Bogotá

El filo de la noche me rompe la suela del zapato

Llueve

Al pie de Monserrate mis plantas
Son verdes también como los negros ojos
El calcetín recorre la séptima carrera
Sin prisa
la décima la trece  el maratón de niebla en la sabana

En el futuro estuve aquí
Tenaz como el pasado
Y en el ayer que es hoy
Su geometría rondaba mi ignorancia 

No para de llover
Ladrillos y piedras me indican
Que voy de atrás para adelante
La candelaria envejeció desde el recuerdo 

No para de llover
La juventud de Bogotá borbota en las aceras
Forman arroyos sus risas sus deseos
Saltan como hongos de humedad las voces
Caderas senos pasos devenir en baile 

No tengo zapatos suficientes para expresar
la intensidad del tiempo
Habrá cielo despejado
Con sol bajo la suela

Jósé Ángel Leyva


El campesino del futuro muerto

Desearía escribir acerca del placer del sol
sobre la cara a campo raso
De la tierra fecunda y de su boca abierta
a la simiente que promete el pan y los frutos
de un mañana lluvioso y un invierno sin hambre

El campesino oriental se inmola en la barrera
de una estación pavimentada por la muerte
Incrédulo en las cámaras recorre el mundo
su rostro de dolor y de impotencia
No hay en el tumulto alguien que logre arrancarle
esa máscara de niebla y luces en retiro

La navaja también estupefacta escucha el corazón
que languidece y no atina a explicar la vaciedad
la ruina de un tambor forjado en la labranza
Palpita o se contrae el metal ante las pausas de la carne
El arma intenta descifrar los pulsos que troncha con su filo
aún con el dulzor de una naranja mondada con paciencia
El desgarrón impide reconocer las claves fugitivas
Hay un mensaje de aridez que enturbia el canto de los gallos
el abrazo a la mujer que siembra en él su aroma
la noche en que tremolan los ocres del otoño
Un despertar cualquiera y un té sobre la mesa
El ruido silencioso afuera donde los hijos y los árboles
despejan los sobresaltos del alba

Bajo la piedra azul celeste el labrador coreano
desciende sin luz en medio de la turba
Quiere gritar contra el mercado sus últimas consignas
La hoja punzante le corta la voz y los recuerdos
Se le atraganta el pasado en una lengua sin futuro
Huele a miedo del otro lado de las vallas
Hay campesinos con disfraz de policías y bastones
No entienden por qué un hombre abandona el sembradío
Viaja en clase turística a Cancún para romperse el pecho
luego de andar descalzo por la playa y bajo un sol sedante

Hay cuenta regresiva en ese cuerpo en andas
Lleva moribundo la admiración del ojo maya por el cielo
La redondez del cero y del vacío
La flor azul turquesa del Caribe
Y en un bolsillo el boleto de entrada al parque comercial
donde escuchaba al guía
absorto en el espejo del cenote
explicar los sacrificios humanos a los dioses
Una simple transacción: Vida a cambio de más vida.

Jósé Ángel Leyva


La región ausente

Hay un espacio tan lleno de vacío
donde mi voz no es voz sino eco
el puro cascarón del ruido
la marca de un pie que no me calza
He deseado regresar y ya no existe
la región donde dejé de ser
el territorio    por mí deshabitado

En mis calles no hay caminos
Si intento describir la dirección del aire
en cada esquina de su ser baldío
aparecen esferas de cardos en la lengua
recuerdos de un cadáver en la plancha
conservando en formol su aburrimiento

Con las primeras gotas de luz
el cielo fibroso se adhiere al descarnado suelo
resplandeciente de manos y nervudos brazos
Otras tierras empujan sus arenas
en vendavales de un azul esmerilado
La calva ciudad peina sus frondas
El polvo nos embosca
Los árboles se van desvencijando

Jósé Ángel Leyva


Líneas

Entre dos puntos la línea divide un infinito
los límites de un cuerpo
                    de un volumen
el comienzo de la imagen
El pincel con fibras asombrosas
se desliza entre espectros de manos dibujantes
Durero Leonardo Doré Shitao Klee
Alambres nerviosos del silencio
Caligrafías de los sentidos y del sueño

Un lápiz desmadeja las formas informales
el presente amorfo de recuerdos del futuro
las rayas de la palma y de los dedos
en cuevas muros y peñascos

En las manos que escriben va la suerte
del grafito con su punta desgastada
Resistencias cuerdas filamentos espirales
encendidas por Ariadna en las cavernas
en la mirada medio humana de la bestia

al descender a la rúbrica y al trazo
la línea es frontera y es principio
de quien escribe y dibuja sus fantasmas

Jósé Ángel Leyva


Visión de los volcanes

Cuando el viento empuja
la oscuridad de los ojos
hay días en que la venda se nos cae
de madrugada
y la ignorancia visual se nos acorta
entre cortinas de aire
En este valle sin retorno
nos queda la llaga
nostálgica
salada
pringosa
donde vemos la pupila turbia
el hollín del cielo
la visión opaca de las niñas
la mirada medio muerta
de los perros
Pero hay días en que un soplo
nos abre las ventanas
despega la ropa tendida en rascacielos
levanta alados algodones
sierpes blancas
y desnuda un seno que yergue
su punta de luz
su coágulo de leche
Hoy no es ayer
pero aún nos sorprenden los volcanes

Jósé Ángel Leyva



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