A Benito Juárez

¿Por qué si acaso fuiste tan patriota
estás comprando votos de a peseta?
¿Para qué admites esa inmunda treta
de dar dinero al que en tu nombre vota?
¿No te conmueve, di, la bancarrota
ni el hambre que a tu pueblo tanto aprieta?
Si no te enmiendas, yo sin ser profeta
te digo que saldrás a la picota.
Sí, san Benito, sigue ya otra ruta;
no te muestres, amigo, tan pirata;
mira que la gente ya no es tan bruta.
Suéltanos por piedad, querido tata,
ya fueron catorce años de cicuta...
¡Suéltanos, presidente garrapata!

Ireneo Paz



"Después de tomar las precauciones de mandar gente que cuidara los caminos para que no dejaran pasar a nadie que pudiera avisar de su movimiento, marchó con su gente a situarse en un punto ventajoso llamado la Cumbre, en el camino que traía Rojas y por donde indispensablemente tenía que pasar. No había que hacer otra cosa sino dejarle subir la cuesta, vencida la cual tenía que llegar la caballada destroncada, y una vez en el terreno escabroso donde le sería imposible maniobrar, se precipitarían las columnas atacándolo por los flancos y por la retaguardia, empujándolo para las barrancas en donde estaba la principal emboscada con los cañones. De allí ya no saldría ninguno. El plan era tan sencillo como inevitable.
Lozada no contaba sin embargo con la huésped, esto es, no contaba con que tenía que habérselas con un hombre infinitamente perspicaz y que venía marchando con toda clase de precauciones desde que sabía que pisaba un terreno en donde hormigueaban los enemigos arteros, cobardes y por lo mismo muy hechos a aprovecharse de las ventajas del número y de terreno y que no se mostraban, sino en el caso de considerarse con gran superioridad. Así es que aunque hiciera sus marchas más lentas, no daba un paso sin que sus exploradores fueran haciendo minuciosos reconocimientos. Antes de subir las cuestas daba reposo a los caballos y luego hacía que los soldados los llevaran de la brida para contar con ellos en cualquier momento. En los lugares montuosos cincuenta hombres de a pie de descubierta iban registrando todos los escondrijos, y tales exploradores iban dirigidos por gente lista y conocedora del terreno. Por lo que, como buenos sabuesos, antes de que ellos mismos fueran advertidos por los lozadeños, pudieron dar aviso oportuno de que el enemigo estaba posesionado de la Cumbre. Sus ojos, su oído, su olfato, todos sus sentidos sabían ponerlos en juego para descubrir el peligro y nunca ni en esta vez se habían equivocado.
Hizo alto Rojas resguardándose tras los recodos del camino, mandando que por secciones se diera un pienso a los caballos y que la descubierta se quedara pecho a tierra sobre el mismo camino, con orden de dejar acercar al enemigo, si avanzaba, hasta poderle hacer una descarga a quemarropa. Él estaría vigilante para acudir en el momento preciso."

Ireneo Paz
Manuel Lozada. El tigre de Alica



Mi abuelo, al tomar café,
Me hablaba de Juárez y de Porfirio,
Los zuavos y los platea-dos,
Y el mantel olía a pólvora…
Ese fue el abuelo de Paz. 

Ireneo Paz



Señor, las elecciones del domingo

Señor, las elecciones del domingo
fueron un solemnísimo fandango,
pues el pueblo mostrándose zanguango
la vez quinientas mil sirvió de mingo.

Ni dar siquiera pretendió un respingo
al notar que lo echaban en el fango:
¡preso de tus sayones en el mango
no llegó a hacer papel ni de relingo!

Por eso, santo, ante tus plantas vengo
y un proyecto “de chapa” te propongo
que te pruebe el cariño que te tengo:

declara que la patria vale un hongo,
declara que el país es Tianguistengo
y sácanos ¡pardiez! hasta el mondongo.

* * *

Tu prensa que te alaba por la sopa
hace en diversos tonos que se sepa
que tu candidatura ya se trepa
sobre todas las otras viento en popa.

Y aunque con las mentiras hace tropa
y por eso en sus cálculos discrepa,
ya no encuentra camisa que le quepa,
y ancha se está poniendo como estopa.

Mas hoy tu gente que al erario chupa
ve que no queda ya ni una zurrapa,
y eso, glorioso santo, la preocupa….

Si los quieres hartar hasta la chapa
haz un esfuerzo solo, grita ¡upa!
Y das un brinco y te declaras Papa.

Ireneo Paz













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