A la muerte de Lope de Vega

Lope yace en reposo, no su fama,
que resonante trompa gravemente,
de donde muere en húmido tridente
a donde nace el sol su nombre aclama.

Penda su avena de luctuosa rama,
cuando del Tajo funeral corriente
de cristales lo erige, si eminente
pira sus cisnes, reposada cama.

Gloria de Pindo fue, cuya enseñanza
su nación ha imitado y las ajenas
oráculo veneran su Talía.

¡O miserable humana confianza!
¿cómo en tus ambiciones te encadenas,
viendo tanto varón ceniza fría?

Antonio Carnero

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