¿Dónde vives?

¿Dónde vives Niño hermoso?
¿dónde tienes tu morada?
¿dónde se cierran tus ojos
para despertarte con mi serenata?

La noche colmada de tanto lucero
se presenta linda y clara
para alumbrar la llegada
del Niño Jesús que quiero.

La noche es de mirra, de incienso y de pino,
es de hallaca y aguardiente
y está el mundo reverente
para recibir al Niño.

Otilio Galíndez



Esa luna que amanece
alumbrando pueblos tristes…

Otilio Galíndez



“… las canciones que mi mamá cantaba y que aún canta, tienen una gran categoría, un buen gusto, son exquisitas… yo no sabía que en realidad mi mamá me estaba dando una clase de estética, además del placer de la música diaria. Vino otra mujer hermosa, tan hermosa como ella, fue la madre naturaleza: los ríos, los montes, los campos, la gente, los árboles, las matas, las flores, todo eso que ayudó a mi mamá cuando estaba pequeña también me ayudó a mí… eso es lo primero que a uno lo asombra y que uno ama, la madre y la naturaleza.”

Otilio Galíndez



Mi tripón

Duerme mi tripón
vamos a engañar la lechuza
y engañar al coco
que ya no asusta.

Duerme mi tripón
que mañana el sol
brillara en tu cuna
y te contará
como fue que un día
perdió la luna.

Duerme mi tripón
ya se fue la tarde cansada
y llegó la noche
fresquita y muda.

Duerme mi tripón
abrirá tus ojos
la luz del alba
y te enseñará
ríos y caminos
y la montaña.

Otilio Galíndez



"Mis canciones son pedacitos de alegría por aquí, y pedacitos de tristezas por allá ¿y por qué no? de los guayabos también. No tengo necesidad de buscar en libros, ni escuchar una canción para hacer mis versos, en ocasiones hasta me asusto, porque las letras me vienen con música incluida y miro a la Virgen y le pregunto: ¿Madre, tú me estás soplando?"

Otilio Galíndez



Pueblos tristes

Qué piensa la muchacha que pila y pila,
qué piensa el hombre torvo junto a la vieja,
qué dicen campanas de la capilla
en sus notas, qué tristes, parecen quejas.

Y esa luna que amanece
alumbrando pueblos tristes,
qué de historias, qué de penas,
qué de lágrimas me dice.

En el fondo hay un santo de a medio peso,
una vela que muere en aceite sucio.
Más allá, viene un perro que es puro hueso
con ladridos del hambre que Dios le puso.

Otilio Galíndez









No hay comentarios: