A partes iguales

En días de aquello tan hermoso:
Período Especial,
Maribel, Maritza, Orestes y yo almorzábamos juntos.
Aunque tocara a menos,
dividíamos a partes iguales
el poco arroz y los escasos chícharos.

El día de lujo
juntábamos Navidad, Noche Buena
y todos los festivos del mundo.
Hervíamos un huevo
y también lo dividíamos
a partes iguales.
Una vieja botella de vino
—de etiqueta desgarrada--
con agua y flores silvestres
acompañaba nuestros mediodías.

Hoy Mabel vive en Segovia
en un pueblo de nombre tan hermoso:
Cerezo de arriba,
Maritza está en Toronto
Orestes es pastor de una iglesia bautista
y yo, aún almuerzo en el mismo lugar.
Aunque a simple vista no lo parezca,
seguimos dividiendo la patria
en cuatro porciones iguales.

Laura Ruiz Montes


Noche de domingo

Es momento de recoger la habitación,
doblar la humilde ropa limpia,
hacer preparativos
para regresar mañana al trabajo.
Apoyar la plancha sobre la ropa,
como quien alisa recuerdos sobre la piel,
cuidando no quemarla.

Momento de hacer lista con lo pendiente:
pagar la luz,
sacar la basura,
pedir prestado un poquito de café para el desayuno.

Momento de poner el despertador,
quitar la sobrecama,
acostarse y hacerse un ovillo
antes de decidir si mirar al techo,
leer o repasar la lista de lo aplazado:
los nombres, las fechas
de cumpleaños de los ausentes.

Laura Ruiz







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