“Aquí respirando ancestro, se forjó mi loco empeño; yo no he nacido peruano, he nacido arequipeño.”

César A. Rodríguez Olcay


“He vivido en mis versos.”

César “Atahualpa” Rodríguez seudónimo de César Augusto Rodríguez Olcay


Obsesión

Las cosas en la noche tienen miedo:
yo tengo un miedo negro de las cosas.
Cuando voy por las calles, misteriosas
sombras no puedo atravezar, no puedo...

Las baldosas son lápidas de fosas;
y un poste del telégrafo es un dedo
que me enseña el luminoso enredo
de los astros, como albas mariposas.

Por eso, nada más, busco lo blanco;
por eso tengo mi ruinoso banco
donde sentarme al linde del camino,

para mirar con cauteloso aplomo
las bajas horas del pasado, y como
la luna hila su lana sobre un pino.

César A. Rodríguez


Oración

 Cristo 
 hace ya rato 
 que el mundo te ha visto; 
 y que el hombre, animal insensato, 
 queriendo materializarte, para mirarte 
 ha pintado su propio retrato. 

 Te puso cara compungida 
 y contusiones sanguinolentas 

 A ti que eres la vida, 
 te hizo vivir escenas cruentas 
 y te metió en las fauces del delito: 
 y como muere todo lo que existe 
 para que tú existieras, moriste 
 con el párpado marchito. 

 Así son todas las normas 
 de esta criatura falible. 
 El hombre, pensador de formas, 
 busca siempre de lo imposible lo posible. 

 Cuando se lanza en otras aventuras 
 y el infinito se niega a sus miradas, 
 con sus medidas rígidas y duras 
 todo lo mide por pulgadas. 

 Y Tú que no tienes porte, 
 ¡Dios inmenso! 
 ¿Con qué herramienta quieres que te corte 
 para que quepas donde pienso? 
 Estoy jadeante de fatiga 
 como el que acaba de hacer una hazaña. 

 ¿No me has sentido? Soy hormiga 
 que te subí, creyéndote montaña. 

 Y no eres, no, montaña ni acomodo, 
 ni campo de medir mostrenco. 

 Como la parte no conoce al todo, 
 te percibo en el aire azulenco, 
 en el hilo de luz mañanero 
 que me lleva como una vasija, 
 en el labio de mi hija, 
 en diciembre y enero. 

 Los que te buscan sólo a ratos 
 y creen conocerte, 
 son los mismos que le pidieron a Pilatos, 
 tu muerte. 

 Ellos te oran y te llaman 
 en el momento decisivo, 
 ellos por miedo te aman 
 yo, Cristo, te vivo. 

César A. Rodríguez Olcay














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