"Creo que la verdad siempre está dentro de los linderos del poeta, yo creo que esa búsqueda es sin fin, porque son estados de conciencia que se alcanzan, mientras estemos en este plano siempre va a estar esa pregunta, a través de la poesía alcanzamos y tratamos de ir subiendo esos niveles de conciencia y percepción de la realidad."


Alberto Destéphen



En un principio
era la ausencia
y el infinito dolor,
concentrado en un punto.

Entonces:
DIOS creó el universo.

Alberto Destéphen



Hágase la luz… Dijo una voz.
¡Silencio!
la voz se hizo poema,
el poema se hizo obra,
la obra ser,
el ser poema,

y el poeta vivió en cada verso de voz.



Alberto Destéphen


Hijo de una diosa y un mortal

Confinado en la esfera de Dios,
abrigo tus espaldas con armaduras de amapolas.
Alcanzo el fuego que palpa el futuro.

Balanceándote en la cuerda floja del instante,
caminas el sentido contrario de los besos,
desapareces en los espirales de los deseos;
fugitivo, tu cuerpo surca los muros de las neuronas.

Invisible a las gravedades de mis manos fecundas,
azarosamente no te encuentro,
te escapas como el agua en las manos inciertas.

Frente a los límites de la derrota, cumplo penas:
el desequilibrio del caos, la distancia que no medí,
el efecto dopler del dolor de lo que quedó afuera.

Eternidad, memoria de las pupilas
que encontraron en tus ojos los números reunidos,
el universo de un mar dilatado.

Son esferas descendentes desde cero,
subiendo la escala sin fin de los minutos del sufrimiento.

Estoy despierto
imputando la venganza,
el caos reaparece desesperado
en el aleph mundo en que estamos sacrificados.

Alberto Destéphen



Jaque al miedo

Desde aquí
hago jaque al miedo.
La noche
es un juego del sol,
las libélulas,
milagro del río.

Desde la galaxia de mis ojos
no imploro
un jeroglífico de la bondad.
Solo quiero
el prodigio
de la ciudad de las hormigas.

Alberto Destéphen



La puerta

Entro…
la nostalgia baja de la madera,
la puerta tiene aroma;
polilla de nombres,
residuos que tocan mi corazón.
Letrero de “STOP”,
tedio de las calles
de los mismos nombres de las cosas.

Silencio entre ella y yo,
entre su mirada y mi soledad
Salgo…
siento el golpe de la cerradura
apretada a su pecho.
Llora mi ausencia
descubriendo
mi rostro en el espejo.

Alberto Destéphen



Metáfora del amor

Torbellinos moran en nosotros.
Imploramos
en la fuente del tiempo
los espirales
donde la ofuscación permanece.

¿Será el amor
la cima circular sin fronteras,
el origen perdido?
¿Ganaremos
el universo multidimensional
fuera de todos los anonimatos,
fuera de todas las representaciones?

¿Será el universo
el infinito amor que ausculta el nosotros
fuera de lo inseparable y lo divisible?

¿Alcanzaremos
más allá de las fronteras,
en la infinitud,
en la otra existencia después del tiempo,
el lugar inconvexo de las oscuridades?
¿Lo alcanzaremos?

Alberto Destéphen


Palabras líquidas

Ven, vamos
a las líquidas señales.

A la lozanía de las vertientes,
a los aromas,
al agua de los arroyos.

A los pájaros azules de los ríos,
a los pechos de la luna,
a las lunas de tus pechos.

Al agua que está cayendo
en mis manos,
del agua de tus manos.

Alberto Destéphen




Sumando Ternura

Que hace en mi pecho este dolor,
si ayer era ternura, exceso.
La noche tiene vacíos
donde las penumbras llenan los recuerdos.
Ahora tengo más ojos para ver el cenit,
la caída de las sombras en los crepúsculos
de las memorias plenas.
¡Qué hace en mi pecho este dolor!
Han de ser hojas los recuerdos,
el corazón ha de ser río,
ha de ser viento
cayendo en los altares de la melancolía.
He de tener más luz en los ojos,
he de emerger
colmado del invierno.
Que no existan medias sombras
siguiéndome a la muerte.
Estoy desnudo de lluvia,
sumando ternura,
desvaneciéndome de quietud;
entrando a las lágrimas,
a los signos de las nubes negras.

Alberto Destéphen



Universos paralelos

Yo era un número finito,
el interior de una noche, cuando te conocí.

Desembocaba en tantas orillas,
recorriendo épocas y tiempos inmemorables,
mucho antes que la nebulosa fuera.

Reinventaba al Dios Apolo
quien no perdía de vista los anaranjados limbos del otoño.

Existía dentro de esta esfera hacía miles de soles,
al otro lado de la formación del agua;
alrededor del libro de la existencia y las curvas del tropiezo.

Subsistía en el lineal tiempo de la desesperación,
en la distorsión de la angustia por tu cuerpo.

Tú estabas en el universo paralelo de mis pretensiones,
donde respirabas mi angustia,
mi luz, mis partículas, mis moléculas…
lejana, a la otra orilla de mi caos;
a la orilla de la inconvexidad delirante.

Yo sofocaba las ambiciones recorriendo galaxias
para conseguir los espacios de tus piélagos.

Descubrí las fuentes que germinaban de tus costillas,
el secreto del tiempo; el padecimiento amarillo,
el árbol de la vida… el vino que consume eternamente la desolación.

Alberto Destéphen



















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