Canto la vida

Yo canto la vida.
Tu la escribes, poeta.
Mi vida no cabe en un pentagrama.
La melodía sale suelta,
como el rayar del  alba.

Tu escribes cosas que llegan al alma.
Yo pongo el alma cuando canto. 
Yo te admiro, pero mi voz, . . .   
no te alcanza.
.
Subo como un árbol, me balanceo
como el agua, soy libre como el viento.
Porque amo.

Tu te encierras en la palabra,
y la pules, como  la brisa al viento
Viento que en mis ojos  canta.
Soy caricia rodeando el bronce
de tu palabra.

Te he dejado entrar en mi casa,
desnudo de tus sueños,
del poema que te ata.

Entraste solo, sin sandalias.
Y ahora ¿Quién te echa
de esta casa, que es  divina,
y me la dejó prestada,
el día de bodas, mi Amor;
en que solo Él estaba?

Quédate, como yo, cautivo,
del  Amor, enamorado.
Poeta ,  esta es tu casa.

Sor Alicia Garrido Gisbert


Irak, y Palestina

Lo soñé, . . .¡Y, ¡era de día!

El venía hacia mí.
Sobre lirios y azucenas.
La faz radiante, serena.
Fuego ardía en sus ojos.
De néctar  y  miel  la boca.
Entre sus pechos, cinto de oro.

Lo  soñé,. . . .  ¡Y era de día!

Sus palabras,  ¡pura melodía!
La frente: luz y transparencia,
sus manos destilaban mirra,
y su honda mirada, pena.
En su costado una roja herida.

Salió  a segar la tierra.
Y segó sangre, no espigas.
La luna no alumbraba la noche.
Ni el sol  iluminaba el  día.
Incienso  de humo y  pólvora,
un macabro incensario ofrecía.

Lo soñé y ¡eran las diez del día¡

Los tanques tocaban a muerto.
Las campanas, del cielo, a vida.
En el aire, un aullido estremecía:
Era el rugido de una leona herida.

Lo soñé, y ¡era la nona del día¡

Por el cielo regueros de sangre
¡subían!, ¡subían!, ¡subían!
Brillaban cómo  centellas.
De la tierra, en tropel, subían
palomas blancas de  nieve,
mutiladas, muertas, sin vida.

El cielo era un enjambre.
De mariposas perdidas. 
Yo lloraba por los muertos.
Dios lloraba, ¡por las vidas!

Lo soñé, . . .
y ¡era verdad que ocurría!

Alicia Garrido Gisbert


Quemabas

Al fin nos encontramos,
bajo el   árbol que plantaras.

Te miré.
Me mirabas...
No dijimos nada.
El amor habló en el fuego,
de las miradas.

El árbol que se incendiaba.
Se consumieron siglos.
Ardía  todo el fuego
de las galaxias,
dentro del alma.

La luna enrojecía
la ladera del monte.
El mar en el horizonte,
-cuna del  sol y  la luna-
Lo que empezó en una llama ,
nos devoraba.
  
Cantó la calandria:
Ella era el tiempo,... la distancia:
Fundimos en un instante:
En un abrazo presente,
la eternidad empezada.

La eternidad es amor,
que se encuentra
¡y no se acaba!

A Jesús mi Señor.

Alicia Garrido Gisbert


Soñando

Tengo el corazón sin puerta,
Como el campo, extendido.
Y se me escapan las risas,
Y las flores que han crecido.
Y me van entrando penas,
Y me va entrando frío.
¡Ay quien tuviera una puerta
con cerrojo y con postigo!
No entrarían los amores
que jamás yo he pedido,
ni saldrían por mi puerta
lacerados mis suspiros.
Dejaría dentro, gozos,
y amaneceres divinos.
¡Ay, si tuviera una puerta
para el mártir pecho mío!
Y solo en el entrara,
el Amor que yo persigo,
dejando fuera las nubes,
que lloran por mis sentidos!

Alicia Garrido Gisbert



Tus hijos

Llenaste mi odre como un río.
Y el agua se  escapó en mi camino.
por el peso de tu gracia ,Amor mío.

Hoy te traigo las flores que han crecido;
regadas con las lágrimas que vertí,
las que has vertido, por el odre.

Me diste un corazón abierto,
y dentro un mundo poblado. 

Como si fuera hijo mío.
se fueron cayendo rostros,
por mi culpa, a pesar mío.

Rostros que quise  y no olvido,
con su perfume, sus miradas,
sus nombres, su drama y apellidos.

Hoy te traigo el corazón vacío,
yermo de amor, por Ti ¡Amor mío!
Toma este ramo de estrellas.

Son ellos, los hijos que me diste.
y no cuidé a lo largo del camino.
Ahora son tuyos y míos. Eternamente 
por el cielo brillando, esparcidos.

Alicia Garrido Gisbert












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