"Amar hasta la temeridad. El amor no conoce otro lenguaje que el amor."

Arturo Corcuera


"Cuanto más domine el poeta los instrumentos expresivos es mejor. Está mejor dotado para la expresión poética."

Arturo Corcuera



El arca viajera de Bombay Palace

Más que baúl chico es arca de madera.
Me cautiva el olor a sándalo. Paso, gozoso, los dedos sobre el tallado de la tapa
con pagodas y gente de largas batas de seda y anchas mangas.
Pasaje de un lago al atardecer con lotos, remeros alrededor, bambúes, plantas
colgantes o altas hierbas que crecen de árboles podados.
Mi fantasía reconoce al pájaro pihis del que habla Apollinaire. Sólo posee un
ala y tiene que aparejarse para poder volar. (el viaje de luna de miel lo
inventaron los pihis). 

Después de una larga travesía, navegando por los espejos llegó el arca al
dormitorio. Y en él guardo mis poemas, hasta que maduren como las frutas.

Arturo Corcuera




El hereje

Nadie podrá convencerme
que el tren
no es larva de mariposa
que el avión no tiene plumas
que el mar no bebe cerveza
que la luz no es una flor


Arturo Corcuera


"El poeta nace y se hace. Viene con su ángel (poético) bajo el brazo, pero necesita formarse, educarse, enriquecerse de conocimientos, leer mucha poesía: a los grandes clásicos y a los poetas modernos.
Las dos fuentes primordiales de la poesía son la lectura (sin ella no hay aprendizaje) y sin la vida no hay latidos. Sin vivencias no se gesta nada. El poeta se carga de recuerdos, dolores, imágenes, impresiones, amores, nostalgias para que se produzca el alumbramiento. Una mujer que antes no ha gestado no puede dar a luz una nueva vida. Y el poema es también una creatura, un ser vivo.
En el Perú el poeta hasta hoy continúa teniendo un sino trágico. Mariano Melgar fue fusilado, Javier Heraud fue acribillado a balazos, Luis Hernández se arrojó a las ruedas del tren, Manuel Scorza murió quemado en un accidente de avión, Abraham Valdelomar pereció desbarrancado desde un segundo piso, a Juan Ojeda lo mató un ómnibus y a José Lora un tranvía, Luis Valle Goycochea amaneció muerto en una calle de Lima, José María Arguedas se suicidó.
Es larga la lista. Muchos murieron muy jóvenes, después de una vida penosa, desamparados por el Estado, sin ningún seguro de salud. Por parte del Estado no hay ninguna ayuda: ni editoriales, ni premios, ni promoción de sus obras, menos cargos en las esferas culturales o diplomáticas, como ocurre en otros países. Los premios nacionales en México, Chile, Argentina implican una importante pensión vitalicia. En el Perú ya no hay ni premios nacionales."

Arturo Corcuera



"El poeta puede valerse de la forma, del ritmo, del metro, de todos los mecanismos expresivos. Lo que importa en un poema es el resultado."

Arturo Corcuera



Fábula de Maese Cuervo

Sombra de plumas
que empolló la noche. 

La noticia funesta,
las defunciones,
de maese cuervo
son lectura diaria. 

“¡Ah –exclama-,
si tuviese
agencia funeraria!”

Daniel Arturo Corcuera Osores



Juego de espejos

(el poeta)

Para buscar imágenes
me sumerjo en el sueño,
para cazar sirenas
tiro mi anzuelo al espejo 

(álbum de familia)

¡Oh, antiguo espejo,
adónde habrás guardado
la cara del abuelo! 

(leyenda)

Cuentan los viejos
que los ríos
de antes
desembocaban
en los espejos

(suspenso)

¡Cuántos rostros por la borda,
ay, si el espejo se rebalsa
y se desborda! 

(hallazgo)

habita un cisne de bruma
en el fondo del espejo:
ayer le arranqué una pluma 

(ego)

¿Algún día, espejo,
enseñarás mi rostro
cuando no era viejo?

Arturo Corcuera




"La poesía en todos los tiempos ha ayudado al hombre. Es un alimento indispensable. Sábato ha dicho que «si no existiera la poesía habría más suicidios y más asesinatos».
Si los políticos leyeran poesía serían mejores. En el tercer milenio, no te quepa ninguna duda, la poesía seguirá cantando y agitando las alas. Es un pájaro que no está en peligro de extinción."

Arturo Corcuera



Las puertas y las penas 

Puertas que van a dar al mar o al amar, puertas por donde se ingresa inexorablemente al olvido, puertas como ganzúas, puertas abiertas al vértigo de las pesadillas, puertas en abandono, enmohecidas, pesarosas, aguardando el día de la demolición, puertas en espera de la llave que jamás las ha de abrir, puertas por donde huyen estrellas y leones, puertas como labios incitando al peligro, puertas coronadas de enredaderas y silencio, puertas de una sola hoja, en medio de la agonía del otoño, puertas tapiadas con piedras y fantasmas, puertas abatidas que ardieron vivas y sobrevivieron al incendio, puertas pintarrajeadas como las mujeres de la noche, puertas que conducen a ninguna puerta, puertas que enloquecen a quienes las trasponen, puertas sin centinelas, sin historia, a tientas, sin el ojo de la cerradura, puertas enfermas, contagiadas de los descalabros irreparables del amor, puertas sin dinteles ni ventanas, clausuradas en soledad como los párpados, los monasterios o las lápidas, puertas infinitas como túneles de rápidos espejos, puertas que enmudecieron para siempre como los torturados.

Arturo Corcuera


Los amantes

Mientras caminas
por bosques y parques
sólo por besar tus pies
el otoño desnuda sus árboles
sólo por besar tus pies. 

El te ama como yo
con ojos infinitos
y como yo
también quisiera
desnudarte de otoño. 

Nosotros los amantes
sobre nosotros
la lluvia y el amor
la lluvia sin cesar
sin cesar el amor
sobre nosotros
la lluvia que como el amor
humedece a los amantes.

Arturo Corcuera



"Mi defecto es ser muy confiado. Mi virtud es ser leal."

Arturo Corcuera


"No podría ser un parasitólogo."

Arturo Corcuera



Rosa

Tímida rosa ósea y encarnada
que amo y me ama y junto a mí se posa,
rosa que me rozó con la mirada,
¡oh mi amorosa y aromosa rosa,

sumisa y envolvente llamarada!
Llamándote me enllamas, ardorosa,
y erguida en mi alma, rosa incorporada,
entre mis brazos, caes temblorosa.

Talle, su tallo. Y hojas. Y ojos. Sueño
–que con mis manos toco– que me toca.
Buscada rosa que encontró su dueño.

Escogida entre muchas minuciosa-
mente. Lozanos muslos, ansias, boca,
y no la mires más que así es mi rosa.

Arturo Corcuera



Tarzán y el paraíso perdido

¡Aaaúuaú aaa…! ¡Aaauaúaa…!
Tarzán (Johnny Weismuller) es internado en un manicomio por creerse Tarzán.

Su grito, que asusta a médicos y enfermeras, no es el clarín con el que hacia su victoriosa aparición en la pantalla. El grito a Tarzán no le pertenece. Fue un collage de sonidos confeccionado y patentado por la Warner Brothers: decantaron en el laboratorio los gruñidos de un cerdo y las notas de un tenor.

Tarzán en el sanatorio para artistas (retirados) de Hollywood,
abatido y vencido por la camisa de fuerza
(él que encarnó la fuerza sin necesidad de camisa).
Hoy casi a oscuras y ayer mimado por los reflectores.
Tarzán víctima de una dolencia cardiaca
se toca el corazón y piensa en Jane.
Desamparado llama en su desesperación a Chita
(entre sombras ve y besa a Chita como si fuera su madre.
Chita se limpia la boca, hace morisquetas
y dando volatines desaparece),
llama a Chita
para que lleve un recado pidiéndole ayuda a Jane.
Pero Chita no podrá acudir. Chita no existió en la vida real.
(Eran ocho monas chimpancé, ocho monas que parieron su estampa cinematográfica).
Y Jane,
la bella silvestre de los níveos brazos,
ya no lucirá más su silueta junto a Tarzán,
porque Jane ya no filma. Hace mucho tiempo que se le venció el contrato con la Warner: las piernas de Jane ya no están todo lo tersas que uno quisiera para hacerlas figurar en el reparto.

(Ah, Jane, paraíso perdido, divino tesoro, ya te vas [para no volver],
cuando quiero llorar
pienso en ti, mi dulce Jane.
Cuánto hubiera dado por tenerte en mis brazos,
por confesarte mi amor: Yo querer mucho a Jane.
Silencio insensato que guarde por culpa de mi testaruda timidez.
Por culpa de los barritos de mi precoz adolescencia.
Ah, Jane, ya no adoro tus senos besados por las lianas.
Tus senos asediados al centímetro por flechas y lanzas.
Ya no adoro tu rostro que el tiempo implacable ha ido modelando a su capricho.
Tu rostro que acaricie con ternura [a escondidas del público] en todas las carteleras.

Que no me digan nunca que te quitaste el maquillaje.
Que no me enseñen nunca tus cabellos de desfalleciente plata.
Para mi tú serás siempre la linda muchacha que yo amé matalascallando,
que yo ayudé a inventar con mis ensueños en los destartalados cines de mi barrio, mi inolvidable Jane).

En su cuarto Tarzán da vueltas como condenado
y en su rayado papel de loco repara en el espejo del lavabo y quisiera lanzarse.
Tarzán varias veces campeón olímpico de natación.
Amor, juventud y dinero, la veleidosa gloria:
todo desde el trampolín se le fue al agua.
Todo se lo devoraron con voracidad las fieras.

Entre paredes pálidas que su insomnio decora
de enredaderas por sentirse libre (al final de la película)
se aferra a sus sueños:
se sueña sobre el lomo de sus elefantes y sonríe.
Se sueña venciendo a sus repujados cocodrilos de cartón.
Ve acercarse a sus leones de felpa (pura melena)
y Tarzán siente miedo
y tiembla y grita como un desventurado niño de pecho:
¡Aaaúaúaa…! ¡Aaaúaúaaaa…!

Pobre Tarzán indefenso y desnudo,
descolgado del ecran por inservible,
loco, completamente solo entre los locos,
aullando perdido en su paraíso perdido,
sin Jane, sin chita, sin fuerzas, sin grito,
solo con su soledad y sus taparrabos.

Arturo Corcuera



"Un buen poema logra una armonía en todos sus elementos. Es un cuerpo unitario. Es como un reloj. Si una de sus partes falla, no funciona."

Arturo Corcuera












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