Carretero

De sus mares en calma, suspendida…
encogiéndose de hombros, tiernamente…
por encima del corazón y de los años
me contempla entristecida la tristeza
y se concentra –en gesto que me aterra–
con el cinismo crudo y compasivo
del que ya ha amado tanto, tantas veces,
sobre –rompiente deseado entre mis labios–
esas líneas calientes y profundas de esos frentes.
Infieren los silencios mis sentires
y es cuando la tristura que murmura,
escupe dulcemente:
Si estás de amor muriendo,
¡qué más quieres!

Ana Beret

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