Ciudad de rostro oscuro

Entonces uno de los siete ángeles
de las siete copas vino a decirme:
Ven, voy a mostrarte el juicio de la famosa prostituta
establecida al borde de las grandes aguas.
Con ella pecaron los reyes de la tierra,
y con el vino de su idolatría
se embriagaron los habitantes de la tierra.
Dicho esto, me llevó al desierto: era una nueva visión.

APOCALIPSIS

Dicen que el tiempo nos legó la desmemoria
que se nos vino encima como un agravio interminable
mutándonos todo
las manos graves de existir
y el temblor hirsuto del silencio
Dicen que extraviamos el hombro derecho
el corazón de inviernos malherido por la espalda
que somos nada Dicen
que no volvemos
y en la palabra se nos dilatan los naufragios
cuando el mundo es un reflejo
una mirada oscura
intransitable

Puesto que toda ciudad puede habitar en otra
yo te saludo libertad errante
yo te aclamo en el riesgo de las llamas
que se ciernen sobre ti
como la serena aventura de los rostros

Ciudad transparente yo te escucho de memoria
en el himno maternal que me precede
Soy instrumento
cuerpo indetenible donde alumbrar el abismo
donde la ciudad es más que Ciudad
Promontorio de arenas
Isla
Morada del imposible

universo

Pero la ciudad no es el ciclo exacto de la duda
ni el temible vértigo donde los años
renuncian a la sed de otros parques
La ciudad no es respuesta sólo pregunta
no es lo que se dice sino más bien lo que se ignora
Impuros vitrales que corrigen la luz
Páramo que asoma al margen de sus ruinas
y amanece cual relámpago
Desde todos los días me recorro en los umbrales
infinito como el ángel mutilado del otoño
cuando tu cuerpo ciudad no es el que resucita
sino aquel que aduerme la partida mas no sueña
sacrificando toda su rigidez su pasmo

Mi rostro no es mi rostro
sino un continuo azar de invocaciones
que precoz se yergue y vacila
reencarna en mí y piedra le padezco
cuando me duele y es el adviento

la intemperie
danzando en la entraña fatal de la tormenta

Diminuta ciudad quiero poseerte
atravesar todo el polvo
la sal que me engendra el cuerpo de un hombre
por el ave nacida ayer ceniza de mi vientre

Ciudad límite frontera
Precipicio de constelaciones
Ciudad agua incendiada

Inmanente de la tierra
reencarnas en mí y piedra te padezco
cuando son los espejos otro rostro
otro cuerpo en el cual la ciudad siempre es la misma
procurando el semblante que las llagas me oscurecen

Soy impar
y mi ser es otro ser que azorado no regresa
muriendo esta edad de nacerme que extravío
donde la histeria arde el manantial del mármol
esculpiendo su nostalgia a la luz de un breve incienso
Aquí brota la sierpe incendiando los destierros
la cruz del odio

el cáliz

el tobillo
sangre estéril donde mi cuerpo oscuro se sumerge
desde la íntima ciudad pródiga en canas
fundando los objetos
en el lugar común que alguna vez tendió esta sierpe
apenas para mí
cuando supe que el sueño nos legó la desmemoria

y se nos vino encima como un agravio interminable
dibujo atroz que bajo el signo del aliento
nos borra lágrimas

astros
miedo
duro maderamen que cerró la prepotencia

Y tú ego profundo
Concierto y discurso del habitual adagio
como serás ciudad un simple gesto
desvarío de la carne ya nombrada por el fuego
acallándome el estigma de ser en torno a ti
más enigma aún que la Ciudad

tanto infierno
donde se transmutan el rostro y la carne
mi nombre y tu nombre
en sombra y sierpe

Dicen que el viento nos legó la desmemoria
y ahora Ciudad
cuanto augurio se presiente está en mis ojos
ardiendo tal blasfemia
cesando como el fuego

cesando
como tú
en la piel de lo oscuro

Entonces llovió Jehová sobre Sodoma y Gomorra
azufre y fuego desde los cielos.
Y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura,
con todos los moradores de aquellas ciudades,
y el fruto de la tierra.

Arlén Regueiro


"En esencia la literatura cubana esta signada por cierta insularidad política, que contribuye a fijar su condición geográfica de locus aislado, cuasi secreto a veces, como su realidad; aunque cuenta con altos exponentes en todas las generaciones vivas y muertas. Por otra parte, la atención económica que pone el estado sobre la industria editorial es muy favorable, a pesar de las limitaciones ideológicas que esto pudiese implicar en muchos casos.
Aquí, en España, existe una industria y un mercado de mayor amplitud, dominado por cuatro o cinco conglomerados empresariales cuya máxima es la rentabilidad económica, frente a pequeños sellos editoriales que intentan subsistir económicamente aparentando centrar sus intereses en la “rentabilidad literaria”, pues no debemos olvidar nunca que una editorial es un negocio, y mal que bien una parte lo logra y otras no. Hay una tercera opción que en los últimos cinco o seis años se ha disparado (no solo en España sino también en la literatura mundial), provocando pavor, y menosprecio añadido, en la industria editorial, que consiste en la figura de los autores autopublicados o indies, promovidos gracias a plataformas digitales, que vienen demostrando la soslayable función de la editorial como mecanismo intermediario entre el autor y el lector."

Arlén Regueiro


"Entre las manos de un escritor siempre hay algo nuevo… incluso cuando se aproxima el último momento… nunca dejamos de acumular sensaciones esperando el instante en que podamos traducirlas a una historia o un verso, o ambas cosas…"

Arlén Regueiro


"Leer es como vivir siempre, y es tan cómodo que enseña, divierte, acomoda tu propia inteligencia a maneras de sentir. Mientras vives en ella puedes releerla y reescribirla, acomodarte a su paso. Debo mi conocimiento de la vida y el mundo a los libros que he leído, a los mundos y vidas que habitan sus páginas."

Arlén Regueiro


"Leer. Leer. Leer. Leer siempre poesía. Leer a los que vinieron antes. Leer a los que llegaron después. Leer a los que consiguen estar ahora. Y aprehender de lo leído. Incorporarlo a su propia existencia. Ser honesto con el instante que estás viviendo. Vivir la poesía con absoluta sinceridad y escribirla desde ese momento en que piensas que vas a morir si no lo haces. Ser uno mismo. Y ser libre…"

Arlén Regueiro




Los tatuajes del alma

yo he de nacer de mí
socorriendo a la madre que se avecina imposible
como imposible ha de ser el vértigo mismo
por la errante mortaja de la arena

yo no soy de esos que aman a su madre
cuando la noche aventura un ojo impúdico

desde el invierno que la piel ilumina
sobre los rastros del polvo

yo no soy de esos travestidos de lluvia
donde el estío es tránsito calculado
ausencia de sí en el sepulcro de la casa

mi madre puede ser un perfil semejante
muriendo cada tarde los tatuajes del alma
y no ser padeciendo mi vientre sólo huesos

Arlén Regueiro



Páginas del agua

Ven, hermano, mitad de mí. Incompleta es tu carne que me desconoce; porque nombrar la luz sería como matarte la mirada,  tenerte ciego a pesar de todos los días que puedo resucitarte; cuando sea domingo.
Mi jardín será otro juego de la memoria, sin la costumbre obligada de conocer el camino.
Hermano que no quiero que seas mío, para poder amarte como amo a otro; ven a escucharme todo este silencio,  las caricias que me impido pensar en tu rostro.
Ven, hermano de mi entraña; a negarme el fuego. Proclama la edad del agua,  ahora que somos piedra,  el tiempo indiferente.
El viento ha de ser como una aurora muerta, el vaso herido al borde del café, cuando no brotas reflejo,  más que en el recuerdo.
Por eso quiero que seas,  hermano mío, carne solamente de mi padre, como si mi padre te hubiera engendrado de sí mismo,  y te abortara frente a las nubes donde nunca danzarán, porque nunca serás objeto de la danza,  más bien del descalabro.
Páginas del agua son éstas que escribo. Palabras fundadas por toda su impotencia,  para bebernos el miedo,  el terrible pudor de un beso.
Pero no, hermano,  quiero también que sepas cuán imposible son los desnudos,  cuán horrible me parece que seas el verbo de mujer,  que tengas madre como ésta, la mía,  que censura el riesgo del agua,  con la parte de mí que no soy yo,  porque eres tú.
Ven, hermano, a compartir el vicio de los insomnios,  para hacerme dormir sobre tu sombra cada tarde,  sobre mi propio semblante marchito,  prohibiéndome el sabor de la arena. 

Arlén Regueiro



Pronósticos del mirlo

padre
recuerda que también has pronosticado el mirlo
has cosechado la ausencia
y yo no puedo más que elegir
acostumbrarme a ser la rosa de signo oscuro

o morir una extraña levedad de todo
padre
puedes volver a las columnas
a los techos graves de la noche
a la fugaz penumbra de los adulterios

padre
puedes partir seguro
jamás robaré tus cigarros
jamás beberé tu vino

Arlén Regueiro












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