Cristales

Oscurece. El cielo está temblando
en sus añicos como una barca rota.

Carne y silencio. La roca en el pantano.
La mano que se aleja.

Vibrando, las estrellas acarician el suelo
con su lengua de sábana o asfixia.

La fiebre es el incendio que naufraga
debajo de las puertas.

Ana Gorría


en ausencia de símbolos

la voz en su mediana incandescencia
así
la lejanía
leve espiral de sol
vientre
llanto
decir es lo que duele

Ana Gorría


Fantasmas

El centro de la lengua es imperfecto como pequeñas láminas de uranio. Después lo vertical. En la saliva, temblar en carne viva es la frontera contra lo que se esfuma. Lo que dijimos límite es orquídea. Tan frágil entre huellas es este pasadizo que se borra. Alzada como el humo, quién vuelve a aparecer. La borrosa celeridad del paso, aquello que amenaza: ser primero ceniza, luego humo. La rigidez, entonces, elevada se va hundiendo en el centro del hueso: pequeñas transparencias invocadas como si fueran nombres imperfectos. La ruina de la imagen como un tránsito siempre hacia el mismo laberinto en donde fluye un torpe manantial.

Ana Gorría


Lluvia ácida

Úlceras en el cielo de un invierno
que no se compromete a la aspereza
de un sol sin escaleras y dormido
naciendo entre las manos
como un pozo de sauce y sal nocturna.

Como la dinamita o la tristeza,
el dolor y su afán de cal amanecida.

Ana Gorría


Mojada

Casi gotas de agua, hasta que la distancia se interrumpe. Sucede al tiritar bajo la voz, húmeda y neutra. Es posible pensar aquí en la muerte. Lo que no vemos es. El paisaje que es cuerpo que es paisaje. Respirar como un río contra todo lo que desaparece. Pronto se incendiará la hierba seca, ya el horizonte es curvo y el resto del placer tal vez no baste.

Ana Gorría



Ovillo

Como una cucaracha boca arriba, roza la voz las cosas,
tocándolas en vano.
Como madeja sucia de hilo negro, la voluntad baldía.
Soñar y deshacerse.
Y lejos, el fantasma que condena. El látigo apagado.
Los naufragios.

Ana Gorría



Solsticio

Canción de cuna inmóvil
sobre los matorrales.
La luz
descansa
entonces,
rendida,
de incendiarse.

Ana Gorría



Spider

Louise Bourgeois

A solas con la fiebre,
temblando,
sobre la niebla azul

qué camino trazar,
por qué la urgencia
a quién alzar
este
alfiler de vidrio
incandescente,

cómo cesar la luz,
dónde
depositar
los firmamentos

que arrastro entre las manos,

sin voz,
con la emergencia del hambriento

que niega los eclipses,

el óxido ordinario de las tardes,
lo fácil de las líneas,

que apuesta el estupor
a la temeridad de las visiones,
con la fe del que arriesga
en el costado
la sal de la victoria.

Ana Gorría



Umbilical

si estación transparente resuelta en luz herida
lento espacio sin voz
abriéndose a la tierra
canción hasta el dolor sueño de cal:
ardiendo
qué hilo no nos separa de la nada

Ana Gorría





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