Aroma de piedra

Meto cuidadosamente la mano dentro de una piedra
para remover su aroma
y dejar un puñado de oro.
Piedra asoleada que es y no es
¿Y ahora qué?
¿Heredarás otro amor, un poco de esplendor
redondo?
¿acaso el peso oscuro
de mi límite?
La vida afuera es un doble luto, sin morada.
Corazón piedra de oro,
Voy hacia ti sin ver.
Todo brillo adentro es la cicatriz de un cielo.

Santos López


Aterrado

Estar de nuevo en la tierra,
Resonando entre el polvo y la desdicha
De un antiguo sepulcro.

Horizonte tatuado con lugares comunes.

Miras allá:
Un indigente,
Un pobre perro
Y una paloma;
Andan juntos.

Es la herrancia de los desamparados.
Nadie huye de su destino:

Eso que es.

Ante el terror,

No te aferres.

Santos López



Cabeza fría

A veces pienso que un sueño me hizo tener la cabeza fría
Como un pez para sumergirme en la profunda tiniebla.
(El asunto es que los babilonios soñaban exactamente igual)
A veces creo que Dios es el sustantivo infinito de mi salvación; Autor y autoridad de lado que como una proyección
Nos alcanza.
Algunas personas ocupan todo el día en lavarse la cara con las dos
Manos, diciendo que una lava a la otra, y así completan
El refrán.
A veces tengo la cabeza fría como el espinazo de un pez, si quiero
Llegar un poco más lejos que mis amigos, sin traspiés
Durante el día.
Y parece haber una secuencia: la muerte adviene con la caída.
Ellos dijeron: “No hay ni siquiera una sola palabra en el suelo”.
Pero está escrito que cuando uno sale del agua, aquí en tierra,
En la tiniebla del hacedor, nuestra cabeza es el oráculo
Que habla.

Santos López



Enseñanza del descabezado

Un cuerpo desnudo siempre lleva su cabeza como corona
Y dos abismos a los lados: uno de esplendor y otro de ruina.
Si Dios quiere, al final yo moveré mi corazón hacia la aurora,
Noche más noche, esa cámara que respira si yo respiro.

Un cuerpo en la quietud guarda su verdad en el sol, con vigilia,
Matrimonio y amores que le impidan andar tieso a la luz del día.
Algo así, como si de costado fuésemos dos arcoiris,
Cuya cabeza ardiente reposara entre brotes de agua.

Hoy día no hay forma de responder a la duda de la carne,
Ese sentido que profesa el hombre desde su pasado efímero.
Algo encogido en su pecho, tal vez entre pálpitos y sudores.
Mejor hubiese sido que pies y manos engordasen sin vestidos.

Uno decapitado regresa de la aventura o la catástrofe,
Aprende pronto a respirar, a renacer, a no morirse.
A permanecer en una realidad sin palabras, pero con verbo,
Aprende uno que la aurora es una cayena de sangre.

Uno decapitado espera que su familia lo reconozca: Diga
Que mi cabeza es blanca y mi cuerpo negro; diga que soy piedra,
De arriba a los pies, yo decapitado espero que mi familia diga,
Me identifique así en la morgue, sin ninguna conmiseración.

Así no deseo andar de nuevo sobre el mundo, que lo sepan todos.
Si acabé descabezado, con modestia, fue porque quise respirar.
“Volver a respirar es la delicia humilde”, yo lo repito ahora.
Qué otro cuento uno puede decirle a sus hijos, es suficiente.

Mi cuerpo está erguido y mi cabeza a un lado en este plato;
Y algo más brota de mí y ronda en el aire como prodigio.
Así consigo que mi corazón se vuelva un breve destello,
Que continúe de faro en su elevada cumbre en la montaña.

Santos López


Ladrón de huesos

He desenterrado tu hueso pélvico
Para hacer un amuleto,
Usarlo y llegar adentro,
Donde mi alma es falsa, verdadera,
Arde en deseos,
Y no necesita patria ni Dios;
Porque ella muere en mí y todo desaparece.
(Soy ladrón.
No coleccionista de huesos.
¿Qué le hacen a los ladrones?
Nada. Nadie nos culpa,
Somos minoría sin rostro en este país)
He colgado tu hueso pélvico como un espejo
En la cabecera de mi cama.
Y me acuesto a observarme:
Pasar a gatas por su través:
¡Mira cuántos lugares aparecen,
Cuántas formas, cuántos vacíos
Cuántas hermanas del tiempo existen!
Ninguna está primero,
Tampoco de última,
Son mías, no son mías.
He pulido tu hueso
Como si fuese de otro mundo,
Es un adorable oro con fragancia.
Aquí yace tu semilla, indefinible;
Está, no está.
“Aprende a morir”, Ellos dijeron.
Y si alguien pregunta por tu miedo,
Si lo contemplas en todo su misterio,
Experimentarás ese terror
Propio del asombro
Hacia la desaparición y la nada.

Santos López


Mandamiento

Hágase la luz negra de mis antepasados lobos
Que se bañaban en el mar y copularon con culebras;
Íntimos vivieron en el abismo, en la leche,
En la noche de su agujero fulminado e inmenso.

Ninguna luz brilla en la cara de lo profundo del mar,
Pero las aguas ceden y los pedazos de tierra
Al sexto día buscan el hálito de los dioses:
(Cuanta más leña hay, más fuerte es el fuego)

Manchas nebulosas circulares con rehiletes,
Espirales y anillos. Estrellas y más estrellas
Como puntos de cielo punzó. El cuerpo nada
Hace por sí mismo, basta ver un cadáver.

Hágase la luz negra sobre la puerta de Occidente,
Aquí, cuando Hércules y Equidna ensoñaron
Y dieron a luz siete angípedos gigantes, razas
De ojos llameantes y resolución firme.

Así comenzó esta nativa desgracia, este vértigo,
Donde sólo encuentras noche y más noche.
Y pasamos por alto la embriaguez del trance,
El temblor del mundo, esa su armonía

Es un goteo que insiste hasta el infinito.
Hágase la luz negra de mis antepasados equinos,
De patas rojas que recorrieron cielo y cementerio:
Piramidal, funesta de la tierra nacida sombra;

Y circular, dichosa del sol como un sonido.
La cabeza del caballo es el amanecer, su lomo
Es el día empinado y su relincho, un relámpago.
Antepasados míos, canten ahora para mí…

Santos López











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