Alucinantes muros

Entre mi padre y yo está la guerra,
aunque a veces las balas sean este silencio,
un silencio que hiere
y levanta arrecifes con dragones,
mentiras herrumbrosas, alucinantes muros.

Cuando mis armas eran la inocencia,
año tras año fui
enumerando su demonios
hasta armarle una cruz para cada arponazo.

Ahora que la inocencia es un remo invisible,
descubro en mí demonios de mi padre
y la guerra renace como un lobo
que ha visto entre sus uñas
dos sables siempre grises
condenados a muerte.

Agustín Labrada Aguilera


Antes veía los astros

Detrás de nuestros vidrios todos acertamos
la doble faz de las épocas.
Pienso en el destierro dentro del mismo anillo,
la reconciliación que siempre nos visita
cuando ya hemos soterrado la confianza.

Antes veía los astros en las caras vecinas
y aquello que nombré alegría
era una tela que no logró velar su gran miedo.
También yo tuve miedo a la costumbre,
sólo pulsé mi audacia
y murmuré en blanco y negro imágenes de lo perdido.

Jamás aprenderemos que perder
es regresar en la neblina a los orígenes.

Ya arriesgué lo más puro,
no festejo los remordimientos,
no quiero traicionarme frente a tanto infinito,
quizá sea el extranjero que no encuentra su casa.

Agustín Labrada Aguilera


Círculo y utopía

De falda en falda se trenza nuestra huida,
porque la libertad
se alisa con el miedo,
y muy contados hombres
podrían sostenerla entre sus cardos.

De la madre a la novia,
de la esposa a la amante,
de la amiga a la muerte,
buscamos esa hoguera que nos ata
todo un enorme siglo hasta el otro derrumbe.

Círculo y utopía,
¿dónde hay mayor oscuridad,
en la mesa sagrada o en la ciega aventura?
Ninguna flor nos gusta,
añoramos una seda inaccesible.

Nostálgicos, ansiosos,
no encontraremos nunca la caverna
-con su llama feliz-
ni un prado que nos baste
para saciar los sueños y morirnos.

Con el viento y la suerte

Se extiende mi voz,
alfanje hacia su noche,
hiere las máscaras,
se anilla entre los libros
y alumbra como tigre.

Libertad mía
de diálogo sin rostros,
¿me escucharás
como yo escucho al orbe
ahogarse en un naranjo?

Dibujo el fin
y agradezco al maizal
con sus espigas,
si los peces y el canto
viajan hasta mi mesa.

Ya vi borrarse
la sombra de aquel bote
rumbo a mi infancia,
y no trocó el regreso
ninguna melodía.

Madero soy
a la deriva o en el humo,
sin esa luz
de una boda secreta
con el viento y la suerte.

Agustín Labrada Aguilera


"Creo que Cuba es una sola nación, con todos los componentes conceptuales y emotivos que abarca este término; y que los cubanos —al margen de ideologías y maneras de leer el mundo— venimos de una tradición cultural sólida que nos dignifica y protege ante todas las tempestades con su estandarte amoroso, pues a tono con José Martí: “Sólo el amor engendra melodía."

Agustín Labrada Aguilera



"De visita en México, me ofrecieron una plaza de periodista. Hacer periodismo era uno de mis sueños y decidí cumplirlo. Aparte de esta justificación de matices vocacionales, por entonces (en medio de la crisis económica que el Gobierno de Cuba ha nombrado “Período Especial”) sin libreta para alimentos ni casa propia se me volvía un tanto difícil vivir en La Habana. Por estas dos razones quise probar suerte bajo otro cielo, aunque nunca me he desligado de Cuba."

Agustín Labrada Aguilera


Di nombre a un astro

Di nombre a un astro
y oscureció mi pez como ese lirio,
negro para su estirpe,
frágil ante los soles,
borrado en el desierto por la luna.

Morirá una cigüeña,
si permito volar frente a este muelle
cuerpos y mares
que no navegaré,
cuando sean deseados y no vuelvan sus olas.

Doy mi pecho a las dagas
si arrastro a los demás hacia el naufragio
y pago cada reino
(su ballet y su pólvora)
sin atarme al verdor de una sola aventura.

Pero los epitafios
no rozarán mi sangre con su arena
mientras cruce el perfume
que refugia en sus alas
el placer insondable del más profundo estío.

Agustín Labrada Aguilera











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