Mi único amor

Su mágica belleza seducía,
su angelical candor, enamoraba,
yo al punto que la vi, ya la adoraba,
porque en ella encontré la dicha mía.

Siempre a su lado el tiempo transcurría
veloz, y nuestra dicha continuaba,
porque si yo la amé, ella me amaba
con tal pasión que Dante envidiaría.

Pero la dicha es corta. Axioma cierto.
Así, al vernos feliz llegó la muerte,
y al mover su guadaña en rumbo incierto,

robó su alma, dejó su cuerpo inerte
y yo al verla morir hubiera muerto
para seguir los dos la misma suerte.

Benito Zurita Nieto

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