El amante casado

¿Por qué me lamento después de conquistarla?
Porque la gracia vestal de su espíritu
Me incita incansable a perseguirla,
Y ella, como un espectro, elude mis abrazos;
Tan intensa es su femineidad que verla
Es como besar la mano de una Reina,
Caricia que no conforma ninguna familiaridad;
Sino que marca la justa altura
A la que puede aspirar la negligencia,
Así como las damas humildes hostigan
La gracia que confunden con imprudencia;
Entonces ella con cálidos favores alimenta
La lealtad de un amor tan grande
Que allí la presunción jamás se diferencia
En el acto o la palabra,
Tan humildes como la mujer humilde puede ser,
Sus modales al llamarme Señor
Me recuerdan la intensa cortesía;
Y no menos el consentimiento de su voluntad
Que mi orgullo herido afectó,
Pero aquel noble estilo todavía
La impulsa a un inalcanzable desierto;
Mientras recuerdo su risa y su aliento,
Recuerdo que cuando todo está ganado
Aún podemos preguntar,
Reflejar la luz de la nieve sin esperanzas
Que brilla en el éter de su virginidad,
Porque, aunque libre de otros templos,
Conservo este santuario bajo los cielos;
Ya que, en definitiva,
Ella nunca podrá ser mía.

Coventry Patmore


Las profundidades del espíritu

No es en la crisis de los eventos
De una esperanza musical,
O en los actos de graves consecuencias,
Donde la vida revela su profundidad.
El día de los días no está en el pasado,
En aquello que fue pospuesto, demorado;
La noche de la muerte
Se llevó nuestra lámpara lejos,
Sin ser la noche en la que, perplejo,
Mi amada llegó bajo la luna en el espejo,
A través de los umbrales de la tersura.
Caminando sobre aquella tarde profunda,
Dónde vimos las flores agitarse en el agua.

Coventry Patmore


Las victorias del amor

Quien oye una vez con claridad
la música de las esferas prohibidas,
en adelante estará solo,
y durante el resto de sus días,
como alguien que recorre la Muralla China,
de un lado divisará ciudades y cortesías,
y de otro verá leones.

Coventry Patmore


Para el que sabe esperar
todas las cosas se revelan por sí mismas,
siempre que se tenga el valor
de no negar en la oscuridad
lo que se ha visto en la luz.

Coventry Patmore



Realidad del amor

Camino, confío, con los ojos abiertos;
He recorrido la mitad del terrenal desierto;
Detrás de mis pasos se esconde
Mucha vanidad y algo de remordimiento;
He vivido para sentir el orgullo de los espíritus,
Anclados entre sí como la mano al guante;
Me he sonrojado por el castillo del amor,
Jamás descreí de él, aún sin mi corazón,
Jamás negué al amor, la única cosa mortal
Cuyo valor es eterno, inmortal;
Nunca tuve en cuenta los errores,
Residuos que cantan terrores,
Indignos de una grave canción;
Y el Amor es mi recompensa, por ahora,
Cuando la mayoría de los espectros se quejan,
El mirto florece sobre mi frente,
Y su aroma echa raíces en mi mente.

Coventry Kersey Dighton Patmore


"Si escuchamos las alusiones de las que nos hablan las vidas de los santos, el amor eleva el espíritu por encima de la obediencia y la adoración hasta un nivel de puro gozo en el que el alma, desbordada, dice:

¿Cómo osaré reverenciarte?,
yo, que no soy más que un mosquito
revoloteando entre Tus rayos."

Coventry Patmore
Tomada del libro El arte de ser Dios de Alan Watts, página 30


Venus y la Muerte

En áureos grilletes yacían sus pies cautivos,
Dulcemente asoleados;
En aquella palma la amapola, el Sueño;
En ésta la manzana, la Dicha;
Contra el flanco suave de su Esposa y Madre,
Un pequeño Dios prosperó.
Y en ellos una Muerte En Vida asquerosamente respiró
Por un rostro que era una reja de dientes.
Levantaos, oh Ángeles, levantad sus párpados,
¡No sea que él los devore a los dos!

Coventry Patmore












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