Del niño que no lo es

No lleva en la mirada un lustro de aromas
ni roza con auroras ni con brezos.

A veces le componen sus propias odas, sus épicos cantos,
lo visten de limpio y le cambian un sueño
por una papilla de arroz.

Otras se lo ve meditando cómo robar a la muerte su juventud
y bebe ávidamente sangre con acíbar
y exprime sesos de renacuajo
y estrangula las enormes semillas de la mostaza.

Pero las más contemplo tras los visillos
su expresión de girasol apóstata que mide el tiempo
con su propia savia, pues ya no hay día
a la vista de todos: la verdad sólo
merece latir, como las buhardillas;

sólo se limita a sorprendernos con disparos de orquídea,
con civilizadas balas, con caricias de desecho,
con fragor de pies y manos, con besos de ginebra,
con traviesas puñaladas, y con un cuenco
repleto de las promesas
que hacen del niño un sabio.

Antonio Alfeca


El corredor

¿Es cierto esto que veo,
este paso sobre paso,
este soplo sobre piel
o entrelazada fibra?

Pensamiento, disparo
para el tendón de este aire
inconmensurable, inasible
paso sobre paso.

En su médula enhebrada
–palpitante atadura– la arboleda,
el río tan misterioso, tan secreto
desborde de redonda cifra.
La zancada sólo brota
del redoblado silencio.
Si cuándo llega a ser cuándo
conocerás en la linde
tu infinito agonizante.

Antonio Alfeca pseudónimo literario de Antonio A. Rodríguez



Rudimentos

Un impulso sin pie,
Donde el parecido..., ¿qué es eso?
¿Qué es ser?

Posible no cabía
En la valva toda del vacío:
Caber no podía. 

Y fue, sin embargo,
Un polo, un moverse; más aún,
Fue continuo: algo.

Algo vibra, vibraba.
Trenzarse, redoblarse. Deber:
Una cuerda preparada. 

¿O hubo primero espacio?
¿Del vibrar salió carne? ¡Buena
Pregunta para sabios! 

No es cosa segura
Que después de una cuerda
Venga su atadura 

¡Qué loca contumacia
Llamar de continuo ley
Al sonido de la magia!

Antonio Alfeca


SOLA está la estancia, y la yedra
remata el frágil desdén de las tapias
y desborda en su hiel de solisombra
las pálidas hojas del helecho.

Grietas hay ya en los muros, con la resquebrajadura
que va de la cerrazón a la querencia,
abierta al compás que escala ese vasto
corazón crepuscular de gorriones enloquecidos.

Quiero abandonar esas rígidas
reliquias caducas de oro quebradizo y falso
colgadas aún de su desespero

y rebosar las paredes con yemas luminosas
y romper, como un cósmico armonio de alma de ave,

este amargo y vegetal vacío.

TERROR, malla que cae con mítico
espesor sobre el leve cervato de la inconsciencia,
certeza de muerte en el cazador que anuncia
la sangre que arranca con su sombra;

desván de vieja nocturnidad profanada
por un niño laberíntico
que desespera por ser su propio reloj
antes que su propia ventana.

Te necesito como a una cierva de mármol preñada:
inúndame por este humilde recuadro de muros sin tiempo
con tu divina leche redonda,

o acéchame real y dispárame
y que, con sólo verte, tus saetas marquen
el final de mi hora.

ENTRE un océano de tenues líneas, ondas,
habladoras aguas que en un adiós se rompen,
te recibo, vibrante diosa en el alma,
dueña de un cuerpo oculto.

Voy escrutando ciegacorazonadamente
el sancta sanctórum de tu lengua,
feligrés de ti, tu fiel devoto,
amoldándote el recinto de mi oído

y te huelo, y casi te toco, y mi paladar funde
tu brasamiel que va hinchando el aire
con modesta vocación de un universo

aunque tras la ardiente dulzura de los sentidos
se cierna un genio de tacto helado
en el cielo de un sueño sin alas.

Antonio Alfeca


Top model

She’s a model and she’s looking good
KRAFTWERK

Por favor, sonría al objetivo.
Por favor, unas palabras con el sentido justo,
ni un ápice más.
Sea natural, muévase con la elegancia propia
de su escuela de pasarela; y
por favor, no se le ocurra mudar
esa radiante sonrisa
Dental White.

Mire aquí, a mi dedo índice; eso es,
perfecta.
Un bocado más sería un pecado,
una falta de respeto a sus admiradores,
el final de ese camino de la gloria
a todo color.

Tiene Vd. tanta luz propia, que en nada
puede comparársele la del sol:
Vd. es puro vatio, eléctrica, cegadora,
fulminante.
No debe privarnos de su brillo: viva su vida,
enamórese cuantas veces crea
de vips, artistas y magnates;
compre cuantas posesiones
desee en el ancho mundo.
Somos pozos sin agua,
queremos saber de Vd.,
no hacemos más que idolatrarla.

Tanto es nuestro fervor, que hemos
fabricado juguetes a su imagen y semejanza.
La infancia debe tener valores; ¡qué mejor
escalinata hacia su olimpo!
(Ah, tengo que confesarle,
sin que esto salga de aquí,
que a veces Vd. me parece
tan eterna e inmarcesible
como una de sus muñecas).

Sólo algo no entiendo de Vd.:
su mueca de vainilla seca
o de compañón cortado
cuando mueren los estíos
con un tajo del otoño.

Antonio Alfeca










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