1.
De las sombras heredamos las tinieblas
los desordenados fantasmas del día
Del tembladeral que somos, espacios luminosos
ágiles pasajeros que celebran las piedras
Del árbol heredamos la luna demorada
cuando no lejana
y una garra que se aloja en el aire
y asombrada atraviesa caminos y huellas
De ajustados ojos certificamos la tragedia

Adalberto Polti



1-Apenas un fragmento del sueño, pájaro solitario de la noche,
hoja triste en la espiral del pensamiento. Una perdida estrella gritaba locamente
con su boca de espanto. Piedra arrojada al azar, negra explosión de la nada. Gritaba
junto a hombres que husmeaban en dudosas orillas. Bajo grises ciudades el secreto
iba perdiendo su alma, sus contornos de silencio, su insaciable nocturnidad. Había
anochecido repentinamente. Espesa negrura y áridas voces otoñales lamentaban su vencida muerte. Espurios fantasmas besaban un suelo eterno que luego maldecían. Un viento de sorpresas iniciaba el camino. Ibamos a eternizarnos limpiamente.

2- Todo era ayer en el gris y áspero sueño. Patria de ojos olvidados. Caía el tiempo
con su barba de silencio. Caía y se ahogaba y no volvía a su cauce. Desde escondidos rostros envejecidos un sermón antiguo se alojó en la sangre. Merodeaba el cielo de los justos. Lejos, un canto monótono de noctámbulos insectos formaban el coro ciego
de la noche. Miedo en los dioses inocentes. Rostro entristecido y único. Las alas del viento expandían un aliento desesperanzado. Caía el tiempo como un extraño rumor
como si mendigara al cielo mezquino. encendido rencor en los pasos de la esquiva felicidad. Caía el tiempo como invisible mano de hierro. Llegaba hasta los ojos como
una calle dormida. Desde frágiles astros puntos luminosos pugnaban por ganar especio en el sueño. Nos vigilaban con aterradora paciencia.

Adalberto Polti




El cielo y el infierno

Y si existieran
Y si no fuera sólo una fábula
o un mero sueño
o un simple juego de palabras

Qué suelo seco y pobre
qué planetas o qué piedras
serán el corazón del universo

Adalberto Polti



Habla Galileo

Si mudo de palabras
si el astro no fue fiel a los dogmas
y en el frágil andamio abundan los culpables

Si me absuelven
si del rostro del verdugo no nace la vergüenza
crecerá el silencio
el disfraz del olvido vestirá la memoria

Y fantasmas habrá
y una antigua pesadilla que los invente
y días nefastos alimentarán el caos

Adalberto Polti


Invitados a la última cena

                           Frente a un grabado de Escher

Cielos y escaleras giran y giran
cielos e infiernos, ángeles y demonios
giran y giran
cielos imaginarios, infiernos imaginarios
escaleras imaginarias, suben y bajan
giran y giran

Algún día, alguna historia apocalíptica
real o irreal
u odioso destino o muerte tenazmente puntual
los sorprenderán junto al olvido
frágiles pasajeros de la lluvia

Los sorprenderán junto al olvido
palomas de fugaces sueños

El día menos pensado
aparecerán en nuestras mesas
invitados a la última cena

Adalberto Polti


Jardín lento

amanecí desde lo profundo y el tiempo y la palabra y el alma roja del jardín lento y su esqueleto de niebla y los ojos de los pájaros consumieron la lluvia y su rostro de piedra maltratado rostro y el alma roja del jardín lento y su sombrero de aire a la deriva y su nube de espanto como azorado planeta abandonaron sus cauces y nacieron testigos del infierno y días del precario universo me despojaron del cuerpo vital

adiviné un caluroso mediodía con apariencia humana y olvidé prejuicios y sediento y vagabundo recorrí como tren peregrino el alma roja del jardín lento mientras devoraba el pasado y su memoria infinita y navegué el espacio y elegí el destino con aire de siglo

apagué la niebla oscura del canto infinito de la tarde mientras el alma roja del jardín lento dormía en las estaciones mudas de las ramas como el pájaro duerme en el hueco débil del sol desesperado e inútil del crepúsculo

atravesé sueños y la noche como el ave y su ventana que huele a siglos y arrastra y duele y el alma roja del jardín lento como algo muerto y solitario hablaba desde un muro que sangra

Adalberto Polti



Los dioses y la indulgencia

Nos duelen los muertos
Recorren nuestras venas
como océanos del canto

Y giran
y claman sueños doblegados
infinitos

Soles
Muros solitarios y dudosas calles
Laberintos oscuros
Ninguna puerta descubre la otra orilla

Multitud de voces
toda la sangre puesta en los ojos
del tardío consuelo

Templos vacíos
pocos dioses para tanta indulgencia

Adalberto Polti


Ojo Avizor

1.

Antes que el alma
localizara el punto mínimo
de su universo
el ojo ya lo había devorado

2.

Frente a la inmensidad del mar
y de mi propio abismo
siento caer el día

Y veo su gota helada
a través de los huesos
percibida por el ojo avizor

Siento caer el día, pálido rostro
carcome el tiempo y medibuja
en el entero cuerpo de la muerte

Siento caer el día como
un avaro de brazos largos

Adalberto Polti




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