Canción

¡Oh ansias de mi pasión;
dolores que en venir juntos
habéis quebrado los puntos
de mi triste corazón!

Con dos prisiones nos ata
el amor cuando se enciende
hermosura es la que prende,
y la gracia es la que mata.

Ya mi alma está en pasión;
los miembros tengo difuntos
en ver dos contrarios juntos
contra un triste corazón.

Antonio de Villegas



En la peña

En la peña,sobre la peña,
duerme la niña y sueña.
La niña, que amor había,
de amores se transportaba,
con su amigo se soñaba,
soñaba, mas no dormía;
que la dama enamorada
y en la peña,
no duerme, si amores sueña.
El corazón se altera
con el sueño en que se vio;
si no vio lo que soñó,
soñó lo que ver quisiera;
hace representación
en la peña
de todo el sueño que sueña.
Sueños son que, Amor, envías
a los que traes desveldos,
pagas despiertos cuidados
con fingidas alegrías;
quien muere de hambre los días,
las noches manjares sueña
suso en la peña.

Antonio de Villegas



"Yo, sin responderla, la seguí hasta que salimos de la huerta. Esta engañosa vida trajimos mucho tiempo, hasta que ya el amor, por vengarse de nosotros, nos descubrió la cautela; que como fuimos creciendo en edad, ambos acabamos de entender que no éramos hermanos. Ella no sé lo que sintió al principio de saberlo: mas yo nunca mayor contentamiento recibí, aunque después acá lo he pagado bien. En el mismo punto que fuimos certificados de esto, aquel amor limpio y sano que nos teníamos se comenzó a dañar y se convirtió en una rabiosa enfermedad, que nos durará hasta la muerte. Aquí no hubo primeros movimientos que excusar; porque al principio destos amores fue un gusto y deleite fundado sobre bien; mas después no vino el mal por principios, sino de golpe y todo junto. Ya yo tenía mi contentamiento puesto en ella, y mi alma hecha a medida de la suya. Todo lo que no veía en ella me parecía feo, excusado y sin provecho en el mundo. Todo mi pensamiento era en ella. Ya en este tiempo nuestros pasatiempos eran diferentes; ya yo la miraba con recelo de ser sentido; ya tenía envidia del sol que la tocaba. Su presencia me lastimaba la vida, y su ausencia me enflaquecía el corazón. Y de todo esto creo que no me debía nada, porque me pagaba en la misma moneda. Quiso la fortuna, envidiosa de nuestra dulce vida, quitarnos este contentamiento, en la manera que oirás.
El rey de Granada, por mejorar en cargo al alcaide de Cártama, le envió a mandar que luego dejase aquella fuerza y se fuese a Coín (que es aquel lugar frontero del vuestro), y que me dejase a mí en Cártama en poder del alcaide que a ella viniese. Sabida esta desastrada nueva por mi señora y por mí, juzgad vos (si algún tiempo fuisteis enamorado) lo que podríamos sentir. Nos juntamos en un lugar secreto a llorar nuestro apartamiento. Yo la llamaba señora mía, alma mía, sólo bien mío y otros dulces nombres que el amor me enseñaba."

Antonio de Villegas
El abencerraje









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