"El portuñol expresa un deseo de aproximarnos, un deseo de confraternizar frente a la antigua muralla que nos separaba como países vecinos. Esa muralla no era la lengua sino las miradas distintas que teníamos y el juego de espejismos que se fue construyendo."

Marco Lucchesi



Formas intangibles

Formas intangibles
a quien
giro alrededor
esta inexacta
hambre de belleza

Marco Lucchesi



La ciudad y el deseo

Damasco: ciudad santa. Punto de partida para la Meca. Y sus peregrinos – llegados de las más remotas partes de Libia y de Tanzania, de Egipto y de Marruecos, de Persia y de Sudán –, para visitar los túmulos de Hussein y de Fátima, antes de la meta entrevista, perdida en las arenas.
Ciudad de los ciento cuarenta mil gatos. Ojos esmeralda. Tesoros del Paraiso. Aun del Monte Qassium, donde casi se cumplió el sacrificio de Isaac, Damasco parece hervir, con sus incontables alminares, en la meridiana claridad del desierto, que le enmarca el cuerpo, y cuyos beduinos, hoy y otrora enamorados, soñaban con las aguas de Barada y sus jardines.
Peregrino de la nada, conquistado por ciudades más o menos santas, visibles o intrigantes, Damasco es para mí una de las más sinuosas... Le deseo las formas. Los secretos del cuerpo. Caminar por las calles olvidadas. Juegos de acaso y previsión. Conocerle las partes sensibles. Flores, inciensos, especieras. Saber que se trata de ésta, y no de otra ciudad. De ésta, y no de otra mujer. Damasco abraza este enamorado de la soledad, de las altitudes olvidadas del Mar Musa, y me devuelve a la vida en los fuertes colores de las alfombras, turbantes caucáseos, del blanco inmaculado de los príncipes del Golfo. Me dejo estar un buen rato, desadquiriendo soledad, mi columna de estilita, para sentir de cerca el olor y a qué saben las calles, me bajo de las altitudes de mi columna-montaña – nieve y certezas glaciales – y vuelvo a insertarme en el mundo, como un simeón de los pobres, de la gente simple, de esos olvidados, para quienes Damasco no es más que remota posibilidad. Sentí, en sus brazos, que mi urgencia, mi herida es algo que apenas sé soportar en medio de la muchedumbre, en medio del ruidoso silencio. Todo me encanta. Todo me fascina en Damasco. Sus atrevimientos y delicadezas. Su cuerpo. Las fuentes que me sacan la sed. La planta de los pies. Los ojos verdes del Islán. Los senos anaranjados de Beká. Amo la ciudad al anochecer, cuando la veo en su desnudez, la mesquita de Al-Ualid, al fondo, abriendo sus puertas, durante la madrugada, mientras espera a la mujer del Día del Juicio, y el áspero combate de Jesús. Como es bella Damasco... Sus labios, pozo de aguas claras. Sus ojos, bálsamo de redención.

Marco Americo Lucchesi



"Me gusta pensar que el último bastión de la democracia es la cultura. Entonces, hay que luchar muchísimo en este tiempo en el que alguna gente se enorgullece de su ignorancia. Pero como ha enseñado la historia, los bárbaros pasan y Roma quedará siempre. Por eso, hay que trabajar todos los días con mucha intensidad, yo diría con una esperanza atrevida para que los valores se mantengan. En ese sentido, las lenguas son muy valiosas porque construyen no solo una concepción del mundo sino también la conciencia de la alteridad."

Marco Lucchesi


Soledades

Je pense à toi, Myrtho, divine enchanteresse.
Gerárd de Nerval

Madrugada. Hora de los seres ensayando la muerte.
Me despierto en Ouro Preto. Acabo de soñar con la iglesia de San Francisco. En la máquina del sueño, ángeles operaban misteriosos engranajes y la iglesia flotaba en densas brumas. Me visita el insomnio. Me falta el reloj, y espero por el fin de la Madrugada. Sucederá cuando los cielos ya no soporten el peso de los astros y se desplomen sobre nosotros; sucederá cuando las mareas revueltas agiten los océanos, lanzando contra las playas a sus muertos; sucederá cuando los árboles pierdan su follaje y se retuerzan bajo la tempestad ardiente; sucederá cuando las montañas, libres de sus raíces más profundas, abran las heridas de sus abismos; sucederá cuando los ríos rehúsen el coleante recorrido de las aguas, para detener las horas; sucederá cuando la sombra y la claridad vuelvan al principio original que las engendró, multiplicando ocasos; sucederá cuando los números y las palabras pierdan la significación ante la mirada misteriosa de los gatos; sucederá cuando el tiempo no sea nada más que una ligera cicatriz en el cuerpo de la Historia; sucederá cuando todos los serafines pierdan las propias alas, quemadas por una extraña alegría de vivir...
... entonces oiré tus pies desnudos que acarician la hierba, posan como pájaros en amor en la madrugada. Tus ojos serán como auroras presentidas – y sin embargo ignoradas – iluminando mi espera. Tus manos serán como alas de sombras perfumadas por los vientos del Atlántico. Tus senos serán como dos crías gemelas de una gacela pastando entre los lirios. Tus labios van a guardar el zumo precioso de las jabuticabas, y tus dientes serán como rebaños de ovejas trasquiladas, y tu rostro será un jardín misterioso donde las rosas jamás conocerán el invierno.
Estaré bajo los pórticos de Ouro Preto, en el altar de San Francisco. Cirios han de iluminar el matrimonio. Estaré entre los locos y las prostitutas, adivinando la huella de tu perfume y la sombra de tu abismo. Estaré en Canudos, no Alto do Mário. Bajando el Nilo, cerca de Luxor. Con mis amigos, en Venezuela. En los arrabales de Buenos Aires. Subiendo la Mouraria, en Lisboa. Rumbo a Juazeiro. En Janículo, en flor.
Por todas partes y en parte alguna.
Esperando. Como quien espera – despierto – el fin de la Madrugada.
¿Tu nombre?

Marco Lucchesi



Y cuando
cae la noche

sublime e irreflexivo

No se como
extender

la fuerza que me aterra

Marco Lucchesi



Y los ácidos brillan
y las piedras de burbujas de sales
resuenan y mueren

palabras en la guarida
oscura
del alquimista

ampollas y cuencas
el verbo
esplendor en el mar filosófico

Marco Lucchesi



"Yo creo naturalmente que el Estado es laico, pero eso a veces no queda claro en algunas políticas que se implementan en el país. Como broma, suelo decir que si un marciano pudiera captar la televisión abierta brasileña pensaría que el sistema de gobierno es una teocracia. Por supuesto, todos tienen derecho a manifestarse, pero hay que tener un cuidado muy grande porque hay muchas religiones distintas e igualmente respetables y estamos viendo cómo hay un proyecto de poder que viene en conjunto con algunas de esas creencias y que puede llevar a la República por caminos distintos. Lo que tenemos que profundizar es el valor de la democracia, de la tolerancia y de la diversidad."

Marco Lucchesi










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