Aprendido

Del mismo modo que te abriste a la alegría
ábrete ahora al sufrimiento
que es el fruto de ella
y su contrario ardiente

Del mismo modo
que de la alegría fuiste
al fondo
y te perdiste en ella
te hallaste
en esa pérdida
deja que el dolor se ejerza ahora
sin mentiras
ni disculpas

y en tu carne se vaporice
toda ilusión

que la vida sólo consume
lo que la alimenta.

Ferreira Gullar


Canción para no morir 

Cuando te vayas,
muchacha blanca, como la nieve,
llévame.
Si acaso no puedes
cogerme de la mano,
niña blanca de nieve,
llévame en el corazón.
Si en el corazón no puedes
acaso llevarme,
muchacha de sueño y de nieve,
llévame en tu recuerdo.
Y si allí tampoco puedes
por tanta cosa que lleves
conmovida en tu pensamiento
niña blanca de nieve
llévame en el olvido.

Ferreira Gullar



Hombre sentado

En este diván recostado
por la tarde
en un rincón del sistema solar
en Buenos Aires
(los intestinos doblados
dentro de la barriga, las piernas
bajo el cuerpo)
veo por el ventanal de la sala
parte de la ciudad:
estoy aquí
apoyado apenas en mí mismo
en este mi cuerpo magro mezcla
de nervios y huesos
viviendo
a la temperatura de 36 grados y medio
recordando plantas verdes
que ya murieron.

Ferreira Gullar


"La poesía me ayudó a enfrentar problemas, me ayudó a vivir. Sin ella, no sé lo que sería de mí. En mi larga experiencia en la lucha política puedo afirmar que la poesía sostiene la capacidad de indignarse y al mismo tiempo de hacernos dignos, de mantener la dignidad del ser humano. En ese sentido la poesía es peligrosa para los poderosos, pero en la inmediatez de la sociedad no.
Para que el poema nazca es preciso que sea en cualquier momento fundamental, insustituible. Yo vivo el poema como un viaje, en el sentido que le dan quienes se drogan, pues para mí es una especie de delirio.
Hacer el poema es una experiencia excepcional de vida, como el amor, como las cosas extraordinarias de nuestras existencias. El poema es esencial en la vida del poeta, no sólo para la preparación de la obra literaria, para la elaboración del siguiente libro. De mi parte yo no planeo nada, yo voy haciendo el poema mientras vivo. Sé que hay una lógica subyacente, pues publico mis poemas en el orden cronológico en que fueron compuestos. Es como una permanente reflexión, no filosófica, sobre la vida, como una indagación explícita, que está en el poema, que indaga permanentemente la vida, que la descubre y la formula a la vez. Tal vez por eso escriba yo tan poco. No se trata de hacer sólo un poema más. Si nada nuevo nos revela, si no hay algo distinto que nos surja, entonces yo no veo la
necesidad de escribir, de mi parte, abandono el intento de escribir el poema. No pretendo decir con ello que lo que nazca con esas virtudes debe ser una genialidad. Hablo de mis necesidades, de las condiciones que yo distingo para que pueda tener lugar el alumbramiento del poema. Es la vida, el ejercicio de la banalidad. Antes que del cielo, la poesía es de la tierra. Su luz nace de abajo, no desciende del cielo. Cuando yo la veo entonces intento transmitirla a los demás, pretendo recogerla y compartirla."

Ferreira Gullar


Las peras

Las peras, en el plato,
se pudren.
El reloj, sobre ellas,
mide
su muerte?
Paremos el péndulo. De-
tendríamos, así, la
muerte de las frutas?
Ah si las peras se cansaran
de sus formas y de
su dulzura! Las peras,
concluídas, se gastan en el
fulgor de estar listas
para nada.
El reloj
no mide. Trabaja
en el vacío: su voz se desliza
fuera de los cuerpos.

Todo es cansancio
de sí. Las peras se consumen
en su sosiego
dorado. Las flores, en el cantero
diario, arden,
arden, en azules y rojos. Todo
se desliza y está solo.
El día
común, día de todos, es la
distancia entre las cosas.
Pero el día del gato, el felino
y sin palabras
día del gato que pasa entre los muebles
es pasar. No entre los muebles. Pa-
sar como yo
paso: entre nada.

El día de las peras
es su putrefacción.

Es tranquilo el día
de las peras? Ellas
no gritan, como
el gallo.
Gritar
para qué? si el canto
es apenas un arco
efímero fuera del
corazón?

Sería preciso que
el canto no cesara
nunca. No por el
canto (canto que los
hombres oyen) sino
porque can-
tando el gallo
no tiene muerte.

Ferreira Gullar



Llevar un espejo

Es más una carga que una ventaja
la gente se hiere en él
y él
no nos devuelve nada más que el paisaje

No nos devuelve lo que él retuvo:
el viento en las copas
el ladrido de los perros
la charla en la sala
ruidos
sin los cuales
no habría tardes ni mañanas

Ferreira Gullar


"No vivo pensando en los problemas éticos, pero procuro comportarme de la mejor manera en la vida, no hacer nada que mi conciencia no apruebe. En 1950, cuando yo era locutor en mi ciudad natal, se desarrollaban las elecciones para presidente de la república. No sabía nada de política. Fui a trabajar en la noche, después de que había tenido lugar un tiroteo en la ciudad contra los manifestantes de oposición. En la refriega murió un obrero. Me pasaron una nota para que la leyera. Decía que los comunistas habían asesinado al manifestante, no la policía, como en realidad ocurrió.
Hice la nota a un lado y continué con mi programación musical alternada con los comerciales. El director de la estación de radio me hizo una señal para que leyera el mensaje. Respondí que en un momento lo haría y continué con la música. Al rato volvió a insistir y con gestos asentí que ya la leería. Nada de eso hice. Cuando salí del estudio me llamó a su oficina y me reprendió por haber desobedecido sus órdenes. Me preguntó por qué no había cumplido la orden. Le dije que yo no leía mentiras. Insistió en que era mi obligación como empleado y que a mí no me importaba lo que el gobierno dijera, pero le contesté que mi trabajo no consistía en ser cómplice de mentiras. Obviamente me despidió. Asumí el hecho."

Ferreira Gullar


Ovni

Soy una cosa entre las cosas
El espejo me refleja
Yo (mis
ojos)
reflejo el espejo 

Si me aparto un paso
el espejo me olvida:
-refleja la pared
la ventana abierta 

Yo guardo el espejo
el espejo no me guarda
(yo guardo el espejo
la ventana la pared
rosa
yo me guardo a mí mismo
reflejado en él):
soy posiblemente
una cosa donde el tiempo
tuvo un error

José Ribamar Ferreira, conocido como Ferreira Gullar



Poema sucio

No tiene la misma velocidad el domingo
que el viernes con sus compras
ajetreadas
aumentando el tráfico y el consumo
de jugo de caña helado,
ni tiene
la misma velocidad
la azucena y la marea
con su ejército de burbujas y ardientes carabelas
penetrando sombrías en el río
en otra lentitud que la del crepúsculo
que, en lo alto,
con su gran engranaje averiado
molía la luz.
Otra velocidad
tiene Bizuza sentada en el piso del cuarto
doblando las sábanas lavadas y
planchadas,
arreglándolas en el cajón de la
cómoda, como
si la vida fuese eterna.
Y era
en ese su universo de almuerzo y
condimentos
de hojas de laurel y de pimienta
negra
mastuerzo para la tos rebelde,
universo
de ollas y cansancios entre las paredes de la cocina
dentro de un gastado vestido de
percal,
en fin,
donde latía su pequeñito corazón.
Y si no era
eterna la vida, dentro y fuera del armario,
lo cierto es que
teniendo cada cosa su velocidad
(la de la chancaca
oscura, clara
la del agua
que se derrama)
cada cosa se alejaba
desigualmente
de su posible eternidad.
O
si se quiere
desigualmente
la tejía
en su propia carne oscura o clara
en su transcurrir más profundo que el de la semana.
Por eso no es cierto decir
que es en domingo cuando mejor se ve
la ciudad
-las fachadas de azulejos, la Calle del Sol vacía
las ventanas trancadas en el silencio
cuando ella
parada
parece fluctuar.

Y que mejor se ve una ciudad
cuando -como Alcántara-
todos los habitantes se fueron
y nada resta de ellos (ni siquiera
un espejo del aparador en uno de aquellos
aposentos sin techo) -sino
entre las ruinas
la persistente certeza de que
en ese suelo
donde ahora crecen cardos
ellos efectivamente danzaron
(y casi se escuchan voces
y carcajadas
que se encienden y se apagan en los pliegues de la brisa)
Pero
si es espantoso pensar
como tanta cosa desapareció, tantos
guardarropas y camas y mucamas
tantas y tantas faldas, enaguas,
zapatos de los más variados modelos
arrastrados por el aire junto con las nubes,
a eso
responde la mañana
que
con sus muchas y azules velocidades
sigue adelante
alegre y sin memoria.
Lo que hablan en la cocina
o en el balcón de la casona
(en la Calle del Sol)
salía por las ventanas
se escuchaba en los bajos
en la casa vecina, en los fondos de la Mueblería
(y vaya uno a saber
qué de cosas se hablan en una ciudad
cuantas voces
resbalan por ese intrincado laberinto
las paredes y cuartos y zaguanes,
de baños, de patios, de huertas,
voces
entre muros y plantas, risas
que duran un segundo y se apagan)

Y son cosas vivas las palabras
y vibran con la alegría del cuerpo que las gritó
tienen incluso su perfume, el gusto
de carne
que nunca se entrega realmente
ni siquiera en la cama
sino a sí misma
a su propio vértigo
o así
hablando
o riendo
en el ambiente familiar
tu puedes oir y ver
desde tu hueco
cómo esas voces golpean en las paredes del patio vacío
en la armazón del hierro donde se seca una parra
entre alambres
de tarde
en la pequeña ciudad latinoamericana.
Y hay en ellas
una iluminación mortal
que es de la boca
en cualquier tiempo
pero que allí
en nuestra casa entre muebles baratos
y ninguna dignidad especial
minaba la propia existencia.

Reíamos, es cierto,
en torno a la mesa de cumpleaños cubierta de pastillas
de menta envueltas en papeles de seda coloridos reíamos, sí,
pero
era como si ningún afecto valiera
como si no tuviese sentido reír
en una ciudad tan pequeña

El hombre está en la ciudad
como una cosa está en otra
y la ciudad está en el hombre
que está en otra ciudad

más variados son los modos
como una cosa
está en otra cosa:
el hombre, por ejemplo, no está en la ciudad
como un árbol está
en cualquier otra
ni como un árbol
está en cualquiera de sus hojas
(incluso rodando lejos de él)
El hombre no está en la ciudad
como un árbol está en un libro
cuando un viento allí lo hojea

la ciudad está en el hombre
no de la misma manera
que un pájaro está en un árbol
no de la misma manera que un pájaro
(la imagen de él)
esta/ba en el agua
y ni de la misma manera
que el susto del pájaro
está en el pájaro que yo escribo

la ciudad está en el hombre
casi como el árbol vuela
en el pájaro que lo deja

cada cosa está en otra
de su propia manera
y de manera distinta
de como está en sí misma

la ciudad no está en el hombre
del mismo modo que en sus
bodegas plazas y calles

Ferreira Gullar


Traducirse

Una parte de mí
es todo el mundo:
otra parte es nadie:
fondo sin fondo.

Una parte de mí
es multitud:
otra parte extrañeza
y soledad.

Una parte de mí
pesa, pondera:
otra parte
delira.

Una parte de mí
almuerza y cena:
otra parte
se espanta.

Una parte de mí
es permanente:
otra parte
se sabe de repente.

Una parte de mí
es sólo vértigo:
otra parte,
lenguaje.

Traducir una parte
en la otra parte
-que es una cuestión
de vida o muerte –

¿será arte?

Ferreira Gullar



Un hombre

Con un espejo (echo
un segundo esqueleto)
embutido en el cuerpo
no puede
bruscamente volverse hacia atrás
no puede
juntar nada del suelo
y cuando duerme
es como un acróbata
tendido sobre un relámpago

Un hombre con un espejo
enterrado en el cuerpo
en verdad no duerme: refleja
un vuelo

Finalmente, ese hombre
no puede hablar demasiado alto
porque los espejos sólo guardan
(en su abismo)
imágenes sin sonido.

Ferreira Gullar


"Yo creo que todos los artistas se comprometen a ese grado con el arte. Cuando me inicié en la pintura estaba convencido de que ese era mi destino, pero luego me encaminé hacia la poesía y cambié de opinión. Aun cuando no abandoné las artes plásticas, pues las sigo cultivando a través de las letras, de la crítica de arte, e incluso pinto y dibujo, reconozco que no poseo la calidad necesaria para la obra de arte. Sé muy bien que mi entrega no es total, que mi vida no se va en la pintura. Cuando veo los cuadros de los auténticos pintores descubro la diferencia. Para transfigurar el lenguaje es necesario redimensionar, recrear la vida."

Ferreira Gullar


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