Analogías

Existe un misterioso sacramento
entre la mano, el bálsamo y la herida,
entre el lúgubre adiós de la partida
y las secretas ráfagas del viento.

Hay un lazo entre el sol y el firmamento;
e igual excelsitud, indefinida,
entre el ave, en el aire suspendida,
y el acto de nacer el pensamiento.

Hay un nexo entre el ósculo y el trino,
entre la copa, el labio y la fragancia
que se desprende de un licor divino.

Y hay una milagrosa consonancia
entre el árbol y el surco del camino
y el mensaje de amor y la distancia.

Bonifacio Byrne


¿Cual sería...?

¡Se fue del mundo sin decirme nada!
Cesaron de su pecho los latidos,
sin que su voz llegase a mis oídos,
triste, como una antífona sagrada.

En su alcoba revuelta y enlutada
quedaron sus recuerdos esparcidos,
como quedan las plumas en los nidos,
si el ábrego sacude la enramada.

Dios, para quien no existe un solo arcano,
únicamente contestar podría
esta pregunta, que formulo en vano:

"Su último pensamiento, ¿cuál sería,
cuando, muriendo, me apretó la mano
y cruzó su mirada con la mía?"

Bonifacio Byrne



El diablo

¡Sí! ¡Yo lo he visto! Entre las manos mías
las suyas oprimí más de una vez,
y mi cómplice ha sido en las orgías
donde embriaga el amor más que el Jerez.
Yo conozco el rumor de sus pisadas,
sé del modo que mira, y sin temblar,
de sus francas y alegres carcajadas
oigo los cascabeles resonar.
Él mis cabellos con amor alisa
lo mismo que si fuera una mujer,
y delicados versos improvisa
cuando alegre y feliz me quiere ver.
Yo lo digo: de todas las canciones,
la más dulce es su voz! Con sólo hablar
él deja en los humanos corazones
una huella profunda como el mar.
Él juega con los niños y los besa,
por más que a todos les inspira horror,
y son sus blancas manos de duquesa
mucho más delicadas que una flor.
Cautivan sus brillantes serenatas
y tiene fama de valiente: es él
quien domina en las grandes cabalgatas
con un hilo de seda su corcel.
El diablo es rubio. En sus azules ojos
sus estrellitas encendió el amor:
¡con su corbata y sus calzones rojos,
el diablo me parece encantador!
El diablo es un Tenorio. Las mujeres,
muriéndose de amor, caen a sus pies;
pero él desprecia a esos hermosos seres,
¡un mes los ama y los olvida al mes!
El diablo es un gran músico. Inspirado
sólo toca de noche su violín,
un violín diminuto y encarnado
que se encontró en las márgenes del Rhin.
Cuando lo toca, salta y gesticula,
sin perder el más mínimo compás;
y lo aplaudo, y mi aplauso lo estimula,
y salta y toca entonces mucho más.
El arco por sus dedos impulsado
se mueve con nerviosa prontitud,
se mueve como un pájaro asustado
que ve desde su jaula el cielo azul.
Su música produce escalofríos,
y a su son misterioso y singular,
los átomos dispersos y sombríos
en el aire comienzan a bailar.
El diablo es bello como el Sol y el día,
bello como una hermosa tentación,
como la juventud y la alegría,
como el amor, la dicha y la ilusión.
Los que me miren, cuando a solas hablo,
que estoy demente pensarán al fin,
y es que charlo, que charlo con el diablo,
mientras él acaricia su violín...

Bonifacio Byrne



Harén de estrellas

Del mar vecino hasta la margen llego
y lanzándome en alas de la mente,
antes de que se extinga el sol poniente,
monto de un salto en su corcel de fuego.

Evoluciono en el espacio.... Luego
cruzo como un relámpago el ambiente,
las águilas contemplo frente a frente
y mi bandera en el azul despliego....

Escribo un madrigal en una nube,
y, al ver que exangüe, mi corcel no sube
al asilo en que mueren las querellas,

un alcázar fabrico en un celaje,
y cada vez que vuelvo de ese viaje
torno feliz con un harén de estrellas.

Bonifacio Byrne


Mi Bandera

Al volver de distante ribera,
con el alma enlutada y sombría,
afanoso busqué mi bandera
¡y otra he visto además de la mía!

¿Dónde está mi bandera cubana,
la bandera más bella que existe?
¡Desde el buque la vi esta mañana,
y no he visto una cosa más triste... !

Con la fe de las almas austeras,
hoy sostengo con honda energía,
que no deben flotar dos banderas
donde basta con una: ¡la mía!

En los campos que hoy son un osario
vio a los bravos batiéndose juntos,
y ella ha sido el honroso sudario
de los pobres guerreros difuntos.

Orgullosa lució en la pelea,
sin pueril y romántico alarde;
¡al cubano que en ella no crea
se le debe azotar por cobarde!

En el fondo de obscuras prisiones
no escuchó ni la queja más leve,
y sus huellas en otras regiones
son letreros de luz en la nieve...

¿No la veis? Mi bandera es aquella
que no ha sido jamás mercenaria,
y en la cual resplandece una estrella,
con más luz cuando más solitaria.

Del destierro en el alma la traje
entre tantos recuerdos dispersos,
y he sabido rendirle homenaje
al hacerla flotar en mis versos.

Aunque lánguida y triste tremola,
mi ambición es que el Sol, con su lumbre,
la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!
en el llano, en el mar y en la cumbre.

Si deshecha en menudos pedazos
llega a ser mi bandera algún día...
¡nuestros muertos alzando los brazos
la sabrán defender todavía!...

Bonifacio Byrne


Nuestro idioma

Hallo más dulce el habla castellana
que la quietud de la nativa aldea,
más deleitosa que la miel hiblea,
más flexible que espada toledana.

Quiérela el corazón como una hermana
desde que en el hogar se balbucea,
porque está vinculada con la idea,
como la luz del sol con la mañana.

De la música tiene la armonía,
de la irascible tempestad el grito,
del mar el eco y el fulgor del día;

la hermosa consistencia del granito,
de los claustros la sacra poesía
y la vasta amplitud del infinito.

Bonifacio Byrne









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