Aterrados

La humanidad es un bosque
y los árboles
estiran sus ramas
en un mar de viento.
Buscan acariciar las hojas
que en la distancia los rodean.
Lanzan aromas fantásticos,
ramalazos de sombra
que alcancen otro páramo.
Mas se encuentran clavados en sí mismos,
en la tierra mojada
de sus aspiraciones.
Jamás pueden besarse
y se van secando y sus hojas quebradizas
caen como lágrimas.

Benjamín Macedonio Valdivia Magdaleno


Borrosa indefinida

Borrosa, indefinida, dúctil
igual que entre las hierbas
de la alucinación
pasa borroso todo ser,
indefinida la mañana,
dúctil toda materia detenida.

Y en la brumosidad serena de la imagen
reconstruyo lo claro,
acoto lo específico:
la caverna sutil, el orden perfumado,
el mudo laberinto de la oreja,
su sensible arracada de filtros minerales.

Recompongo de mí lo que tú seas
en la neblina de lo visto
en el tiempo en que fuiste
de borrosa y tan dúctil definida. 

Benjamín Valdivia



De niebla natural

Color de niebla natural te viste el torso:
tejido azul celeste de una doble armonía.

Coronada de ti en un reino absoluto
tu pelo deja al viento tener nuevos motivos.

Así funge la luz su ministerio en ti:
evidencia y modelo de otros ángeles nítidos.

Y yo que solamente poseso de tu nombre
puedo alcanzar las cimas magnéticas del vuelo.

Infinitud de la palabra
desde los coros arbolares de la sierra.

Desnuda de la niebla eres un sueño:
mundo creíble cuando todo se cierra en el silencio.

Vestida de la nube en la llovizna,
en tu imperio en la tierra que me forma eres triunfante.

Y permites al ave de tu nombre
desenredar la sed de la mirada:
evocación perfecta: privilegiado mar.



Benjamín Valdivia




Detenida entre dos espacios

Te detengo entre dos espacios claros
en un pasaje de la sombra
para cifrarte así
como la luz toca la altura de las palmas
en las habitaciones del verano;
igual que toca el agua
de manantiales invisibles
las piedras por debajo del mundo.
Y tu tienes ceñido el brazalete
donde atisba con sus constelaciones
un destino privado:
signo de quietud muy tempestuosa,
mágica mente
que sabe interrumpir tu viaje entre dos cielos
como interrumpe el alfiler la luz
entre las dos alas de la mariposa
conservada en la memoria de estos labios.

Benjamín Valdivia



"En la infancia, cuando uno nada sabe, la literatura surgió como un destino todavía invisible: en casa había un diccionario, despastado y mustio, un tomo que en mis manos infantiles se advertía de tamaño monumental. Le faltaban las primeras páginas y otras tantas aquí y allá, páginas vencidas por la ocasión y el transcurso. Un día tuve el impulso de completar un faltante del diccionario. Un poema con título de “La pájara”.
Esa experiencia primordial, tal vez a los ocho años, se extravió luego en el andar de los relojes y nada dijo de las palabras hasta que en la secundaria, rondando los catorce, escribí un cuento por una exigencia escolar. Allí si tuve plena conciencia de facturar una pieza literaria, con sus componentes de imaginación, trama, personajes, estructura. Pero no fue sino hasta que, como dice Yupanqui, “el amor me hizo señas”, que pude sentir en el pecho esa imperiosa incrustación del sentir que no nos absuelve si no es a fuerza de palabras: decirlo desde las profundidades con vocablos por siempre insuficientes. Esa persecución de la abigarrada densidad de lo sutil, es lo que me empuja desde entonces a este abismo de la poesía, en el que más me hundo y más alto me aprecio.
Entonces, puedo decir que la poesía me eligió, aunque primero buscó el camino fácil del diccionario paterno, la obligación impuesta por la profesora y el uso de una luz personal."

Benjamín Valdivia




Entrada

Amamos la palabra y su hierro matizado
porque en ella se cumple la fuerza de la voz
y los ciclos del agua silenciosa.

La palabra trae luz
para nuestro animal introspectivo.

Quien levanta la voz
inaugura los diálogos del fuego.

Y así,
establece recintos por miradas,
produce atardeceres que no pesan
y de nuevo color.

Amamos la palabra
por el río de tiempo en que transita:
un río de manos escribe en mis manos.

Benjamín Valdivia



"La filosofía académica me parece una enfermedad del intelecto cuando aboga por su sola supremacía. En cambio, cuando la filosofía se abre al problema del ser como vida, como vivencia diaria, como experiencia humana, es la guía excelente para que la poesía tenga, además del furor de sus alturas, una razón con la cual situarse y conducir.
En trechos de destino, mi búsqueda filosófica ha tocado la poesía o se le ha impuesto; en otros lapsos, quizás más felices, la poesía se ha desbordado más allá de donde se pudiera imaginar la filosofía.
No obstante, debo reconocer que no es en la poesía, sino en la comprensión de lo poético, donde la filosofía se ha mostrado generosa, útil, y hasta sapiente.
En todo caso, creo que la separación de filosofía y poesía es un artificio fabricado por los filósofos que no alcanzan a tocar la lava de las palabras."

Benjamín Valdivia



"La poesía es la verdad iluminante, aunque el poema esté construido, como queda dicho, con cenizas y sombras. Tales sombras y cenizas eclosionarán la pupila de la imaginación y de la sensibilidad elevante si pertenecen al orbe de lo poético. De otro modo estaremos solamente ante ceniza y sombra."

Benjamín Valdivia



"Llegué a conocer algo que ha sido la base ética de toda mi obra, con todo rigor y con el más vehemente dogmatismo: el poeta nunca miente."

Benjamín Valdivia



Palabras de la duda

Tenía presagiadas para ti
palabras de la duda,
raíces de un árbol sin sentido
o piedras arrojadas por un tiempo negro.
Pero ayer que vi tus ojos
todo estaba en las fronteras del fuego:
armas de claridad tan específica
como lo son para los gamos la pezuña,
el carey para el quelonio mesurado,
la luz para los tigres
o la sensación de no dudar
cuando tus ojos me buscan en la luna.
Ahora tengo para ti palabras ciertas,
la raíz absoluta del árbol del sentido
y piedras alisadas por el paso del río de la vida
sobre de un tiempo transparente.

Benjamín Valdivia



Rapsodia en blanco

Bordado en la blancura de tu pecho
un seguimiento de hojarasca y brillo
confluye hacia tu cuello y se te enreda:

Entintas una página,
dices aquella frase,
desamparas un gesto.

El río de minutos nos persigue
dentro del tono blanco
del estremecimiento.

Benjamín Valdivia



"Siempre hay un proyecto literario pulsando en las arterias. Siempre queda la esperanza de que el poema próximo verá despuntar un alba mágica. Al menos eso nos gusta pensar desde la noche fatigosa que forma las horas sin poesía.
Añadiré, no obstante, que la dicha de vivir eclipsa cualquier aspiración en el ámbito de la cultura."

Benjamín Valdivia







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