Apasionada

El pez rojo crece en proporción a la pecera
va configurándose en una geometría de pulsiones
retenida exactamente en la idea de sus límites
una huella circunscrita en un molde de sangre
consciente del placer angosto de los espacios
que inunda vigilante hasta el punto en que su toque
se tradujera en beso todo escamas candentes
un abrazo de un mudo tendiente al carmín

El pez está frío tiene frío
se hunde vuelve a aflorar en su circularidad intransigente
en el destino de un otro lugar y readaptado cada vez al milímetro
arde firme más acá del impulso más saturado concluye
lo que excede se descolora se dispersa lo que es suyo
pero no tiene nada que ver con su rojo

Mia Lecomte


Domino

Combinar dioses y hombres
el juego no es esto
solamente
es entre los hombres y los hombres
y después abunda la carne
sumada
entre los hombres y el alma
es donde se oculta la carne
substraída
entre el alma y el alma,
cuando queda la carne
acerada.

Mia Lecomte


Flujos

Rebozar juntos
desde la vigilia al sueño
desde el sueño a la vigilia
trastocar de nuevo
el pertenecer
y lo perdido
inundando y de nuevo
secando
los cuerpos y sus porosidades
desde el día a la noche
desde la noche al día
filtrar el empuje
y la espera
el gesto y la pose
cercanos y distantes
impregnar cada vez
el ronco andar
del silencio a la palabra
de la palabra al silencio
el adiós y su revés
desecado
entre no querer y saber
y no saber y querer.

Mia Lecomte



Intimidad

La hija mayor esta mañana habló con el diablo
en la habitación rosa pálido volcada en el sol él
se presentó a ella desde dentro y le dijo con su
propia voz que el santísimo es el dios de los perdedores
mientras un pacto eficaz asegura la victoria suprema
la certeza del placer para siempre en ausencia de eternidad

la menor en su cama mientras tanto soñaba con un vampiro
y también con un monstruo tricéfalo y con algunos fantasmas
que jugaban todos a los dados en la sábana de mármol
se enorgullecían de sus atavíos le explicaban
sobre muertos vivientes y otras simples cuestiones de sexo

apoyada en la idea de sí misma la madre descosía los volantes
de su día perfecto lo llenaba de ojales al azar
botones de varias dimensiones recordaba que aquel día
había amado a un licántropo él la había desnudado hasta
el punto donde brilla todavía un remiendo de plata

Mia Lecomte


Telón

Me escribes que allá lejos encuentras las luminarias
en la playa este otoño
lo he visto yo misma
arrastraban piedras a la arena
en una espuerta agujereada
fuera están muriendo las palmeras
una por una a la derecha
desde la acera en el fondo
en el otro lado a la izquierda
como si fueran vivas
somos pocos los que nos enteramos
en una idea suya de realidad
se detienen
y muere la bolsita en la tetera
el cordel mordido por el gato
papel deshecho en la mochila de la escuela
el abrigo destinado a su gancho
por solidaridad de cosas
aparente

Mia Lecomte








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