Cerca y lejos

Cuando el viento los árboles desnuda
arrastrando las hojas por el suelo,
aquellas que más juntas puso el cielo
más las separa su inclemencia ruda.

Calma después su cólera sañuda;
y él, que cortó tan cariñoso anhelo,
al ver las tristes hojas sin consuelo
a unirse nuevamente las ayuda.

Dios, pues, que vio nuestra desgracia impía;
Dios, que nos vio luchar contra la suerte,
Dios, que nuestra constancia desafía,

con su muda elocuencia nos advierte
que otra vez se han de unir tu alma y la mía,
aunque sea a las puertas de la muerte.

Augusto Yangas Alcayde



La felicidad

Me arrulló como madre cariñosa;
me acarició sencilla y complaciente;
y hasta sentí en los rizos de mi frente
sus labios hechos de jazmín y rosas.

De mi existencia en la mañana hermosa
aspiramos los dos el mismo ambiente,
y ambos bebimos en la misma fuente
de la inocencia el agua deleitosa.

Mas una vez, en su amoroso exceso,
corrió a mi cuna, la encontró vacía,
lloró su amor perdido y su embeleso,

y al sorprenderla, por desdicha mía,
ya casi avergonzada, me dio un beso,
y no la he vuelto a ver desde aquel día.

Augusto Yangas Alcayde












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