“Escuchaba sus descomunales rugidos (de los tigres) llenando el aire y sacudiendo las paredes de la frágil y desprotegida cabaña. Luego, pasados unos momentos de silencio, esperaba hasta oír sus rugidos ya a lo lejos y solo entonces me tranquilizaba pensando que aquella noche, al menos, no volvería a sentirlos.”

Emily Innes

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