Hespaña Libertada

Canto Primero de la Primera Parte

A la libertad de nuestra España canto,
Y hazañas de aquel godo valeroso,
Que con ánimo osado, y celo santo
La fue quitando el jugo trabajoso.
Y los hechos también dignos de espanto,
Y de sublime verso belicoso,
Que hizo la Española gente fuerte
Triunfando del tiempo, y de la muerte.

No invoco aquí de Phebo las hermanas,
El licor de Aganippe no les pido,
Que viene mal mezclar cosas profanas
Con sujeto tan raro, y tan subido.
Cesen las aguas de Castalia vanas,
Y el Helicona quédese en olvido,
Porque el Patrón de Hespaña ha de ser solo
Mi Parnaso, Helicona, y rubio Apolo.

Desde ese Olimpo (donde estáis pisando
Las estrella que vuestra luz opaca)
Os pido que miréis de cuando en cuando
A quien, divino Apostol, os invoca.
Dadme un estilo grande, dulce, y blando,
Derramad vuestras gracias en mi boca,
Que si a los Españoles amáis tanto,
Bien es que me ayudéis pues de ellos canto.

Sus claros hechos escribir deseo
Jacobo ilustre, y fuerte caballero,
Y si con el favor vuestro me veo,
Si vos me dais la mano como espero,
Envidiará mi canto el mismo Orfeo,
Y yo ni el de Virgilio, ni de Homero,
Que (aunque mujer) será mi verso
Celebrado por todo el universo.

Y tu mi patrio reino lusitano,
Que de muchos de Europa eres corona,
Si por escribir esto en castellano
He dejado tu lengua me perdona;
Que es el origen de la historia hispano,
Y quiero que mi musa, pues la entona
También a lo Español vaya vestida,
Para ser más vulgar, y conocida.

Confieso de tu lengua que merece
Mejor lugar después de la latina,
Con que en muchas palabras se parece,
Y es como ella de toda historia dina.
Empero el ser tan buena la escurece;
Y así la extraña gente nunca atina
Con su pronunciación, y dulces modos,
Y la española es fácil para todos.

Por eso escribo en ella aquesta historia
Deseando que de muchos vista sea,
Para que dure mucho su memoria
en que mucho la mía se recrea.
Y por que yo me quede con la gloria
de que el mundo también el amor vea
que me mueve a cantar hechos, y leyes
de los antepasados de mis Reyes.

Si vos alto Philipo esclarecido,
Poderoso monarca, a cuyo imperio
del mundo lo mejor está rendido
desde este nuestro al Indico hemisferio.
Del hispano árbol real, ramo florido,
Y Alcides fuerte, en quien (no sin misterio)
Cargan todos los reinos que tuvieron
Los que predecesores vuestros fueron.

A vos de vuestra Hespaña Libertada
Ofrezco aquí la historia verdadera,
No con fábulas vanas afeitada
Que en ellas sus grandezas ofendiera.
Y aunque en bajo plomo va engastada
Esta preciosa piedra, si yo pudiera,
Para de vuestras manos la hacer dina,
Dierale engaste de arte peregrina.

Mucho lo procuré, pero no atino:
Porque esta posesión como es ajena
De nuestro inculto ingenio femenino,
Sólo puede ofrecer voluntad buena.
Y aunque es este don de vos indigno,
Pues de buenos deseos estoy llena,
Y ellos las cosas pocas engrandecen,
Que la aceptéis por vuestro vos merecen.

Doy todo lo que puedo, y si me atrevo
A ofreceros servicio tan pequeño,
Es porque sólo a vos hacerlo debo
Pues desta Hespaña sois feliz dueño.
Si la miráis, dareisme aliento nuevo
Con que ponga en efecto ni desdeño,
Y tanto volará la pluma mía
Que aun llegue a cantaros algún día.

Siendo trescientos años ya pasados
Después que la española monarquía
Por los bélicos Godos esforzado,
Con prosperidad grande fe regia;
De la Gothia región así llamados,
Que está debajo de la Zona fría,
Y cercana de Dania, y de Noruega,
Donde menos el Sol sus rayos llega.

Porque en pecar el pueblo porfiava,
Y algunos de los Reyes, mayormente
Vitiza, que fue mientras reinaba
En todas sus costumbres insolente;
Y así su mal ejemplo depravaba
La mayor parte de la Hispana gente,
Que como no esta sana la cabeza
Luego en los demás miembros hay flaqueza.

Al fin el Rey supremo, y soberano
Por las maldades dichas, y el pecado
Que en forzar a la hija de Juliano
Hizo el Rey don Rodrigo desdichado,
Ayroffe tanto contra el pueblo Hispano
Que dejó ser de Bárbaros domado
Aquel Reino famoso, y opulento
Por castigar tan loco atrevimiento.

Desamparados ya de su clemencia
Estaban de los Moros oprimidos
Sin que hacerles pusiesen resistencia
Los que en el mundo fueron más temidos.
Sufriendo mil injurias con paciencia
A los Bárbaros fieros fementidos;
Que como los dejó Dios de su mano
No aprovechaba ya valor humano.

Cuantos géneros hallan de tormento
En ellos los paganos ejercitan,
Nunca muestran tener mayor contento
Sino cuando sus males solicitan;
Y con desvergonzado atrevimiento
Unos a los maridos se les quitan
Las queridas mujeres desdichadas
Que a vista de los mismos son forzadas.

Otros de entre los brazos amorosos
Toman los tiernos hijos a las madres,
A las casadas matan sus esposos,
Las moscas dejan huérfanas sin padres.
Soberbios de fe ver tan poderosos,
Ni con lágrimas de hijas, ni de madres
Se mueven a piedad, mas cada día
Acrecientan su loca tiranía.

Las más bizarras damas regaladas,
Y las principalísimas señoras
De sus galas, y joyas despojadas
Apresentan ufanos a las Moras;
Que unas dejan en casa por criadas,
Otras mandan al campo a ser pastoras,
Y se tienen entonces por dichosas
Sólo aquellas que son menos hermosas.

Porque cualquier noble, o vil pagano
Viendo alguna Hespañola que le agrada
Con facilidad hecha la mano,
Y es del forzosamente deshonrada:
Más muchas con valor mayor que humano
Quisieron muertas ser a dura espada
Antes que ver su honra corrompida,
Y alcanzaron con muerte eterna vida.

Eterna vida en el impyreo Cielo
Adonde están gozando eterna gloria,
Vida inmortal también acá en el suelo
Do no morirá nunca su memoria.
Felices almas, que del mortal velo
Han salido ganando tal victoria,
Para entrar por las puertas celestiales
Con laureles, y palmas triunfales.

Bernarda Ferreira de la Cerda


Jardín cerrado...

Jardín cerrado, inundación de olores
fuente sellada, cristalina y pura;
inexpugnable torre, do, segura
de asaltos, goza el alma sus amores;

intactas guardas tus hermosas flores;
matas la sed, destierras la secura;
ostentas majestad, y desa altura
penden trofeos siempre vencedores.

El verdor tuyo nunca el lustre pierde,
ni se enturbia el candor de tu corriente;
firme está tu invencible fortaleza:

que es el jardín cerrado siempre verde,
es siempre clara la guardada fuente,
y es propia de la torre la firmeza.

Bernarda Ferreira de la Cerda










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