Arco iris

Hamaca de siete paños
en que se mece la brisa.

Listón que han puesto las nubes
colgando en la lejanía.

Banderola de señales;
semáforo sin esquinas.

Alada cuerda de seda
donde los pájaros brincan.

Alfabeto del color
con que se escriben los días.

Cartelón de propaganda
en que se anuncia anilina.

Viudo párpado del cielo
y divorciada pupila.

Iris, polícroma flor
sin aroma y sin espinas.

¡Siete lazos con que Dios
ata las Siete Cabritas!

Álvaro Menen Desleal


"Cuando se pierde la luz, se pierde el nombre; cuando se pierde el nombre, se pierde el hombre."

Álvaro Menen Desleal
Luz Negra


Dame la mano, Antípoda

Dame la mano, Antípoda.
Tú, el hombre de ese lado;
yo el hombre de este lado.
Pudiente o proletario,
sencillo o complicado,
dame la mano.
Levanta la amarilla faz
del arrozal chino en que sudas tu pan diario;
deja la mina,
apaga tu incensario,
y en paz
dame la mano.
Que importe poco el mandatario,
el "leader", la creencia, y sé mi hermano,
Tu Buda, tu Sol, o tu Confucio
con mi Cristo
no son más que simbolismo
de un Dios Unico y Mismo...
Dame la mano, Antípoda...
Si acaso te desangras en suelo coreano,
arroja tu fusil, clausura la trinchera, y en paz,
tú, del Sur; o tú, del Norte,
dame la mano.
-Sin odios ni prejuicios tu mano de soldado
y mi mano ciudadana.
Yo sé que allá en la India
tus hijos mueren de hambre;
que en África del Sur los blancos son los dioses;
que el hule en Micronesia revienta los transportes,
y que el diamante ciega los ojos de los hombres.
¡Y cómo me obsesiona pensar que tú,
mi hermano,
bien puedes ser esclavo!
Dame la mano, Antípoda.
Por todo lo que somos
-por todo lo que callo-
dame la mano...

Álvaro Menen Desleal


"En mi negocio, la clave consiste en saber que las personas prefieren dar la vida y no la bolsa; pero siempre entregan la bolsa por la vanidad."

Álvaro Menen Desleal
Luz Negra



La verdad, eso es todo

¡Vamos! ¡De nuevo no me acoséis,
no hagáis preguntas huecas
y mucho menos esa.
La intención inicial era un paseo,
y me quede a vivir.
Por un rato nomás, no para siempre.
Y me objetáis que miento,
que vine para ver si era posible,
sí, por fin, se revelaba
la oculta, luminosa sombra..
No. falseáis mi pensamiento;
nadie me convidó;
vine, sin quererlo casi;
vine porque sí,
y me gustó al principio.

Que quise abrir la puerta y giré su picaporte,
estando aquí
decís, pero no es cierto.
Pasab, eso es todo.
No quise ver adentro, ¿Para qué?
y es demás que sigáis.
Pasaba, eso es todo, y lo demuestro
pues tengo caduco el pasaporte
y me voy a marchar.
Eso es todo ¿Creéis?

Álvaro Menen Desleal



Los cerdos

El primero que encontró el papel fue el barbero. Lo halló tirado sobre el alcor, cerca del viejo molino. Recogió la hoja, que el viento y la lluvia parecían haber respetado, y leyó los gruesos caracteres dibujados con caligrafía enérgica. De allí bajo, ya con forma de cerdo.

El hecho alarmó a la mujer del barbero, quien subió luego al alcor acompañada por su suegra. Encontraron el papel, lo leyeron y comenzaron a dar pequeños gruñidos: ¡Coin! ¡Coin! El maestro de la escuela se dio cuenta del asunto, y subió; también bajo corriendo y dando de gruñidos. Después fue el policía, quien llegó al pueblo con su gorra de uniforme trabada entre las grandes y peludas orejas. Más tarde, el carpintero, el molinero, la modista, el boticario, cuatro niños, once niñas, el inspector sanitario, etc. El último fue el cura, y su caso el más patético: la negra sotana no alcanzaba a cubrir la cola rizada, que flotaba como una bandera a medida que el animal corría por las calles de la aldea, perseguido ya por millares de cerdos. Apenas se salvaron unos cuantos campesinos viejos y analfabetos.

La hoja de papel amarillento quedó sobre el alcor. Funcionarios de la capital del Estado, delegados de la Universidad, científicos y periodistas extranjeros y curiosos de los pueblos vecinos, se mantienen a prudente distancia sin atreverse a leer el texto mágico. De vez en cuando lo hace algún desaprensivo, sin que los oficiales del ejército federal puedan impedirlo; entonces corre otro cerdo colina abajo, hasta llegar a las calles del pueblo, que es hoy una inmensa porqueriza.

Álvaro Menen Desleal




"Plaza Libertad, Plaza Libertad o Plaza Libertad, ¿qué más da? Se llame como se llame un día servirá otra vez para lo que sirvió hoy."

Álvaro Menen Desleal
Luz Negra


Oídlo: esta es mi voz...

Oídlo: esta es mi voz y este es su acento
y es esta su más casta vestidura.
Esta mi voz que se fugó en el viento
de los fieles cristales de su altura.

Esta la voz que me inspiró el acento
para ser un Quijote en la aventura:
en su aliento prospera el sentimiento
de que es cielo esta gris arquitectura.

Esta la que en mis júbilos sencillos
ha derribado todos sus castillos
para ver una nueva dimensión;

La que canta mis dichas y mis duelos
y os da, para alegrar vuestros desvelos,
el vino de mi rojo corazón.

Álvaro Menen Desleal



Oración que ayuda a bien condenarse a un tirano

Señor,
cuando se muera —porque, como el tiranosaurio, por grande y por feroz que sea, por agrio y bien armado que esté, ha de morir, y será entonces como un pequeño volcán de huesos sobre el que los otros animales del bosque se orinen impunemente—

Cuando se muera,
Señor,
no te acobardes como se acobardó tu iglesia, que puso sus blancos odres
para llenar sus odres esperanzada en robar sus odres;
no te acobardes,
Señor,
y no te niegues:
Tú mismo abre la puerta
—no mandes una virgen, ningún ángel
te cumpla ese mandato—;
abre tú mismo y lo verás:
un alma enjuta, un alma miserable que moró como gusano y que gusano
es y será, que se arrastró de milagro pata tocar a Tu puerta,
para llegar hasta ella con el juego de siempre.
Abre tú mismo y mira que a ti llega no con el gesto insumiso de aquel
que allá en la tierra, en su país, pareció hacer temblar tus firmes
montes, tus sólidas montanas;
abre tú mismo y mira que ya no tiene más la sombra que mataba tu hierba
en los jardines de Brasilia, de Managua, de Asunción,
de La Paz, de Madrid, de Lisboa;
de Buenos Aires, Por -au- Prince y Guatemala; de Santo Domingo,
Bogotá y Caracas,
de Lima y San Salvador;
de casi toda tu tierra, en fin, porque el reino de la maldad
nunca se pone al sol;
abre y mira como pretende engañarte fingiéndose el más humilde de tus hijos.
Con un rasgo de humor, aprecia su arte.
Mira cómo maneja sus cartas credenciales
y estudia su baraja compuesta sólo de ases,
su juego organizado para nunca perder.

Cuando te hable para pedirte acceso a los serenos claustros celestiales,
no usará el vozarrón con que ordenó a sus guardias el exilio
y la muerte de tus mejores ángeles.
Quizás ni te hable, y sólo baje humildemente la vista.

¡Tú reconócelo, Señor, porque es el mismo,
el uno y mismo!

¡Sé implacable, Señor: no te conmuevan las misas que por encargo
de los embajadores dijeran, previo pago, algunos curas!
¡No lo perdones! ¡Dale una celestial patada en el trasero y envíalo
a su sitio, a los antros que
le son merecedores!

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo;
en el de los poetas clavados en sus huesos;
en el de las viudas que muerden sus almohadas
y en el de todos los muertos levantando sus puños,
gracias te doy, Señor.
Amén.

Álvaro Menen Desleal


Toma y daca

El negocio es sencillo: toma y daca.
Aún me resta un poco que he de dar
a vosotros.
Después se rinden cuentas, es verdad,

El negocio es sencillo: toma y daca.
Seguidme quitando el corazón
a girones, a mordizcos, a empellones.
Después se rinden cuentas, ¿no?

El negocio es sencillo: toma... y daca.
Hambrientos de mi, sedientos de mi
inconsolables de mí, yo os digo:
la vida es siempre un toma y daca,
un dar y recibir...
Y yo ya di.

Álvaro Menen Desleal






No hay comentarios: