Dos islas

No hago vida de mí. Cuando estoy solo
no hago vida de mí. Te necesito
a cada instante, siempre, incluso cuando
no sé quién eres tú ni dónde estás
ni qué quieres de mí. Cuando estoy solo
siento que estoy en mala compañía.
No sé hacer vida de mi soledad.
Pero no sé tampoco no estar solo.
No sé de mí sin ti. Te necesito
tanto como te temo. Amo tus manos
tal vez porque no están. Amo el abismo
abierto entre nosotros (¿qué es nosotros?),
que no existimos. Busco otro pronombre
que no sea tú ni yo, nosotros, nadie,
una especie de yu, de to, de tuya
de Mogador para tallar la barca
de madera y mentira
donde huir dónde, juntos, deseándonos.

Somos dos islas una frente a otra
que aman el mar que las separa y une.

Juan Vicente Piqueras


La sed a nosostros

Como una palabra en fuga que se hubiese detenido desnuda para entregar sus ropas a nuestro deseo y le dijera: - No soy el amor.”
Vladimir Holan

Lo mismo que las calles conducen a otras calles,
los pasos a otros pasos y la sed a nosotros,
la incierta claridad de la mañana
ilumina el cansancio
de buscar sin descanso a quien nos busque.

Tal vez en una esquina de la noche
nos hemos visto y nunca lo sabremos.

Lo mismo que las horas nos llevan a otras horas,
los días a otros días y el dolor a nosotros,
las manos del amante no encontrado
nos entregan un ramo de renuncias
y la promesa de no morir solos.

Mientras, tal vez, su cuerpo,
ahuyentado por nuestra propia urgencia
en encontrarlo, se nos va adentrando
en la sangre, en el sueño,
a través de las calles o ayer o estas palabras.

Juan Vicente Piqueras


Las palabras son las mariposas del cerebro.
El cerebro se alimenta de incertidumbre.
El mismo cerebro dice yo, dice siempre y dice no somos nadie.
Entre el telescopio para mirar las estrellas y el microscopio para mirar
las propias células, el cerebro y su pasión por mirar, fuera y dentro.
¿También el corazón está en el cerebro?
El viento inventa y enjaula pájaros en cada cabeza.
Hay un cielo vacío en el cerebro –dice el cerebro.

Juan Vicente Piqueras


Vasos de sed

Si dudas de tu sed, si no te atreves
a preguntarle o a ponerle un nombre,
si sólo sabes que buscas un agua
que la sacie y no hallas sino pozos,
y en ellos ecos que te llaman, bebe.

Si la sed al beber desaparece
es que era sólo sed. Sigue buscando.

Pero si crece en ti cuando la sacias,
si quieres no dejar de tener sed
sino seguir bebiendo día y noche
vasos de sed, no hay duda:
puedes llamarla amor, seguir sufriendo,
y saber que no existe quien te guía.

Juan Vicente Piqueras


Yo que tú

Yo que tú me amaría, llamaría,
no perdería tiempo, me diría que sí.
No dudaría más, escaparía.
Daría lo que tienes, lo que tengo,
por tener lo que das, lo que me dieras.
Me soltaría el pelo, lloraría
de gozo, cantaría descalza, bailaría,
le pondría a febrero un sol de agosto,
moriría de gusto, no pondría
ningún pero a este amor, inventaría
nombres y verbos nuevos, temblaría
de miedo ante la duda de que fuese
sólo un sueño, me iría
para siempre de ti, de allí, conmigo.
Yo que tú me amaría.
Me diría que sí, me faltaría
tiempo para correr hasta mis brazos,
o al menos, qué sé yo, respondería
a mis mensajes, a mis tentativas
de saber qué es de ti, me llamaría,
qué va a ser de nosotros, me daría
una señal de vida, yo que tú.

Juan Vicente Piqueras










No hay comentarios: