A la belleza

¡Oh, divina belleza! Visión casta
de incógnito santuario,
ya muero de buscarte por el mundo
sin haberte encontrado.
Nunca te han visto mis inquietos ojos,
pero en el alma guardo
intuición poderosa de la esencia
que anima tus encantos.
Ignoro en qué lenguaje tú me hablas,
pero, en idioma vago,
percibo tus palabras misteriosas
y te envío mis cantos.
Tal vez sobre la tierra no te encuentre,
pero febril te aguardo,
como el enfermo, en la nocturna sombra,
del sol el primer rayo.
Yo sé que eres más blanca que los cisnes,
más pura que los astros,
fría como las vírgenes y amarga
cual corrosivos ácidos.
Ven a calmar las ansias infinitas
que, como mar airado,
impulsan el esquife de mi alma
hacia país extraño.
Yo sólo ansío, al pie de tus altares,
brindarte en holocausto
la sangre que circula por mis venas
y mis ensueños castos.
En las horas dolientes de la vida
tu protección demando,
como el niño que marcha entre zarzales
tiende al viento los brazos.
Quizás como te sueña mi deseo
estés en mí reinando,
mientras voy persiguiendo por el mundo
las huellas de tu paso.
Yo te busqué en el fondo de las almas
que el mal no ha mancillado
y surgen del estiércol de la vida
cual lirios de un pantano.
En el seno tranquilo de la ciencia
que, cual tumba de mármol,
guarda tras la bruñida superficie
podredumbre y gusanos.
En brazos de la gran Naturaleza,
de los que huí temblando
cual del regazo de la madre infame
huye el hijo azorado.
En la infinita calma que se aspira
en los templos cristianos
como el aroma sacro de incienso
en ardiente incensario.
En las ruinas humeantes de los siglos,
del dolor en los antros
y en el fulgor que irradian las proezas
del heroísmo humano.
Ascendiendo del Arte a las regiones
sólo encontré tus rasgos
de un pintor en los lienzos inmortales
y en las rimas de un bardo.
Mas como nunca en mi áspero sendero
cual te soñé te hallo,
moriré de buscarte por el mundo
sin haberte encontrado.

Antón Arrufat


Al filo de la mañana

En una cama en penumbras,
hay dos cuerpos tendidos.
Respiran y libremente fluyen
como el agua muy pura.
Uno al otro se vuelven, y vagan remotos
por sus propias llanuras.
Sin relojes ni prisas, habitantes de sueños
que no logran compartir,
y ambos sienten su lejanía, y al sentirla
se palpan con la mirada.
Luego acuden las manos buscadoras,
dos manos que en la cama forman algo distinto,
algo que no les pertenece, y abre
un espacio sin dueño, vivo organismo
latiendo desprendido en un enlace efímero.
Diez dedos como diez ojos quieren trazar un puente,
por el que nadie pasa ni pasar puede.
La luz del mundo duda todavía en comenzar,
y sólo es cierto, y quizá real,
el calor inseguro de sus cuerpos tendidos.

Antón Arrufat


Carta a un poeta novato

Frecuentar los hospitales, funerarias, asilos.
Acudir a los cementerios.
No huir ni apartarse
de sidosos ni de otros enfermos (...)
Vigilar con un espejo tu próxima ruina
o la salvación inminente. (...)
Gustar de la noche,
entrar en su sombra, en su silencio,
nombrar sus estrellas,
y comer, al respecto, muchísima mierda (...)
Templar con efebos y vírgenes
de cofia y de himen intacto (...)
Pasar un poco de hambre.
Recorrer la ciudad
con ruido en el estómago.
Luego, iluminación, soledad, tachaduras.
Luego, bracear muchas veces contra la muerte.
¿Acaso no es un escritor peligroso quien aconseje estas cosas a un poeta novato?

Antón Arrufat



"El cubano es un pueblo con una obsesiva preocupación consigo mismo, y esa especie de prosopopeya con su destino es una de las constantes de la literatura nacional."

Antón Arrufat



“El escritor necesita audacia, lo mismo que la sociedad. El gobierno no detiene a nadie por decir algo. Cuando un escritor aborda a un tema prohibido, se abre la discusión en la sociedad y el estado se da cuenta que, sí, que tenemos que discutir cuestiones desagradables. Un estado que da espacio para discutir temas desagradables es más fuerte.”

Antón Arrufat



El temeroso amor

La noche se abre sobre el cine.
Estamos juntos y te siento respirar.
Las oleadas últimas de sombra
corrompen las amarras ajenas.
Miramos aturdidos la pantalla,
sé que la miramos en busca del momento
en que la Bestia enseña sus dominios,
y agoniza en la yerba
para mostrar la forma de su amor.

Nos gustaba ese momento, esa frase.
Yo la repetía despacio en tu oído,
un poco inclinado sobre tu carne pálida.
Esa frase, la intensidad del gesto, la mirada
postrera del que sabe que pierde,
se unían a nuestro amor. Nos servíamos
de las cosas ajenas, de lo que otros soñaron,
tal vez, en la butaca de otro cine del mundo.

Te siento respirar, aletear levemente,
buscar en la sombra las pastillas del asma.
"Anoche dormí dos horas, con el pecho
oprimido."
Y tus manos fulguran y las acaricio calmado,
sin presión, para descubrir el nacimiento
del amor en mi pecho, en la sangre.

La aparición dolorosa del amor, el temeroso
amor, siempre jugando su partida,
siempre en el pavor de perderla.
Crece en mis venas. Parece
que tú entras en mí y yo salgo,
dejo reinar tu presencia oscura
y busco, en la penumbra de la sangre,
pasarme suavemente a tus venas.
El temeroso amor emprende el viaje,
y conoce, por su propia lucidez, el fin.
Tú quedarás indescifrable,
tu carne pálida por siempre ajena.
Yo quedaré en mi soledad, apartado,
en mi butaca sombría.
Pero no importa, el amor
juega su perenne partida.

Hablamos de tener ojos
en la punta de los dedos,
ojos que conocieran el color de tu carne,
el cambio de la luz en tu carne, fragmentos
del film, el resplandor de los candelabros
en la casa de la Bestia,
y no estos torpes dedos, que avanzan
sin mirar, percibiéndote apenas.

De pronto se encienden las luces
y queda blanca la pantalla.
Me pierdo solo en la calle.

Antón Arrufat



"En la reciente novela cubana se halla la dura realidad y sus contradicciones, la preocupación por hacia dónde va la isla y cuáles mareas arrastran a sus habitantes. Pero si hay un peso de esa realidad, lo hay también de la escritura de esa realidad. No me refiero a narradores cuyos testimonios podrán tener más o menos valor, sino a una escritura que medita sobre la escritura, preocupada por la autonomía del lenguaje, de alusiones y recursos literarios. Son libros -Ave y nada (2002), de Ernesto Santana, o Tuyo es el reino (1997), de Abilio Estévez- que ofrecen singular resistencia al lector. Y ese despliegue verbal no sólo se acerca a las vicisitudes de la realidad, convierte la realidad en literatura."

Antón Arrufat



"Mi vocación por la literatura comenzó a manifestarse muy pronto. Desde muy niño, ya en Santiago de Cuba, escribía poemas y piececitas teatrales. En una libreta de clases redacté una novela, que en una de las múltiples mudadas de mi familia, se extravió."

Antón Arrufat


"Si el Estado no acepta un manuscrito, usted no puede publicar. ¿Pero algo similar sucede en los países capitalistas, verdad? Si al propietario de una editorial no le gusta o no cree que puede vender un libro, no lo publica. El proceso no es tan difícil como en Cuba, pero me imagino que hay dificultad en varios países.”

Antón Arrufat


 "Yo estoy siempre desesperado por preguntar ¿tú me quieres?, a mí me encanta. Y me quiere, no me quiere, incluso, como decíamos con la florecita, ¿no?"

Antón Arrufat







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