
y he pensado en ti que mueres
tan joven y tan diosa.

Abel Cabezudo Espina


Anciano

La espiga del sudor dejó en tu cara
los rasgos del honor, del pan ganado,
los años, las arrugas. ¡Todo amado!
capítulos del tiempo de ara y ara.

Hoy fijas tu mirada suave y clara
al campo que otros brazos ya han labrado
e inundas del recuerdo del pasado
tu frente que en nostalgia se declara.

Se aferran al bastón todo nerviosas
tus manos de trigal y de rastrojos
curtidas al amor de sementeras

y gozas al encuentro de esas cosas,
anciano, mientras se nublan tus ojos
con lluvia de lejanas primaveras.

Abel Cabezudo Espina

No hay comentarios: