Al renunciar al mundo,
al renunciar al cuerpo,
me he convertido en una persona ociosa.
En compañía de la luna y las flores
vivo lo que me queda de vida.
Tan claras —la lluvia, las nubes, el espíritu.
Estoy despierto
al igual que todos los seres en el mundo.

Ryōkan



Calma noche bajo la ventana vacía.
Sentado en meditación, envuelto en mi robe (kesa) de monje,
ombligo y nariz permanecen correctamente alineados,
las orejas y los hombros en el mismo plano.
La ventana es blanca, la luna acaba de salir;
la lluvia ha cesado, alguna gota cae todavía…
En este preciso instante, mi sentimiento es extraordinario,
vasto, inmenso,
sólo por mí conocido.

Ryōkan


Con el cayado en la mano, voy por la orilla del río
hacia la aldea.
La nieve permanece indecisa, pero el viento del Este trae
las primeras noticias de la primavera.
El canto de un uguisu deambula entre los árboles;
la hierba comienza a mostrar un toque de verde oscuro.
Me encuentro por casualidad con un viejo amigo.
Sentados en una colina, mirando el valle, conversamos.
Más tarde, en su cabaña, abrimos muchos libros
y bebemos té.
Esta noche estoy traduciendo en verso la escena
de la tarde…
Flores de ciruelo y poesía, ¡qué maravillosa combinación!

Ryōkan


Crepúsculo… Se levanta el humo desde la aldea,
un ganso de invierno grazna en el cielo,
el viento sopla por los pinares.
Solo, con el cuenco de arroz vacío,
tomo el camino de regreso.

Ryōkan



¿De dónde vino mi vida?
¿Dónde irá?
Junto a las ventanas de mi tosca choza
busco mi corazón en silencio profundo.
Aunque busco y busco,
no encuentro dónde empezó todo,
¿cómo voy a encontrar su final?
Ni el momento presente se puede captar;
todo cambia, todo es vacío:
este yo solo existe por un momento en esa vacuidad.
¿Cómo decir si algo es o no es?
Es mejor quedarse con esos pensamientos pequeños,
dejar que las cosas sigan su curso sencillamente
y así, ser natural y tranquilo.

Ryōkan



En el bosque verde, 
mi ermita 
solo lo encuentra 
quien se ha perdió en el su camino. 
donde no llegan los rumores del mundo, 
solo a veces, la canción de un leñador. 
Mil picos, diez mil corrientes, 
ni un alma viviente.

Ryōkan


Ha llegado ella,
a quien tanto esperaba.
Ahora que estamos juntos,
¡cuántos sentimientos afloran!

Ryōkan



La lluvia ha cesado,
las nubes se disiparon,
el cielo está otra vez sereno,
cuando el corazón es puro,
todo es puro en el universo,
confiando mi cuerpo al curso de las cosas,
renuncié al mundo para ser libre,
con la luna nueva y las flores he de pasar el resto de mi vida.

Ryōkan



La vida es como una gota de rocío,
vacía y fugaz;
se han terminado mis años
y ahora, frágil y tembloroso,
debo desvanecerme.

Ryōkan



Llevando una vela, noche de nieve en la montaña;
en la calma nocturna, los copos de nieve vuelan.
Libre, a mi aire.
Lo verdadero, lo falso, ¿Qué importan?

Ryōkan



Me siento en silencio a escuchar las hojas que caen…
Una cabaña solitaria, una vida de renunciación.
Se esfuma el pasado y olvido las cosas.
La manga de mi túnica, humedecida por las lágrimas.

Ryōkan



Mi cabaña está en lo más profundo del bosque,
Cada año las malas hierbas crecen más recias.
Sin noticias de los asuntos del mundo.
A veces el canto lejano de un leñador.
El sol brilla y remiendo mi ropa.
Cuando sale la luna, leo poemas zen.
No tengo nada que deciros amigos míos,
Pero si queréis comprender
dejad de correr tras tantas cosas…

Ryōkan


Mil picos rodeados por las nubes heladas,
diez mil senderos, ninguna huella de hombre.
Todos los días de cara al muro;
de vez en cuando, oigo la nieve rozar la ventana.

Ryōkan


N Matsuno-O

Ha comenzado el noveno mes; mientras caminamos
hacia Matsuno-o
un ganso solitario pasa por el cielo
y los crisantemos están en plena floración.
Los niños y yo llegamos a este bosque de pinos.
Hemos viajado una distancia muy corta,
pero el mundo está a cientos de millas de aquí.

Ryōkan



No es que no desee
poseer nada del mundo,
es que me encuentro mejor
en el placer disfrutado en soledad.

Ryōkan



¿Qué quedará de mí?
El cerezo en primavera,
el cuclillo en las montañas,
las hojas de arce en otoño.

Ryôkan Taigu




¿Quién dice que mis poemas son poemas?

¿Quién dice que mis poemas son poemas?
Mis poemas no son poemas.
Cuando entiendas que mis poemas no son poemas,
podremos empezar a hablar de poesía.

Ryōkan
Traducción de Carlos A. Castrillón



Un estrecho sendero rodeado por un bosque espeso;
por todas partes, montañas en oscuridad.
Han caído ya las hojas del otoño.
No llueve, pero a las rocas aún las ennegrece el musgo.
Regreso a mi ermita por un camino que pocos conocen,
con una canasta de hongos frescos
y una jarra de agua pura del pozo del templo.

Ryōkan



Voy siguiendo el curso del agua, buscando donde mana.
Llego allí donde una fuente parece comenzar, desconcertado;
comprendiendo que no se alcanza jamás la fuente verdadera.
Apoyado en mi caña, por todas partes, rumor de agua.

Ryōkan





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