Súplica

Acuérdate de mí, amada Musa,
la del nombre de amor, graciosa Erato.
Envuélveme una vez en arrebato
de poética embriaguez con voz difusa.

El soplo de los dioses por ti se acusa
en el hombre o mujer que en este rato
a tus dones graciosos no es ingrato
dejándose llevar por chispa ilusa.

Otorgas a quien quieres, bella Erato,
la rima de tus versos, la fragancia
del dulce pensamiento, la cadencia
del ritmo acompasado en las estrofas.

Concédeme pues tal don, suave y grato,
para poder cantar sin miedo a mofas
las bellezas tranquilas de tu gracia,
los destellos vibrantes de tu encanto.

Alfonso Enríquez de Salamanca

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