A ellas

Como se ven por el cristal del río
los granos de sus límpidas arenas,
como se ven también las azucenas
a través de las gotas de rocío;

como en las noches del quemado estío
tras de las nubes blancas y serenas
se ve la luna, ¡cual las almas buenas
se ven detrás de su dolor impío!;

como por medio a la verdad se mira
la fe del corazón, que sin enojos
en el fulgor de la virtud se inspira,

así quisiera en mi aparente calma,
a través de las niñas de tus ojos
mirar los sentimientos de tu alma.

Antonio Alcalde Valladares



A una niña muerta

Al venir a este valle de sonrojos,
en dicha estéril, en dolor fecundo,
sentiste en tu suspiro moribundo
punzarte el aguijón de sus abrojos.

Ni una sonrisa de tus labios rojos
pude escaparse en tu pesar profundo,
y al llegar a las puertas de este mundo
cerraste con desdén los tristes ojos.

Pasaste como estrella desgajada
que, fugaz por la atmósfera cruzando,
va a perderse en la bóveda azulada.

Y es que dijiste, en tu dolor pensando:
–Para siempre volver quiero a la nada,
que no nacer para vivir llorando.

Antonio Alcalde Valladares














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