Al Hanabanilla

Entre follajes de verdor lozano
de un monte dilatado y suspendido,
tajando la mitad, estremecido
desciendes con estrépito lejano.

Sobre el peñón en que te admiro ufano,
despiertas vivamente en mi sentido
el nombre del cantor esclarecido
del grandioso torrente americano.

¡Oh! si de Heredia el rítmico lenguaje
al dominar del Niágara la altura,
sacudiera en mi frente su oleaje,

no discurrieran en su esfera oscura
tu raudal sepultado en el boscaje
ni mi acento perdido en su espesura.

Antonio Vidaurreta



En mi niñez inquieta,
enseñóme con método sencillo
el arte de escribir Iturzaeta
 y en mi ciudad juvenil alborozada,
el arte de cantar al pajarillo,
que trina en la enramada.

Antonio Vidaurreta



Soneto a Marta Abreu

La pobre humanidad en las torcidas
pendientes de su vida fatigosa.
halla siempre en tu mano generosa
el paño de sus lágrimas sentidas.

Ellas también, ¡Oh Marta! recogidas,
al himno de alabanza rumorosa,
en tu diadema de piedad gloriosa
resplandecen, en perlas convertidas.

Tu nombre, en santo anhelo bendecido,
vibra y resuena en la región cubana
y en lábaro de amor flotante ondea.

¡Que entre el cielo y la tierra suspendido
con esplendor de excelsitud cristiana,
grandioso ejemplo de los siglos sea!

Antonio Vidaurreta















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