Estaban solas

Estos días las calles
amanecen con ansias de camino.

         Ayer que no te vi, se atormentaban
debajo de mis pies,
y estaban solos
como muchedumbres inventadas.

         (Las esquinas me miran cuando paso,
y no sé si me miras asombradas).

         Ayer que estaba solo, descubrí
que hay largas avenidas, y que hay largas
distancias torturadas,
que hay gente que camina por las calles
con angustia,
con trenzas
y con alma.

         Que hay gente que camina... (Yo no sé
por qué caminan tanto las palabras),

         Ayer que no te vi, las calles solas
debajo de mis pies descaminaban.

Ambrosio García Rivera



Para una muchacha

I

Amo a esta muchacha,
la amo
con la inquietud de un hombre que ya sabe
que lo eterno en amor no dura nada,
que para amarla siempre
inventaré una hipérbole obstinada
que durará en el tiempo
lo que dure la vida
que se va terminando al caminarla.
En el caudal iluso de mis sueños
Será una permanencia aprisionada.  

II

Amo a esta muchacha,
la amo
desde el borde sencillo de su falda,
amo en ella su gesto y su sonrisa,
su manera de hablar que me parece
que está inventando siempre las palabras.
Cada mujer tiene de nuevo un poco de rarezas extraviadas, pero en ella en verdad todo es distinto y no hay modo de no diferenciarla.
Algo tiene de inédito y de magia, ¡no es posible no amarla!

Ambrosio García Rivera



Tu olvido

Cuando me dejes de querer,
Dolores, si es que alguna vez tú me has querido,
y te apartes de mí como un suspiro
que se exhaló fugaz mintiendo amores;
cuando tus manos blancas y divinas,
con su encanto de lirios adormidos,
ya no me quieran hilvanar caricias;
cuando en las horas mustias y tranquilas
de los atardeceres desmayados
no me pueda mirar en tus pupilas;
cuando tus labios dulces y traviesos
me nieguen las ternuras que aprendías
en el grato rincón de los silencios.
Cuando el arpegio de tu voz divina,
velada por las sombras de la ausencia,
se rompa sin sonido en lejanía, 

haré que sobre el polvo del camino
mi pobre corazón cave una tumba
y deje esta inscripción: «Para tu olvido».

Ambrosio García Rivera


Viejo muro

Sobre el muro de tierra abandonado,
–fiel espejo del tiempo transcurrido–
cubriendo los vestigios del pasado
se ve la enredadera del olvido.

Viejo muro nostálgico y callado.
Las horas de los años que se han ido
A manera de grietas ha quedado
Sobre tu corazón incomprendido.

Cuando llego a la verja descuidada
Por donde supe transitar con ella
Me dirijo a la reja abandonada.

Y al pasar por el muro, la mirada
Se detiene a rondar la frase aquella
Que por el tiempo está casi borrada.

Ambrosio García Rivera












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