"A mi no me parece Colombia, para nada, condenada a una catástrofe. Colombia es un país rebozante de energía y la mayor parte de las cosas atroces que ocurren allí son manifestaciones de esa energía, esa violencia desmesurada es una violencia cuyo origen es sano, digámoslo así, es decir es una violencia de energía, no es una violencia destructiva. Naturalmente que esa violencia crea toda suertes de destrucción, pero a mi me parece que aun cuando podamos vivir todavía cosas espantosas durante muchos años serán expresión del crecimiento, porque comparando Colombia con Perú hay que decir que este último es un país atroz, un mundo que parece hundirse en un abismo. La violencia colombiana es juvenil, vital, espantosa es cierto y los políticos son corruptos, y la guerrilla sigue matando inocentes y además."

Antonio Caballero Holguín



"Definir un arte es prácticamente imposible. Se pueden definir las técnicas de un arte, las reglas de un arte cualquiera, de la música, de la poesía, de la pintura, pero explicar porque un arte es un arte... Un arte es arte porque no puede ser otra cosa..."

Antonio Caballero Holguín


"El toreo es un arte cruento porque además de arte son un ritual, un ritual de sacrificio y todo ritual de sacrificio son cruentos, incluyendo los sacrificios simbólicos, como el Santo Sacrificio de la Misa , digamos..."

Antonio Caballero Holguín


"El único sacrificio cruento que queda hoy en el mundo, reconocido como sacrificio, y no disfrazado con algún otro interés, como la pena de muerte o la guerra, son los toros. La barbarie no es un estadio del cual se salga o supere con la civilización, sino que coexiste con ella. La barbarie y el salvajismo y todos los estadios que definen los antropólogos como sucesivos son en realidad simultáneos..."

Antonio Caballero Holguín



"Hice toda clase de dibujos para vender en los cafés, unos parecidos a Goya, otros eran dibujos a tinta china, con gente que volaba y mujeres terribles gritando. Todo eso se vendía divinamente en Saint German de Prés. Sobretodo cuando conocí al chileno René Olivares. Nos habíamos dado cuenta que a él le compraban más, pero también que mis dibujos gustaban mejor. Decidimos que yo haría los dibujos y que René los vendería. De esos dibujos vivíamos el chileno, su mujer, su hijo y yo. Nada he vuelto a saber de ellos..."

Antonio Caballero Holguín



"A los treinta y un años Rimbaud estaba muerto. Desde la madrugada de sus
treinta y un años Escobar contempló la revelación, parada en el alféizar
como un pájaro: a los treinta y un años Rimbaud estaba muerto. Increíble.
Fina seguía durmiendo junto a él, como si no se diera cuenta de la
gravedad de la cosa. Le tapó las narices con dos dedos. Fina gimió, se
revolvió en las sábanas, y después, con un ronquido, empezó a respirar
tranquilamente por la boca. Las mujeres no entienden.
Afuera cantaron los primeros pájaros, se oyó el ruido del primer motor,
que es siempre el de una motocicleta. Es la hora de morir. Sentado sobre
el coxis, con la nuca apoyada en el filo del espaldar de la cama y los
ojos mirando el techo sin molduras, Escobar se esforzó por no pensar en
nada. Que el universo lo absorbiera dulcemente, sin ruido. Que cuando Fina
al fin se despertara hallara apenas un charquito de humedad entre las
sábanas revueltas. Pensó que ya nunca más sería el mismo que se esforzaba
ahora por no pensar en nada; pensó que nunca más sería el mismo que ahora
pensaba que nunca más sería el mismo. Pero afuera crecían los ruidos de la
vida. Sintió en su bajo vientre una punzada de advertencia: las ganas de
orinar. La vida.Ah, levantarse. Tampoco esta vez moriremos.
Vio asomar una raja delgada de sol por sobre el filo hirsuto de los
cerros, como un ascua. El sol entero se alzó de un solo golpe, globuloso,
rosado oscuro en la neblina, y más arriba el cielo era ya azul, azul añil,
tal vez: ¿cuál es el azul añil? Y más arriba todavía, de un azul más
profundo, tal vez azul cobalto. Como todos los días, probablemente. Aunque
esas no eran horas de despertarse a ver todos los días. Nada garantizaba
que el sol saliera así todos los días. No era posible. Decidió brindarle
un poema, como un acto de fe.

Sol puntual, sol igual,
sol fatal
lento sol caracol
sol de Colombia.

Y era un lánguido sol lleno de eles, de día que promete lluvia. Quiso
despertar a Fina para recitarle su poema. Pero ya había pasado el
entusiasmo.

Quieto en la cama vio el lento ensombrecerse del día, las agrias nubes
grises crecer sobre los cerros, el trazado plomizo de las primeras gotas
de la lluvia, pesadas como piedras. Tal vez hubiera sido preferible estar
muerto. No soportar el mismo día una vez y otra vez, el mismo sol, la
misma lluvia, el tedio hasta los mismos bordes: la vida que va pasando y
va volviendo en redondo. Y si se acaba la vida, faltan las
reencarnaciones. El previsible despertar de Fina, el jugo de naranja, el
desayuno.

Cada día pasaban menos cosas, y cosas más iguales, como si sólo sucedieran
recuerdos. Al despertarse cada día tenía siempre la boca llena de un sabor
áspero de hierro, la garganta atascada como un caño oxidado de sulfatos.
¿Se oxidan los sulfatos? ¿Se sulfatan los óxidos? Pasaba días enteros
durmiendo, soñando vagos sueños, sueños de sorda angustia, persecuciones
lentas y repetidas por patios de cemento encharcados de lluvia. Fina lo
despertaba, le daba de comer, lo dejaba dormir, lo olvidaba en su sueño: a
veces insistía en darle vitaminas, como si fuera eso. Había dejado de
sentir, de esperar, de hacer planes, de pensar cosas complicadas, con
incógnitas. A veces todavía ?pero era por inercia? se le seguía viniendo a
la cabeza algún poema: un poema bobísimo, como la bobería misma de
componer un poema. La forma debe reflejar el contenido. Sí, pero para qué.
Sí, pero ah... Como si su organismo por costumbre fuera poniendo huevos
sin querer: un breve esfuerzo, un hipo, y una cosa redonda queda ahí
abandonada -asonante, consonante, infecunda. A los treinta y un años
Rimbaud estaba muerto, por lo menos. Se sentía resecado, reblandecido,
enfriado, moribundo, y rodeado de cosas terriblemente muertas. Y así,
días. Semanas. Algo en él le decía que aquello iba a durar toda la vida. Y
nada le decía cuánto iba a durar la vida."

Antonio Caballero Holguín
Sin remedio


"Yo creo que Alternativa fue una revista que trató de darle voz a todos los grupos de la izquierda colombiana sin diferenciar entre unos y otros, sin tomar partido, aun cuando se tomara partido al hacer eso, pero era una revista abierta. Alternativa tuvo una circulación mucho mayor que cualquier otro periódico de la izquierda en toda su historia y eso la hizo visible para todos los grupos, grupúsculos y sectas e hizo que todos participaran y trataran de apoderarse de ella y como no pudieron hacerlo comenzaron a calificarnos de pequeño burgueses, pero la revista sirvió también para que la izquierda dejara al menos por unos años de matarse entre ella. Mi trabajo consistía en rescribir todo lo que llegaba y todo lo que se proponía para su publicación. Unas veinte personas trabajaban en la redacción...Yo trataba que esos artículos fueran legibles para la mayoría de los lectores porque la prensa partidista y los redactores partidistas siempre tienen un lenguaje muy hermético, que nadie entendía..."

Antonio Caballero Holguín



"Yo empecé a ir a los toros como a los catorce o quince años, iba con relativa frecuencia, dos o tres veces al año. Primero iba en Bogotá, luego viví muchos años en París donde no había toros. Venía a España e iba a toros, me gustaban como espectáculo, pero hace unos diez años, en una corrida en Puerto de Santa María vi torear a Rafael de Paula y vi, mejor, me di cuenta, que en realidad nunca había visto en qué consistía torear. Me di cuenta que era otra cosa, mucho más profunda, mucho más seria, mucho más grande de lo que yo había entendido siempre pues yo lo había visto simplemente como un espectáculo. Y me di cuenta que esto era un arte de verdad y desde entonces empecé a seguir a Rafael de Paula y a fijarme mucho más en los toros y en los toreros y poco a poco he ido aprendiendo mas..."

Antonio Caballero Holguín




"Yo he escrito sobre toros porque considero la tauromaquia es un arte. Incluso en la época de Alternativa escribí un par de veces. Yo sostenía, frente al radicalismo izquierdozo de la mayor de la gente de Alternativa y de la generalidad de sus lectores, que las cosas eran más amplias, que la lucha de clases incluye también los toros, el cine, etc. En Alternativa publiqué una entrevista con Víctor Méndez, no porque fuera un gran torero, sino porque simplemente era un buen torero y además tocaba la trompeta y es abogado, y eso me servía para mostrar que los toros no son una actividad estúpida..."

Antonio Caballero Holguín



"Yo llevo escribiendo sobre toros hará unos quince años. He escrito sobre toros como habré escrito sobre mil otras cosas. Si yo publicara un libro sobre todas las cosas que he escrito sobre Carolina de Mónaco, por decir algo, salen muchas páginas, es que yo llevo casi toda mi vida escribiendo casi que veinte cuartillas semanales para los periódicos y las revistas..."

Antonio Caballero Holguín

























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