A la esperanza

A Elena Torres

Tú eres, de mis recuerdos, el más limpio
holografía de una primavera,
un estero cubierto por magnolias
tapiz de cientos de árboles quemados.
Un color confinado a una gran celda,
la promesa de amor en el infierno,
el frasco que contiene las esencias
que disuelven las nubes de la duda.
Un sol entre las sombras protestando,
el abrazo de luz que reconforta
a cualquiera que vuelva de lo oscuro,
la huella que demuestra que aún no ha muerto
aquello por lo que mi vida diera.
El motivo por el que me levanto
cada día a esperar promesas rotas
el sueño inacabado que yo acuno
y protejo, llorando a la inocencia.

 José Antonio Olmedo López-Amor 



“Cuanto peor está la sociedad, más se necesita el arte.”

 José Antonio Olmedo López-Amor 



“El arte es una herramienta social.”

 José Antonio Olmedo López-Amor 


Luz sin nadie

“En nuestras almas todo
por misteriosa mano se gobierna.
Incomprensibles, mudas,
nada sabemos de las almas nuestras”.
Antonio Machado

Somos corpus, glosarios de palabras
caminantes que sueñan ser la cosa innombrada
que al encontrar su nombre se vacíe
de aquello que creía indispensable.

Inventamos lenguajes para llenar vacíos
de otras lenguas ahora inaccesibles.
Diseñamos las voces, su sentido y gramática,
convenimos que el símbolo, aunque sea a la fuerza,
satisfaga nuestra hambre de inventariar el mundo.

Ignoramos que cada nombre y lengua
aleja de nosotros cuanto ansiamos,
pues sin nombrar las cosas, cualquier flor,
insecto o ave viven y otros viven
por ellos y para otros que no saben
que el verbo no suplanta aquello que en silencio
no requiere decir para ser todo.

Darse sin un lenguaje que mancille
la innominada gracia de esa esencia
es don que no se elige; parcela de verdad
vetada a los hablantes: luz sin nadie
con ojos que la observe ni perturbe
cuanto dice al hacer sin falsos signos.

¿Qué verdad nos impone la mentira del verbo?
¿Qué solemne belleza preserva de nosotros?
Desde una perspectiva, el lenguaje es un puente
que concilia a deseo y deseado;
desde otra, es centinela de ese misterio informe
y nos confunde y ciega: su fiebre nos prohíbe
nombrar sin nombrar nada.

Nosotros veneramos una música
que en arbitrarias notas codifica
una parte del fuego, deja fuera
el prístino caudal que lo es sin cauce;
y ese desesperado intento es el lenguaje:
nacimiento de fe, esperanza asida
a una mentira en busca de verdad.

Es verdadero el río que inspira a trovadores;
la calidez de un rayo de sol a media tarde;
los ramajes del árbol que proyecta
su sombra en la ensenada.
No necesitan voz para decir,
ni tan siquiera un gesto:
discurren, iluminan, son
y siguen siendo sin nosotros.

La maravilla a solas que no exige un testigo
para satisfacer humanas ansias.
Así el amor de dios proclama en los no hablantes
sus consignas y así sólo se aman
aquellos que no esperan del amor
y son la vida.

 José Antonio Olmedo López-Amor 


Noche

 Noche:
«Tiempo en que falta sobre el horizonte la claridad del Sol».
(Diccionario enciclopédico Espasa)

«Manos enloquecidas
de palpar tinieblas».
(Vicente Huidobro)

«Y hay una noche para cada uno.
Una noche en que la sangre se apropia de otra sangre
que está desenvolviendo su curso,
en esa hora para que los demás se aleja
como unos ojos cerrados».
(Félix Pita Rodríguez)

Intento descifrar la noche,
describirla, conocerla,
quiero estudiarla para advertir sus propiedades
pero erro en mi aspiración
de profanar lo que no es mío
y aunque la combato, la sufro,
mi voz es noche, mi mirada,
hasta en mis versos ella se suscribe,
y nada que yo diga o haga
puede paliar sus consecuencias.
La noche es continente y contenido
de una grafía maldita que se imprime con las sombras,
el escenario perfecto donde los instintos artísticos
recobran su nictálope naturaleza
y se agudizan pudiendo convertir a un hombre, en mito.
Noche provecta, atribulada de misterios
que ha sido y es concreción de lo inaudito,
ya su color me nombra bajo la sentencia del destino.
Noche,
nacencia del silencio, su retórica,
densa metáfora de lo inefable,
esplendor de la oscuridad
que es estación del sueño,
carne de susurro,
lienzo de mí.
En la noche, paráfrasis de lo invisible
mi mente realiza encargos sin contar conmigo.
En la noche, los tiempos
revelan la cadencia asordinada
de un irreverente y primigenio miedo.
En la noche, mi verdadero yo
se desata y corre libremente,
corre, grita y sueña despojado
de las ataduras de la consciencia.
Antes del color, antes del día
fue la noche, pensil vestidura del Universo,
urbe del noctívago atribulado,
desván de sonámbulas pesadillas,
y desde entonces su omniforme pesadumbre
ha recalado siempre en corazones temerosos,
en las almas más débiles,
por eso desde inverosímiles conversiones mentales
hasta los asesinatos más violentos
siempre han tenido lugar en su escalera de claroscuros.
La noche es la duda, el desconocimiento,
el trágico temor, mortal y humano,
un nocturno de violines de madera negra
que trasciende a la ausencia de luz que lo provoca.
Hoy, después del dolor
la noche ha instalado sus enseres en mi mente,
no hay vacío o tierra de nadie
entre los bosques de mi cordura
en que no alumbre, la noche, su son enfermizo,
ni hay palmo de tierra en que yo no excave
sin encontrar su vómito de cieno.
Duermo en la noche, con noche en mi corazón,
y sueño arropado por la oscuridad de las ausencias
que me esperan…
¡Oh, noche de alabandina y ébano!
Ámbito de la tiniebla.

 José Antonio Olmedo López-Amor 



“Perdona que no haya sabido lo bastante
como para quererte tanto.”

 José Antonio Olmedo López-Amor 



 “Quizá un poema no pueda detener un arma, pero sí partir el corazón al hombre que la maneja.”

 José Antonio Olmedo López-Amor 



Ser el pájaro

Todo está para mí y yo estoy por todo.
En las ramas que penden me poso y reconozco
parte del árbol.
Cuando bebo de flores y de ríos
nada encuentro azaroso ni de más
en esta orografía universal
que a todo abraza.
Es el aire mi espacio, y es en él que procuro
suspenderme, alejarme, sin más preocupación
que ser el vuelo.
Al saberme del aire hallo en la tierra
un mundo diferente, ya no mío.
Es un árbol mi templo; las cumbres, mis jardines,
es el viento mi aliado, en él me arrullo.
No juzgo a una serpiente si se come mis huevos,
no me quejo de frío ni por hambre,
a nada rezo,
no me escondo en la máscara palabra
de los seres que todo eso destruyen.
Me expreso y digo el mundo de forma simultánea,
me atraviesa el efluvio del sol y de las rosas,
perdono y me perdonan, agradezco y sucumbo
ante cada soberbio amanecer
cada mañana,
…………………………………………………………..si canto.

 José Antonio Olmedo López-Amor 



Ser la flor

Mi savia se estremece al ritmo de los vientos
que me comban. Ahora lo comprendo
todo, ahora que sin habla
soy el abrevadero tras la lluvia,
soy un festín de polen para insectos.
Me doy sin menoscabo y soy con todo,
soy por múltiples causas, todas bellas.

Un pedazo de tierra y sus sustratos
son el altar del mundo, yo, temblor
de la vida, una ofrenda.
Veo sin ver y siento a mis raíces
fundirse a otras raíces, ayudarse
en el feliz encuentro del hambre y la alegría.

Una paz inhumana recorre mis urdimbres
y proyecta el perfume de mi centro.
Soy ardid del amor, fuerza imprevista
que parece no estar, pero sin ella
el mundo moriría desangrado.

 José Antonio Olmedo López-Amor 


“Soy muy intuitivo, muy polifacético. Me gusta tocar el piano, pintar cuadros, entre otras coas”, se describe a sí mismo y agrega con pasión “la creación es salvaje para mí. Un caballo desbocado que intento conducir pero que aún no sé gobernar.”

 José Antonio Olmedo López-Amor 











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