Es tan grande el tiempo

Es tan grande el tiempo
que se ha mojado la arena del reloj
y nace el infinito sin límites.
Todo es presente.
Se alargan las ideas, las palabras, tu sombra…

y dibujo una espiral amarilla.
El tiempo es el dolor de la razón,
la mirada de ayer, la hoja caída,
el botijo de casa de mi madre,
el chasquido de mis huesos, tus gafas.

El puente y el abismo.
El tiempo acontece, abierto, sólido.
Nada es más personal, más compartido.
Se prolonga más allá de tu imagen
en ese instante incierto de mirarte.

Más allá de ese verso que escribiste
hace veinte años, más allá de ti,
y nunca se detiene su caída.
Es tan grande el tiempo.

Consuelo de la Torre


La mujer-poliedro

La mujer-poliedro se mece en la rama del árbol,
abre la puerta, extiende libre sus caras,
deja que la empape la lluvia
y que en sus vértices aniden los pájaros.

La mujer-poliedro nunca está triste,
compra el pan,
lleva a los niños al parque,
pasea al lado de los perros
mientras los dueños apoyan en sus aristas los bastones,
hablan lenguas que ella no entiende
y beben cerveza en el bar de la esquina.
La mujer-poliedro no habla, solo observa
y busca en el índice de su viejo libro
el ángulo en el que debe quedarse a vivir.

Consuelo de la Torre



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