A ti, casi innombrable

Te llevo en los hondones de mi alma,
aunque, en raros momentos, te asomes a mis labios
que, de niño, me hicieron odiar tu simulacro.
Todos mis sueños llevan tus colores
y, resonantes, vibran en mis oídos siempre
tus acordadas –suaves o bullangueras– notas.
Cada orza de adobo, cada soga de esparto,
cada jarro de vino me regalan tu aroma.
Creo estar sentenciado a aquietarme en tu entraña,
creo que allí, todavía, disuelto en tus terrones,
madre mía siempre agónica, repasaré tus letras,
las seis letras que cifran tu siempre por hacer,
tu mal rehecho o del todo improbable camino.
Mas frotaré ese oro tras pasarle mi aliento,
tras limpiarle, de paso, el rastro de mi huella,
para que su fulgor algún trecho me alumbre.

Antonio Martínez Sarrión


André Bretón en trance

Un chorro de vitriolo entre los ojos
y a esta hora
uno de abril quizás siete de octubre
dadas las coordenadas geográficas
André Bretón arrodillado o en cuclillas
o más bien sentado como moro
oirá que dan los cuartos
y las medias
y las horas culata-de-faisán
en su oscuro recinto de París
un chorro de vitriolo entre los ojos
y el maestro vería
tal pájaro adivino dormido en la ventana
las mejillas hundidas de Gurdjieff
el teatro vacío donde seguramente dan Fausto o Berenice
y la loca alegría del grisú
como un murciélago por los altos plafones
entre los senos bien cumplidos de las matronas griegas y romanas
los sombreros de copa
y toda la adorable antigüedad.

Antonio Martínez Sarrión




Carpe Diem

Qué dispendioso pulular de nombres,
de ateridas esperas mientras la madrugada
difuminaba taxis en una sucia niebla.
Qué lástima de tiempo barajando
naipes ya de textura ala de mosca
cuando el sol meridiano, más de un punto granado,
no sabe de demoras, admite alistamientos
sin requisito alguno,
por ahogado de sombra que llegue el aspirante,
para entregar a cambio manos como paneles,
ríos de campanillas, zureos de palomas,
terco mundo presente,
que fulgura y se esfuma tan tranquilo,
negándose de plano -y con cuánto derecho-
al deshonesto oficio de pañuelo de lágrimas.

Antonio Martínez Sarrión


Creciente ilusión inútil

Girar las llaves una y otra vez
con obsesión de orate
a fin, gesto imposible sobre torpe,
de conjurar la fuerza y majestad
de un sordo y ciego Azar que va rigiendo
cuanto en el universo alienta y condiciona,
¿será instalarse en la cúspide misma
de la árida ignorancia,
o ir clausurando, si se quiere así,
esos remansos, no de felicidad,
de sosiego tal vez,
el «chispazo entre dos oscuridades»,
metáfora suprema que condensa
la existencia y afanes de la especie?

Antonio Martínez Sarrión


Cuerpo

Se intentó lo posible, lo imposible:
negarlo, sublimarlo, resaltar su vigor,
su decaimiento.
Soldar la intolerable dualidad,
exaltar en las artes sus más bajas funciones
a fin de redimirlo una vez cuando menos
de los grilletes de la opacidad.

Fue inútil. Ahí está marcando el paso,
imposible es poner cotos a un fundo
lluvioso, soleado, sibilante, en silencio.
Es igual: terco siempre y correoso,
reñido a muerte -sólo ésta fatal-
con cuanto aspire a límite o a cifra.

Antonio Martínez Sarrión


Derecho de conquista

Con qué empeño la luz
quiere arropar, velada, la paz de la mañana
de manso mar y silenciosas calles
y de ese modo levantar el solio
que te encierra y engasta cual zafiro
cuando, al fin, sonriente y despeinada,
pasas revista a la enemiga tropa
y la encuentras conforme a tus designios
en batallones de plumón tan tibio,
en falanges de aljaba tan vacía
que proclamas, sin lucha, la victoria
y el raigón derrotado de mi ejército
cargados de grilletes tras tu carro se arrastra
traidor a su bandera, a su patria, a su dios.

Antonio Martínez Sarrión


"El mercado genera un culto, apabullante y tremendo, al dinero, ¡y no sé adónde vamos a llegar!"

Antonio Martínez Sarrión



Eslabones idénticos

Como la tea, que sirvió una vez
para alumbrar en el festín de bodas
y prender, de la novia, la pira funeraria,
con similar presura, desfilaron tus años.
Ni siquiera una ráfaga de viento
concedió tregua alguna a los instantes
que ahora, encadenados, se recuerdan.
Fue, asimismo, ilusoria suspensión
amar, leer, escribir y viajar. Y embriagarte.

Antonio Martínez Sarrión



La chica que conocí en una boda

fue la prima que entonces se casó
luego hubo baile
piano y batería mucho vino
yo diría que gentes más bien pobres
con los trajes de muerto de las fiestas
nevaba muchos viejos
que echaban la colilla en un barreño
y sacudían la mota
mucha música
la pizpireta que se está
bajando las bragas
se pone de puntillas
mira la galería
con aquellos ojazos virgen santa
y aquel reír el vino
estuvo luego haciendo lo restante
hasta que ya no pude contenerme y se lo dije
no a ella
a mis amigos
y estuve enamorado como un mes

Antonio Martínez Sarrión


"La información está tan mezclada y tan indistinguible de la publicidad y del entretenimiento que se hace una especie de tapioca, de sopa muy espesa, en la cual naturalmente habría que liberar algo que se pueda poner a buen recaudo... Una tapioca que va a engordar las arcas de los promotores del mercado en nombre de la globalidad de éste... ¡Hay que rescatar lo mínimo del sueño!"

Antonio Martínez Sarrión




"... Los demás tienen prisas y negocios
y tratan de llegar pronto a una cita...
Yo no te tengo más que a ti..."

Antonio Martínez Sarrión



"Los surrealistas españoles restablecen la fórmula que yo tomo de un verso de Claudio Rodríguez: "brujas a mediodía"."

Antonio Martínez Sarrión



"Los surrealistas se dejaron envolver en alianzas impropias e intransitables."

Antonio Martínez Sarrión


"No sólo Dalí, también Gala, aunque no sea su centenario, parece ser elevada a los altares, no de la excelencia personal, sino artística. En un documental sobre la dama, que pasan por televisión y firma la actriz catalana Silvia Munt, se diluye mucho buen material y bien montado a causa de lo acrítico del punto de vista. ¿Por qué no se atuvo Munt a cuanto dice y demuestra Gibson, en su exhaustiva y preciosa biografía de Dalí, sobre la castellana de Púbol? En parecida línea se mueve otro hagiográfico relato de la existencia de la rusa, debido a la estudiosa del arte Estrella de Diego, donde se aprovecha el lance para cargar sin matices sobre Bretón y alentar al culto de una mujer paradigma de la independencia y el feminismo, siempre que se desprovea a éste del más pequeño frunce que huela, ni de lejos, a izquierda.
El remate de esta galería de incensadotes ha corrido a cargo del inefable Arrabal, al que aquí, por patoso y gafe, y con buen criterio, nadie hizo caso jamás. Ese señor al que, como a cierta cursi de la «buena sociedad», también se le apareció María Santísima, remata el cartel de los dalinianos de extrema derecha cuando declara: «Dalí hizo constante gala de su coraje, que implicaba el don de sí y de su reputación». Ante la atronadora ovación, el bufón sin gracia saludó desde el burladero, se subió las bragas y tiró de la cadena.
Otro niñato —y aquí termino la saga daliniana— con columna semanal en un diario nacional califica de «chusco», es decir, «que tiene donaire, gracia o picardía» (RAE), el alarde de Dalí, que dio mil pesetas a un mendigo para que se dejase patear por el «genio». Los presentes parece que se tronchaban de risa."

Antonio Martínez Sarrión
Escaramuzas



Profecía entre signos

Déjame
Renunciar a mi vida por esta vida, a mi palabra por
la no hablada.
T. S. Eliot

Aquí estarás
-déjame que invente esta tarde sin ti-
entre los utensilios prescindibles, ya de todo segura,
con la casa comida por la sal, y reíamos,
los cielos sofocantes del verano, aquí desnuda y tuya
(y algunos ratos mía) mientras vuelca el sirocco
mariposas quemadas, niños mudos, paladas
de cárdenos claveles -que tirábamos-
porque lo nuestro eran las margaritas pobres,
los caminos sin rumbo por el silente barrio
hasta encontrar el reto de las panaderías,
de las carpinterías con rótulos a mano,
de los atardeceres de color amaranto,
de las piernas sonámbulas y los ahumados pechos.

Aquí estarás, con la sonrisa tuya
entre gorrión mojado y huella del invierno
que de pronto nos abre los caminos de junio,
los fuegos de San Telmo en la ciudad inviable,
mientras, sobre el asfalto, sobre la atroz grisalla
insinúas -no dices- que el dentista es de níquel,
que la conspiración, de algún modo, hace agua,
que tu cuaderno azul se disolvió en el viento,
y que los dos zarpamos -abrazados y huérfanos-
rumbo al sueño, esa orden opaca e imperiosa,
que mañana remite, y allí estás, y aquí yo.

Antonio Martínez Sarrión


Riquezas

Unos sostienen sus huertos oreados,
sus panales, sus eras y sus viñas,
mas no conocen las fases del mosto.
Yo no te tengo más que a ti.
Otros tienen sus flotas y arsenales
y capean temporales en la Bolsa
durmiendo entre unos brazos mercenarios.
Yo no te tengo más que a ti.

Los demás tienen prisas y negocios
y tratan de llegar pronto a una cita
para que esta demencia continúe.
Yo no te tengo más que a ti.

Antonio Martínez Sarrión


Semper Eadem

No he de apagar la luz
para pensar en ti: a pleno día
y ande haciendo lo que haga
(deambular por los parques, mirar nubes,
contestar a unas cartas, romper versos,
retener cuanto graban en el contestador,
bromear con el hijo, ver que llueve
y apenas lo registran mis calizos terrones
pues que la reja de tu sonreír
hace días que falta),
no afecta a tu presencia cercana o venidera,
eje y razón y fuerza y calor míos.

En las encrucijadas más confusas del sueño
oscuramente sé de tu vivir. Y cuando
la madrugada, a veces, mi dormir interrumpe
anunciando borrasca,
me oriento por el faro
de tu claro vivir siempre al alcance.

Antonio Martínez Sarrión


Vals del viudo

Lo más bello del mundo es una fila de platos vacíos
ah lo más bello del mundo
un rayo de sol silencioso en la alcoba cargada
de su perfume
cuánta tierra tapiándole los ojos
qué camino más lóbrego el del tinte
el color de sus guantes qué indeciso
qué olor a pulimento en su ataúd de dorados apliques
y todavía hay lentos goterones de cera en la consola
y sillas
que aquel día trajeron las vecinas
ah qué velo tan denso qué violetas
cuánto tarda mi sueño
cómo se remansa el sol cosquilleante
el sol abiertamente irrespetuoso
en el aire estancado de la casa.

Antonio Martínez Sarrión









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