Acabo de morir

acabo de morir,
y que mi muerte
sirva de grito hondo a mi garganta,
y que me arda la sal de tanto tiempo
prendida y afuegada.
acabo de morir, y que mi muerte
se empuje ronca y fuerte por mis manos,
que la piel de mis venas se haga arterias,
que se encrespe naciéndome en mi sangre.
la muerte me llegó, así, de golpe
revoleándome pieles ya gastadas,
naciéndome en  las ansias de anuevarme.
pobre en mí, por mis surcos
me levanta una aurora tambaleante;
por mis pasos perdidos,
por mi huella ingastable,
se me encauza la muerte a garrotazos
volcándome la vida.
¡vida yo!      
con la aurora latiéndome en los pasos.
hoy me llego hasta mí,
caída en esta sal de no sé dónde
ni cuándo, ni por qué
toda de heridas.
me repta hasta mi siempre, entre todos
mis siempres,
esta oscuridad rara,
tan extraña y vacía,
tan ajena de mí, tan hondamente
mía;
enamorándome.
vengo a decir que soy
y no soy nada.
ya todo se ha cansado de mí:
el odio se ha cansado desde siempre,
el amor se ha cansado desde ahora.
ya se cansó la brisa largamente,
ya se cansó la entrega,
ya se canso mi cruz y mi cintura.
todo es cansancio y nada.
la oscuridad extraña desde todas
mis venas, ajenamente mía...
enamorándome.

Angelamaría Dávila


Ahora resulta
que no estábamos solos,
que somos muchos,
ahora nos vestimos con el cansancio diario
brincando de alegría
con un montón de estrellas por un ojo
y un lagrimón eterno por el otro;
con esa misma angustia
mil años compartida
sin saberlo.

Ángela María Dávila Malave




ante tanta visión de historia y prehistoria,
de mitos,
de verdades a medias —o a cuartas—
ante tanto soñarme, me vi,
la luz de dos palabras me descolgó la sombra;
animal triste.
soy un animal triste parado y caminando
sobre un globo de tierra.
lo de animal lo digo con ternura,
y lo de triste lo digo con tristeza,
como debe de ser,
como siempre le enseñan a uno el color gris.
un animal que habla
para decirle a otro parecido su esperanza.
un mamífero triste con dos manos
metida en una cueva pensando en que amanezca.
con una infancia torpe y oprimida por cosas tan ajenas.
un pequeño animal sobre una bola hermosa,
un animal adulto,
hembra con cría,
que sabe hablar a veces
y que quisiera ser
un mejor animal.
animal colectivo
que agarra de los otros la tristeza como un pan repartido,
que aprende a reír sólo si otro ríe
—para ver cómo es—
y que sabe decir:
soy un animal triste, esperanzado,
vivo, me reproduzco, sobre un globo de tierra.

Angelamaría Dávila


Cercanamente lejos

cercanamente lejos
de esta pequeña historia
expandida hacia todo deteniéndose.
se oye que dicen:
qué importa tu tristeza,
tu alegría,
tu hueco aquel sellado para siempre,
tu pequeño placer,
tus soledades
mira hacia atrás, y mira a todas partes.
yo miro,
de millones de pequeñas historias
está poblado todo:
¿importa que la lágrima
que a veces me acompaña y me abandona
se funda con el aire?
¿importa si algún rostro
tropieza con mi puño,
si algún oído atento
rueda hasta mi canción imperceptible?
¿qué importará, me digo
cuánta risa futura
fluya de mi placer hacia otra lágrima?
¿importa si mi pena
alegra la bondad de un caminante?
mirándome las uñas
y rebuscando esta pequeña historia
por dentro de mis ojos diminutos
descubro la partícula gigante
donde habito.

Angelamaría Dávila


de penumbra en penumbra,
boca a boca,
abismo;
aquí, los tejedores del silencio
pronunciándolo a voces monosílabo y amplio,
en mayúsculas,
de donde nadie sabe
desde entonces y antes;
compañeros,
hacía tiempo ya que cavilaban
los huesos en su risco
rascándose a falanges la calavera.
hacía tiempo
la luna le ladraba a algún ombligo
que temblaba en su gozne innecesario
en cualquier esternón
algún sucio pequeño
irritador de ojos y de olfatos.
aquí, los tejedores del silencio crecido
desde el peregrinaje originario
por las huellas antiguas;
de cuando las sonrisas eran sólo
la sospecha delgada y amarilla
de huesos florecientes y enanchados.
discípulos del árbol y la piedra
de la flor diminuta,
alunados y solos;
sujetos por la luz,
fundadores de verbos,
abolidotes;
cumpliendo los etcéteras radiantes
y nunca dichos.

Angelamaría Dávila



"En mí late la fuerza que es nuestra, de todos, de la afirmación nacional, la afirmación femenina, la afirmación racial, siempre desde la profunda raíz caribeña."

Angelamaría Dávila


Glosas de una paloma

(a la alondra y a la calandria,
trovadoras boricuas; a todas
las mujeres que han hecho esta
poesía anónimamente). 

"¡qué triste es una paloma
cantando al oscurecer!
 más triste es una mujer
andando de noche sola!"
(de una décima jíbara)

cuando niña, cuando oía
hablar de cosas oscuras
no preguntaba mis dudas
temiendo a lo que decían.
entonces, yo no tenía
más, que el cuerpo que se asoma,
la chispa azul que desova
la vida con su sospecha:
el aire dijo —tristeza,
¡Qué triste es una paloma!

me detuve concentrando
para buscarle sentido
revolviéndome en mi nido,
atenta y adivinando.
de golpe, quien sabe cuándo
algo supe y me asusté,
no sé lo que malicié
mirando a ver si veía;
mientras, buscaba alegría
cantando al oscurecer.

seguí creciendo y entonces
razonaba muchas cosas
que entre una y entre otra
tropezaban con los hombres.
querían ponerme un molde
que no quise ni acepté,
porque si triste es nacer
marcada por la dolencia;
si pasa sin resistencia,
más triste es una mujer.

soy mujer, vivo el amor,
amo con intensidá
de frente con la verdá
que nos impone el dolor.
redonda se abre la flor
que nos ata y enamora
pero, si es que me aprisiona
exijiéndome morir;
mejor prefiero seguir
andando, de noche sola.

Angelamaría Dávila


Poema

Para mi nombre quiero
sepultureros grises y tajantes.
Es más:
no quiero nombre,
que me lo lleve el mar lavándolo
en mi arena.
Que me lo arrastre el mar,
y que yo sienta
que estoy allá la intacta,
la sin nombre.
Que estoy allá, con vibración del golpe
de la ola.
Con mi sabor de sal,
con mi sabor de espuma,
temblante con sabor de verde mar.
A solas con mi piel y con mis valles,
con mis ojos adentro, con mis cuencas,
con mis playas ardientes,
recorrida en bandadas de murmullos,
desnombrada.
Sólo está el mar latente,
palpitándome amor de ola y arrullos...

Angelamaría Dávila


"Puertorriqueña: Boricua de nación, de corazón, de entendimiento."

Angelamaría Dávila



¿Será la rosa?
¿será el trámite
de la sombra debajo de los pétalos?
¿será la rosa
o será la espinísima ferocidad de a diario?
¿será la rosa,
será tal vez el pétalo desnudo y transitorio?
¿será la rosa
con su gota de siempre en la mañana,
o será que una lágrima se encarga
de refrescar las flores ilusorias,
o será que una gota de polvo
descansa en la mañana de un sol desaliñado
sobre una hoja imaginaria,
sobre una yerba
imaginariamente reptando por el polvo.
¿será que uno no entiende
que a esos hoyitos cogidos en la calle
de camino a la escuela
podría tal vez darles con ponerse de acuerdo
para inventarse jugar a ser abismos?
será que uno no entiende
que deshojarse a diario
no impide echar raíces
ni detiene el imperio constante de la tierra,
ni el temblor de ser pájaro
tragando a bocanadas el aire por las alas.
será que uno no sabe
o que no está seguro
de que el agua son flores diluidas;
¿será el tremendo recuerdo de la flor en el aire
como agua detenida?
¿será la rosa
olida y sorprendida por los ojos,
brutalmente fugaz;
tocante tocadora
tocada para siempre su armonía
por el recuerdo musgo de su historia
por el recuerdo feroz y demarcado
de su huella difusa y siempreviva;
por el recuerdo punzante y afilado detrás de cada espina
de cada esquina,
de cada ruina diluida en distancia y asombro?
será la rosa dura en pie de lucha,
será seguir hablando palomas,
diciendo caracoles,
haciendo verbos simples para mover los nombres,
como decir: la luna está en cuarto menguante;
y ayer, o en estos días por la calle
me encontré aquel tornillo viejo y largo
que parecía un quijote moderno y milenario.
¿será la hospitalaria región desconocida
que nos recibe con sábanas dobladas,
una sonrisa, un fuego elemental
alimentando el agua que alimenta,
que pone alfombras viejas para los pies recientes
de espinas y caminos?
¿será la rosa
será el concreto armado,
será la tierra oliendo a simple lluvia,
será la garra
o el hueco de la mano,
la sombra devorando la luz que no termina,
el destello total
inaccesiblemente amenazado?
será que hay muchas noches con sus días en orden
recordando eficaces cómo andamos
alternando los pies,
y con la manos
y hasta con la cabeza
si es que nos cerca de lejos el peligro,
si es que nos enamoran la distancia y la sombra,
flores en transiciones y aguas turbias;
si se nos aglomeran las espinas
para formar la lanza inacabable
que violente los pájaros,
que amenace los ojos que se nutren
de los animalitos;
o tropiece con todas las canciones
que tiemblan en el aire,
será, me digo yo,
que se nos acumulan en uno de esos días,
o en varios de esos días,
o un poquito de tal vez todos los días,
el susto y el asombro de encontrarnos
con tanta cosa junta,
con tantísima cosa
que uno dice en un grito y una lágrima
que habita entre los huesos;
¿será la rosa?
será que uno no entiende,
serán esos hoyitos de que hablábamos,
será la tierra oliendo
la garra, o el meñique, o el hueco de la mano
el destello total, el agua fuego,
este montón de cosas, todo esto.

Angelamaría Dávila


Y así voy...

Y así voy, como roca
sonriéndome estática como en muecas de piedra.
Como un túnel gigante que ni siquiera guarda
la esperanza de un eco.
Inmóvil.
Mirándome en un río turbio de remolinos.
Sin dedos y sin manos, sin ojos y sin pasos,
sin latidos, sin yo.
Toda de túnel y en espirales locos de suspiros.
Reseca...
Ya sin río.
Ni tan siquiera río, ya sin charca,
derrotados los rumbos, sin riberas.
Y así estoy, desgajada,
sin raíces que prendan en la arena;
estática,
tratando de apresar mares extraños
y arroparlos de espera...
Ni eso queda.
Y sin ojos, sin dedos, sin manos, y sin pasos,
sin latidos, sin yo.
Toda de túnel.

Angelamaría Dávila










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