Célula

Congénita la cólera de lúbrico
satélite que cálidos testículos
muy pálidos y crápulas sus vínculos
eróticos al fúnebre y más púdico

traslúcido y gran círculo su artístico
por prístino decúbito es el fúlgido
flemático cruel águila de rígido
pináculo en diabólico deíctico

Las pócimas orgiásticas los dísticos
de músculos más crípticos y el cántaro
filántropo bien ácido por vértebras

de féminas muy ínclitas sus cítricos
arcángeles exóticos al tártaro
magnífico suplícanle sus cátedras

César Arístides



En la ventana 

Desde mi ventana el mundo son los árboles
los pájaros que vuelan sobre el sueño de los gatos
allá están los camiones las calles las ilusiones
los niños más grandes regresan de la escuela
entonces las nubes ponen el mantel
y le avisan al sol que lave sus manos
pues es hora de llover 

desde mi ventana la ropa tendida
es un baile de fantasmas que dan risa
un vestido tiembla y corren calcetines
en busca de un señor barrigón
que trabaja en un mercado 

corren las bancas porque llueve
y las casas también los semáforos
sólo los sueños se quedan quietos
disfrazados de niñas mojadas
que saltan una cuerda

César Arístides



Epístola

Mi pérfida los pétalos y glándulas
etílicos de púberes escépticas
insólita al pacífico de eclécticas
y súplicas eróticas sin máculas

das sórdida en tus ánforas de púbica
ninfómana bien lúbrica el escándalo
tan álgido las diócesis y el sándalo
galáctico en los mástiles impúdica

Dulcísima tu pábulo a los mártires
las lésbicas y tránsfugas sin límite
vi trágico en sus óbolos acuáticos

tan bárbaros no hay óbice a tus títeres
sacúdeme pues cómplice soy mílite
carnívoro en tus éxtasis orgiásticos

César Arístides



Quiero dormir

 A veces en la noche
me da miedo el eco de la nada
Imagino a los fantasmas buscar su cabellera
atorada entre las puertas o los libros
debajo de la cama entre juguetes olvidados 

si acaso me despierto a medianoche
asustada por la nada y su canción de oscuridad
pienso en el columpio y la naranja
en las nubes que hacen triste la cara de mi abuela
y también en la risa del recreo
así me entra la sed y la añoranza
y vuelvo despacito
acurrucado en los recuerdos
a la tibieza del sueño

César Arístides



Trampas

Audaz la soledad sin indulgencia
relumbra sin piedad ladran sus huesos
fracturan la grisura de los rezos
cautivos macerados sin clemencia

Conduce el carromato la promesa
del frágil corazón de la alborada
obsesa por la náusea sublimada
bengala despojada de terneza

La muerte es la cadencia suspendida
tumores de la lluvia fatigada
tramposa en la ceguera del torrente

petroso cuya sangre envilecida
encumbra la amorosa llamarada
el beso del relámpago en la frente.

César Arístides






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