Absorto el cielo, con suave y torpe fuga...

Absorto el cielo, con suave y torpe fuga,
duerme la calle su sueño de bodegas.
Ballestero de la luz y del abismo,
la sangre de tus guerras no ha secado
acequias de dolor, tedio de esperas.
Y vienes a mi voz, con verde inercia,
-tan leve es tu amor deshabitado-.

Beatríz Hernanz Angulo


Andante

La noche del eclipse de luna
bebías el cobrizo reflejo de la bruma en la marisma.
Mil incendios palpitan en la penumbra.
Penitencia oculta en una piel de lirio,
albero y negro de silencio.
Cabalgo al ritmo de mi temor,
ruido seco de tambores,
-el tiempo humilla con laureles-.
En los pantanos suaves el barro
cruje como las sienes sin luz de una muchacha.

Beatríz Hernanz Angulo


"... En los bosques más cansados de tus ojos
anidé mi palabra, con inhóspito sigilo..."

Beatríz Hernanz Angulo



La tristeza se viste del color de los deseos desterrados...

La tristeza se viste del color de los deseos desterrados.
Es el feroz desnudo de aquella casa,
cargada de inviernos, vacía de muertos,
amueblada de infancia.
-Cruel inventario de derrotas soleadas-.

Un hombre solo, pálido de quemadas cercanías,
acuña penas, como monedas o sorpresas,
naufraga en la espesura violeta del olvido.
Por el pecho de un árbol
va el eco absurdo de cenizas sin horario.

Con rencor de escarcha mordió la noche su intruso amor,
callado y libre,
alto como las sienes fatigadas del silencio.

Beatríz Hernanz Angulo
De "La lealtad del espejo" 1993



La vigilia del tiempo

El dolor escoge sus ciudades,
el asedio aplaca sus heridas,
el amor persigue sus batallas.

En el feudo de tus manos,
–crisol de cenizas y llantos–,
perdura el olvido y sus cautelas,
languidecen augurios delicados.

Dilapido ausencias, transijo con la nada.
Pájaros lentos ofrecen su cuidado.
Dreno los aljibes oscuros de la sed,
la oblicua noche del regreso,
las imposturas del tiempo,
la quemazón de los retratos.

Te miraré otra vez, en otra noche
de desamparado rasgo.
Se columpia sin prisa la ternura,
me pruebo otra tristeza
con la distancia de un presagio.

Beatríz Hernanz Angulo



“No estoy sola, me acompaña la niña que fui tatuada de poemas.”

Beatríz Hernanz Angulo



“Sin la poesía yo no sería persona.”

Beatríz Hernanz Angulo


Vendrá, vendrá el amor, -seguro laberinto-...

Vendrá, vendrá el amor, -seguro laberinto-.
Descorriendo sombras, jarcias escarlatas,
como julio mil espejos entreabiertos,
-dulces añicos de luz atrapados por la brisa-.

Huele a sol. La calle, cómplice y ensimismada,
nos conduce por los recodos verdes de la dicha.

Azul, demasiado azul en el lento horizonte,
impulso de mar hacia los estambres de la noche.

La calle, sabia; el paso confiado, sutilísimo,
hacia la ribera irresistible del sueño
-celeste llave de luna y de cometa -.

Con vértigo restaurado, pude leer su voz,
cerrado abanico, cercando al insomnio
en la palidez oculta de unos brazos.

Beatríz Hernanz Angulo



Vivo

Una luna de alfanje corta el valle de Morna.
La húmeda niebla envuelve
el asiento trasero del destino.
Una hoguera de almendros
esclarecía el desamor.
El viento se acerca,
como una presencia
infinita.
La carretera serpea en la distancia,
como los cuerpos olvidados que van a dar al mar.
El fósforo de la tarde se dilata en los campos,
y el mar hace creer en otra vida.
Suenan, a lo lejos,
los tambores de la playa,
una pavana ausente,
el agua desamparada.
Las palabras comen de tu mano,
como gaviotas de fuego,
como úlceras de la madera.
Tañedor de cuerpos,
tu tez se ilumina en la brisa y en la pena,
aldaba de la lluvia.
Pero la isla se cierra, como un amante,
sobre sí misma.
Recordó la noche en que casi perdió la razón.

Beatríz Hernanz Angulo



“Yo siento que la poesía es como un tatuaje, la que leo y la que voy escribiendo. Es como los tatuajes que van marcando mi existencia como persona. Y esa idea de seguir identificándose y seguir siendo uno, leal a sí mismo, a pesar de las transformaciones que experimentas en la vida.”

Beatríz Hernanz Angulo










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