Alcoba

Espesa alfombra embota el paso mudo;
todo en desorden brilla. Velo asirio
envuelve el tiesto en que desmaya un lirio;
un ramo prende del morisco escudo.

Contra el tapiz, de un Zurbarán desnudo
brota en tropel la sangre del martirio,
y luz incierta como luz de cirio
baña la pompa del gran lecho viudo.

Arde la lumbre. Entre canciones rotas
suenan lejanas, estridentes notas,
rumor perdido de las ebrias Pascuas.

Dentro todo enmudece, excepto el eco
del rítmico reloj, o el crujir seco
del duro leño convertido en ascuas.

Augusto de Armas y Colón


Tropical

Es el momento en que todo se duerme en calma suprema
Es la hora, cuando la mirada a los esplendores asombrados
El blanco europeo, hijo de un cielo aburrido y pálido
Admira, oh mediodía orgulloso, tu poema mágico
Adorado por todos ellos y por mí solo odiado!

Sí, aborrezco, mediodía, tu sol y tu bomba
Porque el soñoliento aliento de tus ardientes besos
Puedo sentir mi sueño languideciendo dentro de mí
Porque en el vasto éter donde el horizonte se desvanece
También siento el ardor de los orgullosos impulsos languideciendo.

Que aquellos cuyos corazones suaves no nacieron para luchar
Busca el Kif sombrío de tus grandes y espesos bosques
Eso, huyendo de las desgracias a las que está expuesta el alma
Beben bajo tus cielos, al lado del bruto
La poción venenosa de la estúpida paz.

Augusto de Armas y Colón






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